3. Permiso para tocar tu cuerpo

252 36 0
                                    

Laura:

—Quiero informarte, Laura, que no me ire hasta que digas algo.

No me avisaron que la cita seria tan temprano.

Al notar que no digo nada, menciona.—¿Por qué no empiezas diciéndome como te sientes?

—¿Cómo me siento?—Sonrio.

—Si, me gustaría saber como te sientes, veras expresarnos nos ayuda bastante.—Contesta tranquila.—A mi a conocerte mejor para poder ayudarte y a ti a desahogarte.

—No necesito ayuda.

—Solo.—Hace una pausa.—Empieza diciéndome como estas.

—¿Quiere saber como estoy?

—Si, me gustaría.

Me cruzo de brazos.

—Me sacaron de la orquesta sinfónica, probablemente pierda mi vacante de ingreso a la universidad y ¡Oh si!  ¿Cómo olvidar lo más importante? Gracias a unos estúpidos tuve la dicha de quedarme ciega.

Ella no dice nada.

—¿Cómo espera que me sienta?

La escucho escribir.

—¿Qué hace?

—Solo anoto en mi libreta.

—Pues no lo haga.—Pido.—Los ruidos son más molestos ahora que estoy ciega.

—Tal vez no me corresponda recordarte que estas en recuperación...

—Si no es ético, no lo diga.

Ella calla.

—¿De verdad es psicóloga?

La escucho suspirar.

—Ahora que soltaste todo, dime como te hace sentir eso. 

—¿Por qué no se va?—Insisto.—¿Quiere saber lo que realmente me ayudaria?

—Claro.

—Que se vaya y no solo usted.—Me pongo de pie y señalo lo que ni veo.—Deseo que todos me dejen tranquila. Quiero vivir este duelo o como se que quieran llamarlo, sola.

Mi mano alcanza algo en la mesa y lo arrojo a donde sea que caiga, pero escucho como se rompe.

Vuelvo a ocupar el asiento. 

—Váyase.

—No ire a ningún lugar, Laura.

Mierda.




(***)


Mis dedos acarician la tapa del violonchelo, recorro hasta bajar mis dedos a los efes y los ubico sobre las cuerdas provocando un ruido que me hace apretar los dientes, sigo subiendo muy despacio por el mástil hasta llegar a la voluta y niego.

—¿Tocaras?

La voz me hace girar y suelto mi instrumento, volviéndome por impulso en dirección a la voz.

—¿Qué haces ahi?

—Tu medicamento.—Me indica. 

—No aparezcas asi.

—¿Puedo acercarme?

—Que sea rapido.

Los pasos del enfermero vienen en mi dirección y enderezo la espalda.

En los ojos de LauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora