Capítulo 41

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El viaje en helicóptero tomó por sorpresa a Farah

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El viaje en helicóptero tomó por sorpresa a Farah.

«Madre mía, ¿a dónde me lleva este hombre?», se preguntó con inquietud. Nunca tuvo problemas en tomar un avión y volar, pero el viaje en helicóptero era más rudo y se sentía más expuesta, más cercana al vacío.

Entre los nervios y las emociones que sentía junto a Rhett, a Farah le parecía que el corazón le saldría saltando del pecho. Ella era tan creativa que se imaginó a aquel músculo caricaturizado y enojado asomándosele entre la piel para decirle: "Abusaste de tus emociones Farah. Ese hombre y todo lo nuevo por lo que me has hecho pasar, me terminará matando".

Ella reía sola al comprender las locuras que imaginaba, aferrada al definido cuerpo de su Espartaco, quien la rodeaba con un brazo, sosteniéndola, entre cada brusca sacudida durante el vuelo.

—¿A dónde me llevas, amor? —indagó ella, emocionada y expectante.

—Es una sorpresa, mi amor mío. Una sorpresa...

Al aterrizar al fin en un helipuerto en medio de la nada, Farah quedó sin palabras ante la paradisíaca vista. El horizonte se podía ver desde cualquier lugar de la única y lujosa villa en medio de la isla.

—Bienvenida a la Gladden private island, mi amor mío. Es de lo más exclusivo que encontrarás en Belice —dijo un orgulloso Rhett. Se acercó al oído de Farah y continuó—. En realidad, quería toda la privacidad posible. Estas noches te haré gritar —y carcajeó.

—Pues no esperaba menos de ti, mi penocho.

En la isla, fueron recibidos con cocteles decorados con flores de limón. Y después de instalarse y refrescarse, el personal los invitó a disfrutar de una exquisita cena de presentación francesa, en tanto miraban el atardecer caer de a poco en la playa, a lo lejos.

—Es tan hermoso aquí, Rhett. Estoy impresionada. Tienes buen ojo para estas cosas. ¿Cómo supiste de este sitio tan único?

Rhett carraspeó, como si le hubiese incomodado la pregunta.

—¿Por qué haces tantas preguntas, amor? —replicó él con otra interrogante.

—Bueno... Te casaste con una abogada. ¿Qué esperabas?

Él sonrió, tomó un bocado, masticó, como si buscara ganar tiempo y finalmente contestó:

—Investigué un lugar que fuera absolutamente privado y encontré este. Me pareció único, como tú.

Algo en Farah, que seguía conociendo a su esposo con cada día que pasaba, no encajó. ¿Sería un presentimiento? No podía definirlo, pero esa respuesta no pareció...

«No sonó verdadera...». Admitió en pensamientos, mas la chica tenía claro el pasado de Rhett. A él le incomodaba recordarlo y ella tampoco quería ser la mujer incisiva, desconfiada y celópata que arruinaba momentos. Así que dejó el tema hasta allí. Su tiempo de casada no podía ser más perfecto y deseaba que siguiera así.

Entre ceja y cejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora