Louis despertó temprano, como siempre lo hacía, antes de que el sol se alzara completamente. Se levantó en silencio, con cautela, mirando a Harry, que aún dormía profundamente, abrazado a las sábanas. La suave luz de la mañana iluminaba su rostro sereno, que reflejaba una paz total. Louis sonrió y se inclinó sobre él, acariciándole el cabello con suavidad, disfrutando del momento.—Haz... —susurró, acercándose un poco más a él—. Es hora de despertar, pequeño.
Harry movió la cabeza lentamente, frunciendo el ceño por la interrupción, pero sin abrir los ojos. Louis sonrió, se inclinó aún más hacia él, y lo tocó suavemente en el hombro.
—Vamos, cariño, despierta —dijo en un tono suave, sin forzar nada—. Un nuevo día te espera.
Harry, entreabriendo los ojos, vio a Louis cerca de él. Sin poder resistirse a la calidez de su presencia, sonrió levemente y se estiró perezosamente en la cama.
—Buenos días, Lou... —murmuró Harry, aún adormilado, su voz apenas un susurro.
Louis lo observó por un momento, con una ternura que sólo él podía mostrar, y en ese instante decidió que sería un buen día para cuidarlo de una manera especial.
—Venga, pequeño, vamos a levantarnos —dijo Louis, ayudándole a incorporarse con suavidad. Con una mano, le tocó la espalda, guiándolo con ternura.
Harry se dejó llevar sin resistencia, todavía algo somnoliento, confiando plenamente en Louis. Había algo en su trato que siempre lo hacía sentirse seguro y protegido.
—Vamos a la cocina —dijo Louis, tomando su mano con delicadeza mientras caminaban por el pasillo. Harry lo seguía, sin cuestionar, sin saber exactamente qué pasaba, pero sintiendo una extraña calma al estar cerca de él.
Cuando llegaron a la cocina, Louis se detuvo frente a la mesa, donde había colocado una pequeña caja de crayones de colores y varias hojas en blanco.
—Aquí tienes, pequeño —dijo Louis, empujándolo suavemente hacia la silla—. Siéntate aquí un ratito, ¿te parece bien? Mientras yo preparo algo de comida para ti.
Harry, confundido pero con una sonrisa tímida, se sentó en la mesa sin protestar. Los crayones brillaban en la mesa frente a él, y las hojas blancas lo invitaban a empezar a dibujar, aunque no estaba seguro de qué hacer exactamente.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó, mirando a Louis mientras se disponía a preparar el desayuno.
Louis lo miró con dulzura, sin revelar su plan por completo.
—Nada complicado, pequeño. Solo dibuja un poco o juega con los crayones, ¿sí? No hay prisa, solo relájate un rato mientras yo preparo tu comida.
Harry asintió, algo vacilante, pero pronto se dio cuenta de que no había nada malo en simplemente jugar un poco. Sin embargo, había algo en la atmósfera que lo hacía sentirse... diferente. No sabía qué era, pero las instrucciones de Louis lo hacían sentir cuidado, sin tener que pensar mucho más allá de eso.
Louis, mientras tanto, se movía por la cocina con precisión y calma. El sonido de los utensilios y el aroma de la comida cocinándose llenaban la habitación. Harry, por su parte, comenzó a experimentar con los crayones, pero no de manera animada como solía hacerlo; su mente vagaba, sus dedos trazaban líneas sin mucho sentido. A veces se perdía en sus pensamientos, recordando lo difícil que le resultaba comer, algo que aún le costaba aceptar por completo.
Louis, al notar el leve distanciamiento de Harry, se giró hacia él, viendo cómo su pequeño lo miraba fijamente, sin terminar el dibujo.
—Haz, cariño, ¿todo bien? —preguntó Louis, su voz suave pero atenta.
Harry se quedó en silencio por un momento, tratando de mantener su mirada en la hoja frente a él.
—Sí, Lou... —respondió, pero la verdad era que no estaba seguro. Había algo en su estómago que no se sentía bien, y aunque Louis siempre lo hacía sentir cómodo, a veces el simple hecho de comer le generaba una incomodidad interna difícil de explicar.
