La tarde había caído con una quietud inusual. El aire fresco de la ciudad se sentía ligero, pero dentro de la cafetería, la atmósfera era densa, cargada de las palabras no dichas que flotaban entre Jungkook y Jimin. Desde que lo había visto en ese pequeño café, algo dentro de Jungkook había comenzado a cambiar.
Había querido disculparse por eso empezó a frecuentar la pequeña cafeteria, había deseado con todo su ser que el tiempo pudiera retroceder, que pudiera corregir todos sus errores, pero sabía que no sería tan fácil. No podía seguir viviendo con la culpa.
Estaba allí, parado frente a Jimin, con el corazón acelerado, las manos sudorosas, y una sensación de nerviosismo que no le era familiar. Miraba a Jimin, quien parecía ser más calmado que nunca, pero con un dejo de tristeza en su rostro, como si sus propios recuerdos aún estuvieran frescos en su mente.
Había pasado tiempo desde que Jungkook había visto esa mirada, una mezcla de ternura y dolor, una que antes había despreciado y que ahora lo atormentaba.
Jimin, con su usual serenidad, se mantenía detrás del mostrador, atendiendo a los pocos clientes que quedaban, como si no tuviera ninguna idea del torbellino de pensamientos que invadían la mente de Jungkook.
No era como en el pasado, cuando todo entre ellos era tenso, cargado de emociones no expresadas. Esta vez, la calma de Jimin parecía más definitiva, como si la tormenta que había sido su relación finalmente hubiera llegado a su fin. Pero Jungkook no podía dejar que todo terminara así, sin más, sin poder explicar lo que había sucedido, sin poder desahogar el peso que había llevado durante tanto tiempo.
Finalmente, después de un largo silencio, Jungkook decidió que ya no podía esperar más. Tenía que hablar con él, aunque fuera tarde. Tomó una respiración profunda y dio un paso hacia el mostrador.
—Jimin... —su voz era más baja de lo que esperaba. Pero no era miedo lo que sentía; era la necesidad de ser sincero, de finalmente ser honesto.
Jimin lo miró, su expresión imperturbable, pero sus ojos, esos ojos que Jungkook conocía tan bien, revelaban que lo había estado observando, esperando que él hiciera el primer movimiento. Jimin asintió levemente, invitándolo a seguir.
—Te debo una explicación —dijo Jungkook, sintiendo que las palabras le salían a tropezones, como si las emociones que había guardado durante tanto tiempo se desbordaran de una vez—. No soy bueno en esto. Nunca lo he sido. Pero hay algo que necesito que entiendas.
Jimin frunció el ceño levemente, como si estuviera tratando de comprender el motivo detrás de esas palabras. Jungkook podía ver la atención en su rostro, pero también la distancia que había puesto entre ellos. Jimin ya no era el joven que se preocupaba por él a toda costa.
Ahora, era alguien diferente, alguien que había aprendido a proteger su corazón, y Jungkook lo respetaba por eso.
—Todo lo que hice... todo lo que te hice... no fue por ti. Fue por mi propio dolor, por mis propios miedos. —Jungkook se detuvo, mirando al suelo, luchando por encontrar las palabras adecuadas. El peso de la verdad lo oprimía en el pecho—. Perdí a alguien muy importante en mi vida hace años, y desde entonces, me cerré. Me prometí que nunca más volvería a dejar que alguien me lastimara. Y tú... tú fuiste la víctima de mi miedo, de mi odio hacia el mundo. Te traté como a nadie más, y por eso te herí. Pero... no fue tu culpa.
Jimin no dijo nada, pero Jungkook pudo ver cómo sus ojos se suavizaban, cómo la tensión en su rostro comenzaba a desvanecerse. Sin embargo, no podía permitirse seguir allí sin ser completamente honesto.
—Lo que quiero decir, Jimin, es que... —Jungkook levantó la vista, sus ojos buscando los de él con una sinceridad que nunca antes había mostrado—. Lo que siento por ti no es solo culpa del dolor que llevo dentro. Es real. Te quiero. No sé si es tarde, si has dejado de sentir algo por mí, pero... siento algo por ti.
