¿Por qué?

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Aiko pov.

Trás un largo rato de estar en aquél edificio abandonado salimos cuando los policías ya se habían largado. Sanzu estaba cargando a esa cabecilla que intentó algo contra Bonten en su hombro, parece no tener dificultad alguna en lidiar con él aunque la verdad yo sigo en mis pensamientos que me inundan siempre más hasta ahogarme, sé que debería prestar atención y centrarme en el presente pero...no es tan fácil.

El camino fue tranquilo y silencioso, no dije nada y solo me quedé mirando por la ventana del auto mientras Sanzu conducía, me pregunto que pasará en esa cabeza suya.

Llegamos frente al edificio de Bonten, lo sé porque Sanzu detuvo el auto, abrí la puerta para salir pero me encontré con una mano familiar, levanté la mirada y que pertenecía al ojiazul.

Al parecer con tal gesto me quiere ayudar pero yo simplemente lo paso por largo y le demuestro que lo puedo hacer sola. Siempre fué así.

Caminamos por el edificio de Bonten y llegamos delante las puerta de la oficina de Mikey, entramos sin problema.

Mikey está sentado en el escritorio, se ve cansado como siempre, parece un zombie con esas ojeras que se carga. Normalmente me reiría de él abiertamente pero este no es el momento, me coloco a la izquierda de Mikey y Sanzu a la derecha.

Tres miradas amenazantes y frías clavadas en un "pobre" hombre que está tirado en el suelo, Sanzu nunca fué alguien delicado, especialmente cuando se tratan de tipos como ellos que intentan destruir lo que a él le dá felicidad, aunque aveces dudo de lo que verdaderamente lo hace feliz. Pero no soy Sanzu para juzgarlo y tampoco soy telepática para saber lo que piensa.

Mikey le está haciendo unas preguntas al hombre quien parece responderlas con demasiada confianza y hasta se atrevió a escupirle cerca al jefe.

Aveces los hombres pueden ser bastantes estúpidos. Pienso para mi misma, notando como Sanzu parece intentar controlarse para terminar con la vida del hombre en este instante, soy espectadora de como Mikey le ordena de llevarlo a la sala de torturas con un simple gesto a lo que Sanzu sonríe de manera macabra y el hombre empieza a temblar y balbucear cosas por el miedo que estará sintiendo. No puedo oír sus suplicas, estoy demasiado ocupada enfocándome en mis recuerdos pero no puedo hacerlo ver así que solo acompaño al jefe y Sanzu a la sala de torturas. Él lo tira para que se siente en una silla, veo como todo procede normalmente.

“Como me gustaría torturar a todos aquellos que me hicieron daño” no pude evitar pensar en ello. Tengo una lista muy larga, llenas de nombres que partenecen a las personas que me convirtieron en lo que soy ahora. El mundo suele see muy cruel con alguien bondadoso como yo.

Los odio. Todos.

Los torturaría a todos sin vacilar pero no sé como reaccionar cuando se trata de él, Sanzu Haruchiyo, fue el que más me rompió pero el que más amé. Estoy tan confundida.

Lo odio y me enoja lo que me hizo pero no puedo dejar dominarme por los pensamientos negativos...¿o sí?

Inconscientemente mi mirada sigue fija en la tortura que Sanzu está llevando a cabo con aquél hombre, siento su mirada en mi pero no le hago caso, eso es lo último de mis problemas.

Inconscientemente mi mirada sigue fija en la tortura que Sanzu está llevando a cabo con aquél hombre, siento su mirada en mi pero no le hago caso, eso es lo último de mis problemas

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Sanzu pov.

—¡Que subas te dije!— grité enojado, no tengo paciencia con tipos como éste, se me agota la poca paciencia que tengo y me dan ganas de matarlos con un tiro pero no puedo y ahora lo estoy tirando dentro del coche sin preocuparme en ser delicado, no me importa ni en lo más mínimo lo que le pueda pasar a ese desgraciado, si se rompe algo mientras manejo, mejor.

Enciendo el auto y la miro a la señorita perfeccionista de reojo quien sigue con esa cara de seriedad como siempre lo que me fastidia un poco porque nunca sé lo que le pasa por la cabeza pues la desconozco demasiado, ha cambiado demasiado eso es lo que reconozco.

Sé que podría adivinar lo que piensa si así lo intentara pero no me interesa, no quiero saber lo que le pasó en todo este tiempo. Algo en mi interior lo impide y yo le hago caso como un tonto.

Ella está sentada al lado mío y nadie dice nado por todo el viaje de regreso al edificio de Bonten yo tampoco digo nada, prefiero quedarme en este que se siente como un silencio incómodo.

Me detengo al llegar frente al edificio de Bonten,abro la puerta y bajo con cuidado pero al ver como ella estaba a punto de bajar le extiendo la mano para ayudarla sin pensarlo dos veces, mi cuerpo se movió solo. Lo juro.

Ella me mira por un momento pero se baja sola sin mi ayuda, detesto cuando se hace la difícil. Es como un jodido rompecabezas pero no es tan fácil de resolver por la falta de algunas piezas y yo en este momento solo tengo los bordes osea lo que aparenta.

—¡YA BAJATE, NO TENGO PACIENCIA PARA TI, MALDITO INFELIZ!— grité con enojo al hombre quien terminé bajando con unos cuantos golpes, malhumor empeoró trás el rechazo de ella y ni yo sé el motivo.

Nos dirigimos a la oficina de Mikey, tenía el hombre sujetado para asegurarme que no intentara escapar de ninguna manera y cuando entramos lo tiré con mucha fuerza, a propósito, para el suelo, con una sonrisa sádica me paré a la derecha de Mikey mientras que Aiko a su izquierda. Aveces pienso que es una muerta viviente, no tiene ni un brillo de vida en sus ojos rojos y tampoco expresiones aparentes. Solo esa fría fachada constantemente presente.

—Sanzu, llevalo.— me ordena Mikey cuando se percata de que iba a degollar ese hombre por intentar escupirle. No dudé en llevar a cabo su orden y sentí como me seguían mientras llevaba al hombre a la sala de torturas. Inspiré el aire fresco de aquél lugar que está repleto de armas que apenas se ven por la oscuridad.

Pero yo la conozco de memoria, es mi lugar favorito hasta ahora y amo desahogarme aquí con las víctimas a través de torturas y heridas que les puedo dejar sin límites porque todos aquí lo disfrutan.

Pero yo la conozco de memoria, es mi lugar favorito hasta ahora y amo desahogarme aquí con las víctimas a través de torturas y heridas que les puedo dejar sin límites porque todos aquí lo disfrutan

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