Capitulo 4

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Los días pasaban, y la tensión entre Jungkook y Jimin seguía creciendo. Aunque cada intento de Jimin por ganarse un poco de su consideración era recibido con frialdad, él continuaba. Algo en su interior le decía que, en algún punto, su amabilidad rompería esa capa de hielo que cubría a Jungkook. 

Sin embargo, el resultado de sus esfuerzos era siempre el mismo: miradas duras, comentarios hirientes y una indiferencia que solo parecía crecer. Y, como si eso no fuera suficiente, Jungkook parecía disfrutar al hacerle la vida imposible.

Una tarde, Jungkook convocó a Jimin a su oficina. Era una sala espaciosa y pulcra, con grandes ventanales y una vista impresionante de la ciudad. Sin embargo, esa belleza no lograba calmar la ansiedad que sentía cada vez que estaba en presencia de su jefe.

—Jimin, necesito que te encargues de un nuevo proyecto —anunció Jungkook, con voz fría y seria, sin siquiera levantar la mirada de su computadora.

Jimin se sorprendió. A pesar de todos los desplantes, esta era una oportunidad importante, una muestra de confianza que no esperaba recibir. Una parte de él se alegró y se llenó de esperanzas; tal vez, finalmente, Jungkook estaba comenzando a reconocer sus esfuerzos.

—Claro, señor —respondió Jimin, tratando de ocultar la emoción en su voz—. Haré lo mejor que pueda.

Jungkook le explicó en términos generales el alcance del proyecto: era una oportunidad crucial para la empresa y requería una dedicación total, con plazos ajustados y una serie de requisitos complejos. Jimin asintió, tomando notas mentalmente y sintiéndose preparado para asumir el desafío. Estaba dispuesto a trabajar lo que fuera necesario, incluso noches y fines de semana, para demostrar que era capaz.

Los días siguientes fueron un torbellino de trabajo. Jimin pasaba horas en la oficina, revisando documentos, investigando y estructurando el proyecto. Apenas dormía, alimentándose de café y de bocados rápidos, mientras perfeccionaba cada aspecto. El esfuerzo y la presión eran intensos, pero él seguía adelante, motivado por el deseo de mostrarle a Jungkook su valía.

Con cada día que pasaba, se convencía más de que esto sería un punto de inflexión. Quizás, si hacía bien este proyecto, podría ganarse un poco de respeto e incluso una pizca de gratitud. 

Esa posibilidad lo hacía trabajar con mayor ímpetu, porque, aunque Jungkook no lo admitiera, Jimin sabía que en el fondo su jefe no era del todo cruel, sino que había algo roto en él.

Finalmente, después de varias jornadas agotadoras, el proyecto estaba listo. Cada detalle había sido revisado, cada aspecto estaba cubierto, y Jimin se sentía satisfecho con el resultado. Cargado de orgullo y algo de nerviosismo, se dirigió al despacho de Jungkook con el informe completo.

Pero, al entrar, Jungkook apenas levantó la vista de su escritorio y, con un gesto de desprecio, dejó el documento de lado. Sin previo aviso, Jungkook se levantó de su silla y llamó a otro empleado, un compañero de Jimin, que entró en la oficina sin saber de qué se trataba.

—Este proyecto —dijo Jungkook, mirando al nuevo empleado con una expresión de aprobación— será tu responsabilidad a partir de ahora.

Jimin se quedó paralizado. Sentía cómo el color se le escapaba del rostro mientras asimilaba lo que acababa de escuchar. Todo ese esfuerzo, cada noche en vela, cada pequeño sacrificio que había hecho, parecían desmoronarse frente a él en un instante.

—Pero... —comenzó a decir, su voz apenas un susurro.

Jungkook le dedicó una mirada fría y cortante.

—¿Hay algún problema, Jimin? —preguntó, su tono despectivo y desafiante.

Jimin se mordió el labio, conteniendo las palabras de frustración y dolor que quería gritar. Sabía que, en ese momento, no podía decir nada que cambiara la situación, y que solo empeoraría las cosas si expresaba su indignación. Con el corazón apretado, apenas sacudió la cabeza en señal de negación.

—No, señor. Ningún problema.

Sin decir más, salió de la oficina con el orgullo herido y la mente inundada de dudas. Caminó por el pasillo hacia su escritorio, sintiendo el peso de las miradas de sus compañeros, algunos de ellos con expresión de simpatía y otros con lástima. No obstante, nadie se atrevió a decirle nada; todos sabían que Jungkook era implacable con aquellos que mostraban debilidad.

Esa noche, Jimin regresó a casa exhausto, pero no por el trabajo. Su agotamiento era emocional, como si cada parte de él estuviera adolorida por el rechazo y la humillación. Había intentado tanto, había puesto toda su esperanza y esfuerzo en esa oportunidad, solo para que se la arrebataran sin una razón.

Sentado en la oscuridad de su pequeño departamento, comenzó a reflexionar sobre todo lo que había hecho. Las noches sin dormir, las veces que había intentado ver lo mejor en Jungkook, sus pequeños gestos de bondad que siempre terminaban siendo ignorados o, peor aún, rechazados. Cada intento de acercarse solo parecía alimentar el desprecio de Jungkook hacia él.

—¿Vale la pena seguir intentando? —susurró en voz baja, como si las paredes pudieran darle alguna respuesta.

Por primera vez, Jimin comenzó a cuestionarse si su empeño por ganarse la aprobación de Jungkook estaba justificado. La verdad era que aquel hombre, aunque herido y roto por dentro, parecía disfrutar viéndolo sufrir. No importaba cuán amable y comprensivo intentara ser; Jungkook siempre encontraba una forma de hacerlo sentir pequeño e insignificante.

Mientras miraba por la ventana, perdido en sus pensamientos, una lágrima silenciosa se deslizó por su mejilla. Sentía que su amor por Jungkook, aquel sentimiento que había guardado en secreto durante tanto tiempo, solo lo estaba lastimando. Por más que intentara ver la bondad detrás de la fachada fría, comenzaba a aceptar que tal vez nunca lograría cambiarlo. 

Jungkook era como una tormenta implacable, y cada esfuerzo por acercarse a él parecía solo atraer más caos y dolor.

Aun así, una pequeña parte de su corazón se resistía a abandonar la esperanza. Había algo en la mirada de Jungkook, algo que había visto en esos momentos en que se quedaba solo, sin que nadie lo observara.

 Una sombra de vulnerabilidad que le hacía pensar que, en algún rincón de su ser, Jungkook deseaba ser amado, aunque nunca lo admitiera.

Pero aquella noche, mientras intentaba conciliar el sueño, Jimin se prometió a sí mismo ser más fuerte y cuidar de su propio corazón. Decidió que, si bien su amor por Jungkook era profundo, no debía permitir que lo destruyera por completo. 

Había dado hasta la última gota de sus fuerzas, y no estaba dispuesto a permitir que lo hundieran en un abismo de tristeza y humillación.

Con ese pensamiento en mente, cerró los ojos y se dejó llevar por el cansancio, intentando dejar atrás el dolor de la humillación y la traición. Sabía que su camino no sería fácil y que, si quería ayudar a Jungkook, primero debía encontrar la fortaleza para mantenerse firme, sin perder su dignidad en el proceso.

彡[ᴅᴀʀᴋ ʜᴇᴀʀᴛ]彡★KOOKMIN★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora