22 de diciembre de 2022
"Deliberaremos en 15 minutos. Azirafel" El Doctor Crowley llevaba un peluquín blanco y la enorme toga negra que vestía hacía que las mejillas de Azirafel se encendieran mucho más. Apuntó todo lo que pudo del juicio y lo siguió raudo a su despacho, dejando atrás la sala de litigio. Miró de reojo al jurado, ellos se levantaban para tomarse un breve descanso.
Ya habían pasado tres días desde aquel suceso. Azirafel ni Crowley hablaron al respecto y no es que era un tema que al rizado le gustaría volver a tocar, pero definitivamente tenía que quitarse las dudas sobre lo que pasó. Además de que estaba aterrorizado, su jefe no le había dicho nada sobre su...condición.
Y para colmo de males no se atrevía a decirle que necesitaba tomar pastillas anticonceptivas antes de que sea demasiado tarde. Aunque a decir verdad ya era demasiado tarde. Rio internamente, como si fuera real eso.
El médico le dijo que tendría desarreglos en su ovulación y en su menstruación. Era poco probable que pudiera concebir. Los medicamentos que utilizaron para su fallida conversión pudieron haberle hecho algún daño a su fertilidad. Él rogaba porque así fuera.
Su ciclo menstrual se había retrasado y no estaba del todo seguro de que su tratamiento para desintoxicarlo estaba siendo efectivo. Ya que había hecho grandes desarreglos por el incipiente horario con el que contaba en esos momentos.
Así estaba perdido, mirando hacia otro lado, transportándose hacia otro lugar con el temor cargando sobre sus hombros. En verdad, no tuvieron la oportunidad de hablar a solas, porque no habían tenido el tiempo de estarlo. En estos días se habían llevado a cabo diversos juicios seguidos, corriendo maratones desgastantes con todo el equipo de trabajo.
Y al parecer, tanto él como Newton no dejaban de ser el saco de boxeo de su jefe.
"¿Lo descargaste?"
"¿Qué?"
"¡¿Cómo que, qué?! ¡La jurisprudencia sobre ignorancia deliberada!. No debe ser necesario que te lo diga, Azirafel. Eres muy lento, debes ayudarme, no obstaculizar mi trabajo. Cuando yo esté aquí sentado tú ya debes entregarme lo que necesito. ¡Newton! ¿¡Dónde está ese idiota!?" Se sacó la toga y el peluquín para luego dirigirse a la puerta azotándola "¡Par de incompetentes!"
Azirafel comenzó a respirar rápido, una fuerte opresión en el pecho comenzó a apretarlo mientras que sus manos temblorosas querían romper las teclas buscando la bendita jurisprudencia como alma que se la lleva el diablo.
El pequeño espacio entre la gran mesa de vidrio y su escritorio no hacían más que ponerlo nervioso, sabía lo que le esperaba después. Con la vista casi nublada por las lágrimas que seguía reprimiendo, comenzó a deletrear en la barra de búsqueda. Se mordió la lengua, quería gritar y decirle un par de cosas en la cara.
Después de...eso, después de que él lo viera tan vulnerable...se sentía un idiota. Otra vez...
"¿Lo tienes?" Una voz resonó en su cuello. No se había dado cuenta que ya habían pasado unos cuantos minutos y que el aliento y perfume de su jefe lo estaban embriagando hasta el punto de aguantar la respiración para que no lo escuche sollozar.
"S-sí" murmuró.
Se levantó ignorando lo cerca que estaba y se dirigió a la impresora, poniendo una exagerada atención a las hojas impresas que salían. Perdiéndose en el sonido de estas.
Sin embargo, sentía la mirada de su jefe, tan descarada que su rostro enrojecido por el llanto se encendió aún más. Evidentemente, cualquiera que lo viera podría inferir que, en efecto, había estado llorando, pero al parecer su jefe no lo había notado.
Sin levantar la vista dejó las impresiones encima del escritorio y luego se alejó.
El Doctor Crowley volvió a ponerse su peluquín y su toga y salió raudo a dirigir desde su podio el juicio.
Azirafel sintió vibrar su teléfono, pero lo ignoró. Aún escuchaba las cuantiosas veces en que su jefe se quejaba de lo inoportuno que es utilizar el teléfono en horario laboral. Sin embargo, al subir la mirada y encontrarse con la del Doctor, este en un corto momento hizo un gesto con la mano, lo que hizo que en automático el rizado tocara su teléfono.
"Azi, ven al despacho. Tengo que hablar contigo"
El mensaje de Newton lo descolocó. Miró nuevamente a su jefe y este estaba serio, observando a las partes que seguían oralizando sus alegatos ante el jurado.
El pánico comenzó a apoderarse de Azirafel y las palabras comenzaron a desfilar en su mente ardiendo como ortiga, extendiéndose en sus oídos, brazos y piernas. Se sentía débil y nuevamente quería llorar.
"¡Eres muy lento!" "¡Incompetentes!"
Bruto. Ineficiente. Estúpido. Idiota.
¿Lo despediría? Quizás era eso. Pasó saliva y abrazó su cuaderno de apuntes como si se le fuera la vida.
Quizás sería bueno regresar al negocio de su madre en el mercado. Allí estaba mucho más tranquilo, el estrés ya no sería tanto un problema para él, salvo el problema de vender, pero eso se solucionaría con el tiempo. Sin duda, pensó que no estaba destinado a tanta presión. Al parecer la experiencia con la Dra. Saraquel no fue suficiente. Esto sí era un verdadero reto, duro y constante. Suspiró.
No podía ser. Él no pertenecía allí.
"¿Newton? ¿Cuál es el problema?"
Jugueteó con sus dedos mostrando su nerviosismo y su ahora amigo lo notó.
"¿Estás bien?"
Azirafel lo miró sorprendido y asintió no muy convencido. Obviamente, no estaba bien, pero era evidente que no daría la respuesta sincera, sino la diplomática.
"Sí, claro, por qué lo preguntas"
"Bueno, al Doctor no le pareció. Así que, me pidió que nos adelantemos redactando el acta de este juicio. A su criterio, el hombre saldrá inocente. Solo dos páginas y luego te llevaré al Ritz. Ya reservé para los dos"
–
"¿Te gustó el pulpo?"
El Doctor Crowley sacó su teléfono y tomó foto a las copas y el vino. Luego apuntó a un desorientado Azirafel que lo miraba con confusión.
"Estuvo bien" respondió. Cogió la copa de vino y la alzó. El Doctor Crowley no perdió el tiempo y le tomó foto.
Azirafel se sonrojó y sonrió enormemente, trató de dejar de lado las palabras que en su mente lo lapidaban, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo.
Y entonces sus ojos nuevamente enrojecieron, su corazón comenzó a palpitarle con dolor, exprimiendo cada céntimo de su dignidad y las lágrimas comenzaron a salir, traicioneras.
A su jefe no se le había escapado ese detalle, desde la mañana, de hecho. Pero en su naturaleza no estaba el ser condescendiente, ni siquiera el consolar. Sinceramente, no sabía cómo hacerlo.
"Azirafel" dijo, ronco "tenemos que hablar"
–
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ꜱᴇɴᴛᴇɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ │ ɢᴏᴏᴅ ᴏᴍᴇɴꜱ ᴀᴜ │ᴀᴢɪʀᴀᴄʀᴏᴡ
FanfictionAzirafel Fell, un inseguro y destrozado joven que busca un futuro profesional y crecimiento económico encuentra un trabajo que le dará lo que busca a cambio de sacrificar ciertas cosas, su estabilidad mental tal vez, cuando se cruce con quien será u...