*Brendan en multimedia*
Laura:
La cerradura de la puerta se abre o eso es lo que escucho, hasta que mi hermana me lo confirma.
—Ya estas en casa, Danna.
—Con cuidado.—La voz de ese hombre esta a mi lado.—Sujeta del baston.
Estiro la mano hasta encontrarlo.
—Permite...—Se ofrece en ayudar más.
—Puedo sola.—Le interrumpo y le arrebato el bastón. Tengo grabado mi departamento en la memoria, se que puedo caminar sola hasta que me choco con algo.—Mierda.
—Señorita Mirren...
Escucho sus pasos acercándose por detrás.
—Dije que puedo sola.
Se detiene y consigo pararme yo misma, pero aun asi lo escucho cerca de mi, sigo avanzando y estirando la mano esta vez hasta que finalmente encuentro lo que queria.
Mis manos acarician la tabla de armonía del violonchelo y pronto mi hermana empieza a hablar.
—¿Brendan, no?
—S- Si.
—Un gusto.—La voz de Danna se vuelve chillona e insoportable, hace eso cuando quiere coquetear.
Le gusto el tal enfermero.
Bien, que se lo lleve. Con suerte lo entretendrá y yo lo mantendré lejos de mi alcance, las dos ganamos.
—¿Podemos hablar un minuto?
—Por supuesto.
Los pasos del enfermero se alejan de mi para acercarse a ella, pronto solo escucho murmullos o palabras de preocupación de parte de mi hermana.
La audición se me a agudizado, no todo es malo.
—¡Laura!—Me llama Danna y la escucho acercarse.
—¿Qué?
—Ya me voy.—Contesta y me giro hacia el lado del que proviene su voz.—Tengo cosas que hacer y dejare que te instales.
—¿Me dejaras con un extraño?
—No es un extraño, es alguien recomendado por la clínica.
—Es un extraño para mi.
—Entonces conócelo y dejara de ser un extraño.
—No quiero.
—Pues quiere porque no se ira.—Me toca el hombro.—Todo estará bien, ya estas en casa.
Se empieza a alejar.
—Danna.—La llamo.
Ella calla un segundo, yo también.
—Estarás bien.—Asegura.—La psicóloga vendrá dos veces por semana, empezando por mañana temprano. Tu cita era hoy, pero solicite que sea para mañana, acabas de llegar y...
—No necesito una loquera aqui.
La escucho suspirar.
—Si lo necesitas, descansa.
Se termina por marchar y me sobresalto cuando cierran las puertas.
—¿Desea algo má...—Habla el enfermero, pero ni lo dejo terminar.
—Me voy a mi habitación.
Emprendo el rumbo como lo tengo memorizado, pero sigo ayudándome con el bastón.
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En los ojos de Laura
RomanceLa violonchelista Laura Mirren ha perdido el rumbo de su vida tras un accidente y con ello su amor, sus ganas y su deseo de volver a tocar frente a miles de personas. Para Laura su vida no volverá a ser la misma. Y será su enfermero a su disposición...