Las semanas transcurrían lentamente para Jungkook, como si cada día estuviera cargado de un peso invisible que se le hacía cada vez más difícil de soportar. Desde la renuncia de Jimin, su mundo, antes tan estructurado y controlado, parecía haberse desmoronado en un abismo de silencio y reflexión.
Por las noches, cuando se encontraba solo en su apartamento, no podía evitar que su mente regresara una y otra vez a los momentos en que Jimin estaba a su lado. Cada recuerdo, por simple que fuera, parecía adquirir un nuevo significado, uno que lo llenaba de dolor y arrepentimiento.
Al principio, trató de justificar sus acciones: pensaba que la dureza con la que había tratado a Jimin era necesaria, que no podía permitir que nadie se acercara demasiado. Después de todo, abrir su corazón lo había llevado a sufrir en el pasado, y había jurado no volver a exponerse de esa manera. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Jungkook comenzó a ver las cosas de forma diferente.
Las heridas del pasado seguían ahí, pero la partida de Jimin había dejado una nueva herida, una que parecía más profunda y dolorosa, porque esta vez era él mismo quien la había causado.
Esa noche, se sentó en su escritorio y empezó a repasar mentalmente todos los momentos que había compartido con Jimin. Recordó los primeros días, cuando el joven llegaba temprano a la oficina, con una sonrisa discreta pero sincera, siempre listo para ayudar en lo que fuera necesario.
Jungkook había ignorado aquellos pequeños gestos, tratándolos como insignificantes, cuando en realidad eran muestras de afecto y dedicación que Jimin le ofrecía sin pedir nada a cambio.
Más recuerdos comenzaron a aflorar: los cafés que Jimin le llevaba cada mañana, las notas de aliento que dejaba en su escritorio, y la manera en que intentaba iluminar el ambiente de trabajo con su buen ánimo. ¿Por qué había decidido lastimarlo, aun sabiendo que Jimin solo intentaba hacerle la vida un poco más agradable? El remordimiento comenzó a instalarse en su pecho, apretándolo como una cadena que no podía romper.
El tiempo no borraba las memorias; al contrario, cada vez que recordaba el rostro herido de Jimin, el peso de su arrepentimiento se hacía más insoportable.
Un fin de semana, Jungkook decidió salir a caminar, buscando algún tipo de alivio a sus pensamientos. Se perdió en la ciudad, sin rumbo, simplemente dejándose llevar por el sonido de sus propios pasos y el bullicio que lo rodeaba. Sus pies lo llevaron sin que se diera cuenta hasta un parque en el que solía descansar durante los almuerzos.
Recordó que, en más de una ocasión, había visto a Jimin allí, sentado en un banco, disfrutando de un breve descanso, a veces con un libro en las manos, otras veces simplemente observando a las personas pasar con una paz que parecía inalcanzable para él.
Cerró los ojos, y en su mente apareció una imagen de Jimin, su rostro iluminado por la luz del sol, con una expresión de calma que Jungkook nunca había comprendido. Era como si, en ese momento, Jimin pudiera conectarse con algo más allá de los problemas del día a día.
Y ahí, en medio de ese recuerdo tan vívido, Jungkook entendió algo que había estado ignorando: Jimin era una de las pocas personas que había traído calidez a su vida. Se había acercado sin miedo, sin exigencias, dispuesto a entregarle un afecto sincero que él mismo había rechazado.
La autorreflexión comenzó a tomar una fuerza imparable. Jungkook se dio cuenta de que su dolor, sus heridas del pasado y su orgullo no justificaban la crueldad con la que había tratado a Jimin. Recordó las veces en que el joven había intentado acercarse, solo para ser rechazado una y otra vez.
La realidad lo golpeó con fuerza: no había sido solo su desconfianza hacia los demás lo que lo había llevado a actuar así, sino su propio miedo a que alguien rompiera la coraza que tanto se había esforzado en construir.
Esa noche, al llegar a su apartamento, Jungkook se sentó frente a una hoja en blanco, sintiendo que tenía que expresar de alguna manera todo lo que estaba sintiendo. Tomó un bolígrafo y empezó a escribir, sin saber exactamente qué palabras usar. Quería disculparse, pero ¿cómo expresar en una carta toda la culpa y el arrepentimiento que lo consumían? Las palabras parecían vacías, insuficientes. ¿Cómo podía hacer que Jimin entendiera que sus sentimientos eran sinceros?
Después de varios intentos fallidos, decidió que una carta no sería suficiente. Si realmente quería enmendar su error, tenía que buscar a Jimin y decirle todo en persona. Sabía que arriesgaba ser rechazado, que probablemente el joven no querría volver a verlo después de todo lo que le había hecho.
Pero esa posibilidad de ser rechazado era un precio que estaba dispuesto a pagar; lo que importaba ahora era que Jimin supiera que él estaba arrepentido, aunque eso no fuera a cambiar el pasado.
La decisión estaba tomada. Pasó los siguientes días tratando de averiguar dónde podía encontrar a Jimin. Visitó su antiguo departamento, pero el dueño le informó que se había mudado recientemente. Fue a la cafetería que Jimin solía frecuentar, pero tampoco tuvo suerte.
Cada lugar al que iba le recordaba la ausencia de Jimin, y el vacío se hacía cada vez más insoportable. Parecía como si el destino le estuviera castigando por haber dejado escapar a la única persona que realmente se había preocupado por él.
Finalmente, después de varios días de búsqueda, uno de los compañeros de trabajo de Jimin le mencionó que lo había visto trabajando en una cafeteria pequeña en las afueras de la ciudad. Sin perder un segundo, Jungkook tomó su coche y se dirigió al lugar.
El camino le pareció eterno, y a cada kilómetro que avanzaba, sentía que el peso en su pecho aumentaba. ¿Qué le diría al verlo? ¿Cómo encontrar las palabras correctas para expresar todo lo que sentía?
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彡[ᴅᴀʀᴋ ʜᴇᴀʀᴛ]彡★KOOKMIN★
Ngẫu nhiênJungkook frío y calculador CEO de una de las empresas más importantes de Seúl. Su corazón roto lo convirtió en una persona insensible, una fachada que no permite que nadie vea su verdadero yo. Jimin, por otro lado, es su fiel secretario, amable y de...