Lunes, 13 de julio del 2015
—¿Qué hicisteis con mi madre? —se atrevió a preguntar Ariadna, tras varias horas de indecisión. Habló bajo, un tanto temerosa de enfadar al secuestrador.
—No lo sé, no es mi responsabilidad —repuso seco. Era la primera vez que lo escuchaba hablar y de alguna forma se sintió abrumada. Su voz era decadente, con un punto ronco, y daba miedo. Iba a juego con el resto del conjunto.
—¿Por qué estoy aquí? —quiso saber ella. Era una duda lógica a la que no le había dado la debida importancia, quizá porque toda su atención estuvo enfocada en la muerte de su madre.
—Eres hija de Márquez, ¿cierto? Es por eso que estás aquí.
Ariadna se encogió sobre sí misma e intentó parecer indiferente; que no le doliera que hubiera nombrado a su padre. Sabía poco de él. La única prueba que tenía de su existencia era el dinero que ingresaba a mamá todos los meses y un regalo de cumpleaños y navidad que recibía por correo todos los años. Nunca le había visto la cara, ni siquiera sabía quién era.
Durante un tiempo estuvo interrogando a mamá sobre su procedencia; ella solo quería saber cómo había nacido, el porqué de todo aquello. Pero mamá siempre se quedaba callada, le daba evasivas y se ponía muy triste. Entonces fue cuando aprendió a mirar a otro lado y a fingir que las cosas iban bien. De todas formas no importaba; no necesitaba a un padre para ser feliz. Y, en cambio, estaba encerrada por su culpa. La responsabilidad de aquello recaía en una persona que siempre la ignoró y la mantuvo en segundo plano. Tuvo el impulso de llorar; se sentía sola. Mamá se había ido y papá nunca había estado.
Recompuso su mueca, que empezaba a asemejarse a la de alguien desesperado, y la convirtió en una máscara de indiferencia. Iba a morir en cuanto descubrieran que papá no quiso saber nada de ella; tenía los días contados y no encontraba posibilidad alguna de librarse de aquello. Pensar, necesitaba pensar, y ordenar las ideas.
—¿Mi padre vendrá a por mí? —inquirió, tanteando el terreno. No estaba segura de querer conocer la respuesta de aquello.
—Tu padre vendrá a por ti cuando nos devuelva lo que nos ha quitado.
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Crónica de Estocolmo
RomanceEl asesino no sabe qué hacer. Ahora mismo tiene a Ariadna, su víctima, prisionera en su casa. Y de lo único que tiene consciencia es de que es incapaz de matarla. Créditos de portada a @Hagastian *-* <3