soy una IA en warhammer 40k

CAPITULO: 23 Reorganización

Para los estudiosos y buscadores de conocimiento en la historia de la humanidad, uno de los eventos que marcaron un hito en el desarrollo tecnológico fue la llamada Incursión Rangdan. Aquella especie xeno, increíblemente hostil hacia toda forma de vida, fue el primer gran enemigo que la naciente Confederación tuvo que enfrentar en sus inicios. Los detalles de esa guerra se mantuvieron en secreto para el público general; solo los altos mandos conocieron la verdadera magnitud de los horrores que enfrentaron. Aun así, esa experiencia se convirtió en un pilar silencioso en el avance de la Confederación, que luego se transformaría en el poderoso Dominio, el mayor imperio estelar después de la Guerra Cibernética.

Pero tuve la fortuna de escuchar estos relatos directamente de mi tía Lucy. Cuando era pequeño, 

"Ah, pequeñín, ¿te he contado alguna vez sobre aquellos días de guerra?", solía decirme mi tía Lucy mientras me sentaba en su regazo. Sus ojos brillaban al recordar, y aunque algunas de sus historias me asustaban un poco, no podía evitar quedarme escuchando, cautivado. "Fue una guerra dura, enfrentamos a criaturas como nunca antes se habían visto", continuaba, refiriéndose a los Rangdan, esos xenos tan terribles y mortales. "Era como pelear contra una sombra viviente, una fuerza que no mostraba ni compasión ni descanso."

Aun así, su voz cambiaba cuando llegaba al final de la historia, y en su tono se podía sentir el orgullo. "Pero les vencimos, y de una manera épica, chiquillo. Fue una victoria que hasta hoy me hace sonreír." Me quedaba pensando en aquellas palabras, sin entender del todo cómo algo tan espantoso podía convertirse en una victoria tan memorable.

Una noche, ya sin poder aguantar más la curiosidad, le preguntó por qué no había nada de esas batallas en los registros públicos, sobre los  Rangdan incluso la existencia de los demonios se considera común y se les culpa de muchas de las tragedias que marcaron el fin de la Primera Edad de Oro de la humanidad.

Pero ella no me explicó nada, solo me dijo con una sonrisa misteriosa: "Todo a su tiempo, joven maestro". Sin embargo, mi curiosidad ya estaba despierta, y por naturaleza necesitaba saber más.

Tiempo después, creí haber encontrado una pista. Durante una visita de mi familia a los Helion para pasar un rato con mis otros hermanos, escuché a las mucamas susurrar sobre los secretos de la biblioteca de la mansión. Decían que allí se guardaba información de todo tipo, el lugar perfecto para quien quisiera aprender en silencio por las noches. Aunque, por supuesto, había un pequeño inconveniente: aseguraban que por las noches aparecía un fantasma en los pasillos, rondando para asustar a cualquiera que no estuviera en su cama.

Y, bueno, ¿qué es lo primero que hice? Exactamente lo que estás pensando. Esa misma noche, mientras todos dormían, me deslicé fuera de la habitación arrastrando a mis cinco hermanos en esta misión secreta. Nos movimos en silencio, con las lámparas de mano cubiertas, tratando de no hacer ni un sonido mientras nos acercábamos a la biblioteca, ansiosos por ver tanto los misteriosos libros como al supuesto fantasma.

Pero, cuando finalmente llegamos a la sala principal y pasamos un rato buscando en silencio, un sonido gelido resonó en el aire, y todos nos quedamos petrificados. En la penumbra, vimos emerger una figura espectral entre las sombras, flotando y extendiendo una multitud de tentáculos que parecían moverse como si tuvieran vida propia. Un lamento agudo y escalofriante llenó el pasillo, y en ese momento dimos un salto al unísono. El pánico nos atrapó y, sin pensarlo dos veces, salimos corriendo en todas direcciones, gritando a pleno pulmón y despertando a toda la casa en el proceso.

al final, todos los adultos de la mansión se enteraron de que nos aviamos colado en la bibliotecas  . El "fantasma" desapareció sin dejar rastro, pero  claro,  el regaño que nos dieron no fue ningún espectro. Nos pusieron de rodillas, con ambos brazos levantados en el aire, mientras "las niñas y  nova amiga de los príncipes de la noche no paraba de reír y tomar fotos de nuestra pequeña desventura.