Capítulo 13. Mejores amigas

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Naomi siempre había sido su mejor amiga. Y, en más de una ocasión, Addison se había preguntado por qué seguía siéndolo.

Su amistad había comenzado por la mera casualidad de coincidir en el mismo grupo en la escuela de medicina. El primer día de clases, allá por el año 1989, el profesor de Anatomía Gruesa, el Dr. Caldwell, le había asignado a cada estudiante un grupo de laboratorio con el cual realizarían actividades académicas tales como discutir casos clínicos y realizar disecciones en equipo, a lo largo del semestre. Addison, Derek, Mark, Sam y Naomi habían sido el grupo 3.

Ese mismo día, después de la clase teórica de introducción, el profesor llevó a los estudiantes a la morgue de la universidad para que tuvieran su primer acercamiento con un cuerpo humano real. A cada grupo se le había otorgado un donante anatómico para la disección, que les permitiría explorar la anatomía humana de forma directa y detallada, entendiendo las variaciones naturales en el cuerpo que no se apreciaban en los libros. Sería su primer paciente y ellos deberían tratarlo como tal.

—Okay, ¿quién hará los honores? —había preguntado Mark con una sonrisa burlesca, tratando de romper el silencio incómodo que había alrededor de su mesa de trabajo. El cadáver, que recién había salido de la cámara mortuoria, estaba cubierto con una sábana blanca, y nadie se había animado a destaparlo.

—Oh, no. Yo no. No cuenten conmigo para eso. No, no —había dicho Naomi, alejándose varios centímetros de la mesa con los ojos cerrados. Sin dudas era la que más nerviosa estaba de todos. Nunca había visto un cadáver real y en su mente solo tenía las imágenes de las pocas películas de acción que había visto, esas donde las personas tenían sus cuerpos desfigurados, con los rostros ensangrentados y los órganos afuera, culpa de un accidente de tránsito o alguna catástrofe.

—No entiendo para qué te anotas en medicina si te da asco un muerto —se había quejado Mark.

—¡No me da asco! Es... es que no esperaba que esto sucediera hoy... y...

—Okay, Derek, hazlo tú —había ordenado Mark, sin dejarla terminar de hablar.

Derek había tomado con la punta de los dedos cada extremo de la sábana blanca y, muy cuidadosamente, había descubierto el cuerpo. Era un hombre de unos cuarenta y cinco años, de cabello y barba castaña, y de contextura ancha. Su piel estaba extremadamente pálida; y sus labios, orejas y la punta de la nariz tenían un tono azulado.

—Oh, se parece al Sr. Mulligan —había sido lo primero que Derek dijo al verlo.

—¿Y ese quién es? —había preguntado Sam con una ceja levantada.

—Era el maestro de matemáticas que Derek tuvo en la primaria. Pero este es mucho más gordo. Es el Sr. Mulligan después de ciento cincuenta hamburguesas —se había burlado Mark, tratando de hacer reír a sus compañeros y así aliviar la tensión del momento.

Sin embargo, Addison, que se había mantenido en silencio hasta ese momento, había sentido cómo la indignación burbujeaba dentro de ella. No podía permitir que desmerecieran a alguien que había hecho un sacrificio tan grande.

—No entiendo qué te parece gracioso —había dicho ella, molesta—, esta persona donó su cuerpo a la ciencia para que tú, un idiota que se cree modelo con una bata de laboratorio mal abotonada, pudiera aprender medicina. En vez de haberles dejado a sus familiares una lápida en un cementerio para que lo fueran a visitar, o haber sido incinerado, eligió terminar en esta mesa para contribuir a nuestra educación. Así que muestra un poco de respeto por este hombre y cierra tu puta boca.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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