Capitulo 5

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Jimin se despertó esa mañana con una extraña calma en el pecho, una sensación que casi había olvidado. El cansancio emocional y las heridas que cargaba le pesaban como nunca antes. Había intentado tanto, había soportado tantas humillaciones y dolores, todo por un hombre que parecía incapaz de verlo más allá de un simple peón para descargar su resentimiento. 

Esa noche, después de una larga y angustiante reflexión, había tomado una decisión. Era el momento de dejar ir a Jungkook, de cerrar esa puerta que, aunque le dolía, sabía que nunca le traería paz.

Al llegar a la oficina, Jimin sentía una especie de paz amarga. Sabía que este sería su último día allí, su última vez soportando la presencia helada de Jungkook y las miradas de sus compañeros. Había redactado su carta de renuncia la noche anterior, y, aunque había dudado una y otra vez, finalmente la imprimió, la firmó, y la guardó con cuidado en su maletín.

Cada paso hacia el despacho de Jungkook le pesaba como si llevara una carga invisible en los hombros. Al abrir la puerta y entrar, lo vio sentado en su escritorio, revisando algunos documentos, ajeno a todo. Jungkook ni siquiera levantó la vista cuando escuchó los pasos de Jimin; su frialdad habitual parecía más intensa que nunca.

Jimin se aclaró la garganta y, con una voz suave pero decidida, habló:

—Señor Jeon, necesito hablar con usted un momento.

Jungkook alzó la mirada, su expresión tan imperturbable como siempre. Se limitó a asentir y se recostó en su silla, cruzando los brazos con un gesto de indiferencia.

—Adelante —respondió sin mucho interés.

Jimin sacó la carta de su maletín y la colocó sobre el escritorio, deslizando sus dedos temblorosos sobre el papel. Tomó una respiración profunda, intentando mantener la compostura.

—Esta es... mi carta de renuncia —dijo finalmente, su voz apenas un susurro.

La sorpresa en el rostro de Jungkook fue mínima, apenas una ligera contracción en sus facciones, que rápidamente ocultó bajo una máscara de frialdad. Él tomó la carta, pero no la abrió, simplemente la miró por unos segundos antes de devolver su atención a Jimin, quien había reunido todas sus fuerzas para enfrentarlo una última vez.

—¿Renuncia? —preguntó Jungkook, con una voz cargada de desdén—. ¿Finalmente decides que no puedes con la presión?

Jimin apretó los labios, sintiendo una oleada de dolor que se mezclaba con su resolución. Cada palabra de Jungkook era como un cuchillo, pero esta vez, sabía que no había vuelta atrás.

—No es que no pueda con la presión, Jungkook —respondió con calma—. He soportado mucho más de lo que te imaginas. He soportado tu crueldad, tus humillaciones, tus desprecios... todo, porque pensé que en algún momento lograrías ver más allá de tu odio y tu resentimiento.

Jungkook lo miraba fijamente, sin decir nada, pero sus ojos traicionaban una mezcla de sorpresa y confusión. Jimin continuó, sintiendo cómo su voz se quebraba ligeramente.

—Quise creer que había algo más en ti, algo que valiera la pena... Me equivoqué. He estado lastimándome, perdiéndome en el proceso, y ya no puedo seguir así. Por eso, renuncio. Necesito empezar de nuevo, lejos de todo este dolor.

Jungkook observó a Jimin en silencio, sus facciones endurecidas. Aunque parecía impasible, había algo en sus ojos que denotaba incomodidad. Tal vez porque nunca imaginó que Jimin realmente se iría, o quizás porque la idea de que alguien renunciara voluntariamente a él, al poderoso y temido Jungkook, lo desconcertaba profundamente.

—¿Eso es todo? —preguntó Jungkook, con una voz vacía.

Jimin asintió, intentando contener las lágrimas que amenazaban con escapar.

—Eso es todo. Solo quería que supieras... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—, que, a pesar de todo, nunca te odié, Jungkook. Solo quise amarte, pero me has dejado claro que eso nunca será posible.

Sin decir más, Jimin dio media vuelta y salió de la oficina, cerrando la puerta tras de sí. Sintió una mezcla de alivio y tristeza mientras caminaba por el pasillo. Había dejado una carta en el escritorio de Jungkook, una carta que había escrito durante la madrugada, con lágrimas en los ojos y el corazón roto. Era su despedida final, una confesión sincera de todo lo que había sentido.

Jungkook, después de varios minutos de inmovilidad, finalmente se decidió a abrir la carta de renuncia de Jimin. Al principio la miró con indiferencia, pero sus ojos se detuvieron en un sobre pequeño que acompañaba la carta. Era la despedida de Jimin, escrita en su propia letra, con palabras que emanaban un dolor profundo.

Con manos temblorosas, Jungkook sacó la carta y comenzó a leer:

"Jungkook,

Quizá nunca entiendas lo que he sentido por ti. He pasado meses intentando demostrarte que no todos te harían daño, que el amor no siempre significa dolor. Pero cada intento mío fue rechazado, cada gesto de bondad que intenté darte solo fue recibido con desprecio.

He renunciado no solo porque tu indiferencia me hiere, sino porque he llegado al límite de mi capacidad para soportar este amor no correspondido. Siempre supe que era un amor difícil, que tus heridas eran profundas, pero nunca imaginé que me destruiría de esta manera.

No te guardo rencor. En el fondo, aún te deseo lo mejor. Espero que algún día encuentres paz y que alguien te haga sentir amado de la manera en que yo quise amarte.

Esta es mi despedida. Con el corazón roto,

Jimin."

Las palabras de Jimin calaron hondo en Jungkook, aunque él mismo no quería reconocerlo. Sentía una mezcla de frustración, enojo e incluso un dolor desconocido, que hasta ese momento había ignorado o reprimido. 

Una parte de él se rebelaba ante la idea de que alguien como Jimin lo abandonara; después de todo, él era Jungkook, un hombre impenetrable, respetado y temido.

Pero en ese instante, algo se rompió en su interior. Las palabras de Jimin resonaron en su mente, despertando recuerdos enterrados de una vida en la que sí había sentido amor, en la que no siempre había sido este ser frío y despiadado. 

Por un momento, la imagen de Jimin, con su mirada dulce y su amabilidad constante, se le apareció en su mente, y sintió un vacío abrumador.

Al mismo tiempo, el orgullo que había cultivado toda su vida le impedía reaccionar de una manera diferente. Sabía que lo correcto habría sido detener a Jimin, pedirle que se quedara, pero el miedo a abrirse y mostrar vulnerabilidad lo dejó paralizado.

Mientras tanto, Jimin, al salir de la oficina por última vez, experimentaba una mezcla de emociones. Había perdido a la persona a la que amaba, pero también sentía una libertad que hacía mucho tiempo no conocía. Aunque las lágrimas continuaban cayendo por su rostro, sentía que finalmente estaba dando un paso hacia su propia paz, lejos de un amor que le había causado más dolor que alegría.

Caminó hacia la salida del edificio sin mirar atrás, sabiendo que su vida tomaría un rumbo diferente a partir de ese momento. Sabía que el proceso de sanar sería largo, pero tenía la esperanza de que, algún día, el dolor disminuiría y las cicatrices serían solo un recuerdo de un tiempo en el que se atrevió a amar sin reservas.

Por primera vez en mucho tiempo, Jimin sonrió para sí mismo.

彡[ᴅᴀʀᴋ ʜᴇᴀʀᴛ]彡★KOOKMIN★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora