especial Navidad.

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Tercera persona pov.

Aiko y Sanzu estaban juntos vagando por un centro comercial, habían terminado su misión y les quedaba tiempo para explorar los negocios hasta que se detuvieron frente a uno que exponía varios adornos para Navidad.

—Por cierto…¿Qué le podríamos regalar al jefe para Navidad?— preguntó la mujer levantando la cabeza para lograr mirar a los ojos al pelirosa que la acompañaba.

—No sé, tal vez una camiseta.— propuso él ganándose la clara desaprobación de la mujer.

—Seguramente la va a usar. Siempre anda con la misma ropa, no me sorprendería si en su clóset tendría solo camisetas y pantalones negros.— respondió ella frunciendo un poco el ceño en el intento de encontrar una idea de regalo para su jefe.

—¿Un peluche y una botella de alcohol? El primero es para que no duerma solo y el segundo es para aliviar los problemas.— volvió a hablar el ojiazul con una sonrisa de orgullo ante lo dicho, creyendo que la mujer no pudiera decir algo en contra.

—¡Oh, claro! Regalar un peluche al jefe de la mafia más temida de Japón, que buena idea.— dijo ella con sarcasmo para que Sanzu pudiera entender pero no lo hizo y solo creyó que ella estuviera elogiando su intelecto y capacidad de regalar cosas.

—Si le regalas un peluche va a mandar a la mierda a ti y al peluche, además el jefe no es de beber alcohol.— respondió ella con seriedad y descartando todas las ideas del hombre.

—Necesitamos algo especial. ¿Y si mejor le regalamos un desinfectante para que pueda limpiar su oficina de todas las veces que hemos cogido?— propuso ella con determinación haciendo que Sanzu se burlara aunque al notar que hablaba en serio detuvo su risa.

—Ni de coñas, cariño. Esa cosa va limpiada con fuego y yo no me arrepiento de nada.— dijo él llevando una mano para colocar un mechón detrás de la oreja de ella y acariciarle un poco la mejilla.

—Eres imposible. ¿Y si decoramos su oficina?— cuestionó ella volviendo a mirar el escaparate del negocio con un brillo de felicidad en sus ojos.

—Esta bien, como quieras.— aceptó él dejándose arrastrar en el interior del negocio.

Ambos ejecutivos sabían que su jefe se habría enojado con ellos por comprar “tonterías” como decoraciones de Navidad pero en ese momento solo estaban disfrutando el tiempo juntos como personas normales y no mafiosos.

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—Creo que compramos demasiadas cosas.— dijo el hombre cargando diferentes bolsas y cajas que cubrían su cara por completo pero podía ver la pelinegra que estaba cargando un árbol de Navidad más alto que ella y sin ninguna dificultad.

—Nunca es suficiente. Vamos, el auto queda cerca.— dijo ella tomándolo de la mano y empezando a dirigirse hacia el estacionamiento donde por fin pudieron encontrar el auto y dejar las varias cosas en el maletero.

Se les había olvidado un pequeño detalle y era que tenían hombres secuestrados y necesitaban subirlos al auto, eso hicieron aunque los terminaron amordazando y amarrando en los asientos traseros.

El hombre empezó a conducir con despreocupación y tranquilidad hacia la dirección del edificio de Bonten; cuando finalmente llegaron, mataron a los hombres para luego subir y empezar a decorar la oficina de Mikey, aprovechando su ausencia.

Estaban siguiendo con su trabajo de decoración hasta que fueron atrapados por Mikey que los miró con molestia y les regañó por decorar la oficina sin su permiso.

Sanzu y Aiko no pudieron evitar sentirse avergonzados por el regaño de Mikey aunque en el fondo sabían que a él les gustaba lo que habían hecho pues no había quitado ningún adorno.

La misión fue exitosa.

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