Louis lo observó un instante y decidió no presionar. Sabía que, aunque Harry no lo dijera, tenía un pequeño problema alimenticio. Lo había notado durante los últimos días, cuando Harry a menudo se rehusaba a comer o dejaba su plato casi intacto. Louis sabía que no podía forzarlo, pero sí podía hacer todo lo posible para crear un ambiente donde Harry se sintiera seguro y relajado.
Con una sonrisa cálida, Louis se acercó a la mesa y se inclinó hacia Harry, acariciándole la cabeza.
—Haz, me alegra que estés jugando. No te preocupes por el desayuno por ahora. Si necesitas tiempo, puedes seguir con los crayones, ¿de acuerdo?
Harry sonrió, pero el gesto fue algo forzado. Sabía que Louis lo trataba con mucha paciencia, pero a veces las cosas le resultaban complicadas. Después de un rato, se dedicó a jugar con los crayones, aunque su mente seguía enfocada en su incomodidad alimenticia. Quería comer, lo sabía, pero su cuerpo no siempre lo entendía.
Louis, al terminar de preparar el desayuno, se acercó y se agachó frente a Harry. Observó cómo él había dejado de dibujar, con los crayones ahora en silencio en la mesa. Louis sonrió suavemente, consciente de lo que sucedía en la mente de Harry.
—Vamos a comer un poquito, pequeño. No tienes que comer mucho, solo lo suficiente para que te sientas bien —dijo Louis, tomando el plato con el desayuno y colocándolo frente a Harry.
Harry lo miró y se quedó en silencio, sin saber qué decir. En su mente, el deseo de agradar a Louis chocaba con sus propias inseguridades alimenticias. No quería preocuparlo, pero no sabía cómo evitar que sus miedos al comer lo dominaran.
Louis, con una mirada comprensiva, se sentó junto a él y le ofreció un trozo pequeño de pan.
—Ven, ¿quieres que te dé un bocado? Solo uno, para empezar. No tienes que comer todo de una vez, solo quiero que te sientas bien, Haz.
Harry miró el pan, dudando un momento. Sus manos temblaban ligeramente mientras pensaba en la mejor forma de manejar la situación. Por fin, decidió tomar el trozo de pan de la mano de Louis y, aunque era pequeño, logró dar un primer bocado. Louis observó con una sonrisa satisfecha mientras Harry lo masticaba lentamente.
—Lo estás haciendo muy bien, pequeño —dijo Louis, su tono lleno de orgullo.
Harry lo miró, agradecido pero al mismo tiempo avergonzado. No quería que Louis lo viera tan vulnerable, pero al mismo tiempo, algo en él se relajaba al saber que Louis no lo estaba presionando.
Louis lo miró por unos momentos más, asegurándose de que Harry estuviera cómodo. Luego, se inclinó un poco hacia él, tocando suavemente su rostro.
—Te lo dije, Haz. Estoy aquí para ti, siempre que me necesites. No tienes que hacer nada más que lo que tú quieras.
Harry asintió, sin poder evitar sonreír. Por un momento, las tensiones se disiparon, y solo quedó la calidez que Louis le ofrecía. Aunque no sabía exactamente qué le depararía el día, estaba agradecido de tener a Louis a su lado, cuidándolo sin reservas.
La mañana continuó entre juegos y más pequeñas comidas. Harry no comió mucho, pero Louis no insistió. Sabía que lo más importante era crear un ambiente donde Harry pudiera sentirse a salvo.
Al final del desayuno, Louis miró a Harry y, con una sonrisa, le acarició la cabeza.
—Hoy va a ser un buen día, pequeño. Y no te preocupes, siempre estaré aquí para ti.
Harry lo miró y sonrió tímidamente. Por un momento, todo parecía estar bien.
Holaa,les traigo algo dulce para hoyy
-Ren
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𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 | 𝐥𝐬 | 𝐁𝐃𝐒𝐌 | 𝐃𝐃𝐋𝐁
RomanceHarry nunca entendió cómo sucedió todo. Él era solo un niño lleno de problemas,mientras que Louis era todo lo contrario: fuerte,seguro,el tipo de hombre que Harry siempre había anhelado.El era un 𝐃𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐧𝐭𝐞 (Sé que la portada no tiene nada q...