Las palabras flotaron en el aire como una confesión que Jungkook había estado guardando en su interior, algo que nunca había admitido ni siquiera ante sí mismo.
Ver a Jimin allí, ante él, tan sereno pero distante, lo hacía dudar de todo lo que había dicho. Sin embargo, ahora que lo había dicho, sentía que había algo liberador en ello, como si las cadenas que lo mantenían prisionero se estuvieran rompiendo poco a poco.
Jimin se quedó en silencio, sin moverse, sin responder de inmediato. Jungkook esperaba, su respiración irregular, mientras cada segundo parecía alargarse más que el anterior. Finalmente, Jimin habló, su voz suave, pero firme.
—Jungkook, te creía mejor que esto. Pensé que, en el fondo, eras una buena persona. Y por eso me dolió tanto lo que hiciste. —La tristeza en su voz era palpable, pero no era un reproche, más bien, una aceptación tranquila de lo que había sido—. Pero entiendo lo que dices... entiendo que el dolor puede cegarnos. Sin embargo, eso no cambia lo que pasó. No cambia cómo me sentí cuando me hiciste daño.
Jungkook sintió una punzada en su pecho, una punzada que era tanto de arrepentimiento como de angustia. Todo lo que había dicho, toda la sinceridad de sus palabras, no podía borrar el daño que había causado.
No podía regresar el tiempo ni deshacer el sufrimiento que Jimin había pasado a su lado. Y, por primera vez en mucho tiempo, Jungkook se dio cuenta de lo irreversible que había sido todo.
—Lo sé —respondió Jungkook, con la voz quebrada—. Sé que no puedo cambiar el pasado. No espero que me perdones de inmediato. Solo... quería que supieras la verdad. Que supieras que no fue por ti.
Jimin lo miró un momento más, sus ojos buscando algo en los de Jungkook. Había una complicidad en su mirada, una especie de entendimiento que, aunque no los reconciliaba por completo, les daba una conexión en ese instante. Después de un largo silencio, Jimin dejó escapar un suspiro, uno que parecía pesar más de lo que sus palabras podían expresar.
—Yo... yo también siento algo por ti, Jungkook —admitió, bajando la mirada, como si las palabras le costaran más de lo que había anticipado—. Pero no sé si estoy dispuesto a exponerme nuevamente al dolor que sentí. Ya no sé si valdrá la pena.
Las palabras de Jimin cayeron sobre Jungkook como una revelación dolorosa, pero una que de alguna manera también lo alivió. Sabía que no había respuestas fáciles, que no podría convencer a Jimin de nada de la noche a la mañana. Pero había algo en su voz, algo en la forma en que le había confesado que también sentía algo, que le dio esperanza, aunque frágil.
—Entiendo, Jimin —respondió Jungkook, su voz suave, pero llena de una determinación nueva—. No te pediré nada. No te voy a presionar. Solo... quería que supieras cómo me siento. Si alguna vez decides darme una oportunidad, lo haré cuando estés listo. No quiero que te hagas daño por mi culpa de nuevo.
Jimin lo miró por un momento más, y luego asintió lentamente, como si finalmente estuviera comenzando a procesar todo lo que había pasado entre ellos.
—Está bien —dijo finalmente, su voz tranquila, pero llena de una sabiduría que Jungkook había comenzado a admirar—. Tómate tu tiempo, Jungkook. Yo también lo haré.
Jungkook no sabía qué les depararía el futuro, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que había dado un paso hacia algo genuino, algo que, aunque incierto, estaba más cerca de lo que había sido antes.
Y con esa pequeña chispa de esperanza, comenzó a creer que tal vez, solo tal vez, el tiempo podría sanar las heridas que él mismo había causado.
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彡[ᴅᴀʀᴋ ʜᴇᴀʀᴛ]彡★KOOKMIN★
RandomJungkook frío y calculador CEO de una de las empresas más importantes de Seúl. Su corazón roto lo convirtió en una persona insensible, una fachada que no permite que nadie vea su verdadero yo. Jimin, por otro lado, es su fiel secretario, amable y de...