010; La cúspide

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¡Advertencia!

¡CAPÍTULO LARGO!

📍📍CONTENIDO +18📍📍


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Es el tercer día de mi madre internada en el hospital. ¿Qué puedo decir? Otra vez me encuentro en esa misma incómoda silla, esperando, pretendiendo que, si yo estuviera en su lugar, ella también estaría aquí, esperando por mí.

—Vete a casa, estás agotada… —me dice Megan, dándome un leve empujón para sacarme de mi ensimismamiento.

—Siento que te dejo con toda la carga. No tienes por qué hacer esto.

—Lo hago por ti —responde, sus ojos fijándose en los míos con ternura. Sus manos cálidas envuelven las mías con un gesto reconfortante—. Ve, duerme, come algo y descansa.

Asiento suavemente, permitiendo que sus palabras alivien parte de la tensión que he estado cargando sobre mis hombros.

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Al regresar a casa, camino en silencio por el pasillo y, por un momento, me detengo a pensar en cuánto tiempo llevo sin usar mi atuendo de novicia. La sensación de decepción es leve, pero persistente, como si me recordara que me he alejado, de alguna manera, de lo que me ha estado dando estructura.

Al entrar, me apoyo en el marco de la puerta y noto la soledad de la casa. Miro el reloj; son las seis, la hora del sermón del padre Charlie. Siento un suspiro escapar de mis labios, llenando el espacio vacío a mi alrededor. Me impulso y subo las escaleras en dirección a mi habitación, tratando de alejarme de esa sensación de desubicación.

Dejo mis cosas a un lado y me tumbo en la cama, disfrutando de la comodidad que se siente casi extraña después de tantas noches en el hospital. Decido que una ducha me vendrá bien para relajarme. El agua caliente recorre mis músculos tensos, y siento cómo el cansancio comienza a desvanecerse un poco.

Cuando termino, me envuelvo en una toalla, y mientras el silencio vuelve a llenar la habitación, la fatiga se hace aún más evidente. Me tumbo en la cama, sabiendo que mañana temprano regresaré al hospital para ver a Megan y relevarla. Finalmente, cierro los ojos, dejándome llevar por el descanso que tanto necesito.

Envuelvo mi cuerpo seco en un camisón blanco que me llega hasta unos centímetros por encima de los tobillos. Doy apenas un suspiro, mientras el silencio profundo de la casa se vuelve abrumadoramente palpable.
El silencio de la casa se rompe con un ruido sordo que me arranca de mi calma, tensando cada músculo de mi cuerpo. Me quedo inmóvil un segundo, escuchando… luego otro golpe, más claro, reverberando a través del pasillo. Salgo de mi habitación y me acerco a la puerta, abriéndola con cuidado. El sonido parece provenir del cuarto de enfrente: la habitación del padre Charlie.

Apenas respirando, salgo al pasillo. Todo está oscuro, y el silencio parece haberse vuelto denso, como si algo invisible se moviera en el aire. Me acerco despacio a la puerta del padre Charlie. Al otro lado, empiezo a escuchar unos murmullos, ruidos extraños que no logro identificar. Mis ojos recorren el pasillo, buscando algo que pueda darme seguridad, y mi mano encuentra un candelabro frío y pesado en una mesita cercana.

Trago saliva, y mi mano temblorosa se posa en el pomo de la puerta, preparándome para lo que pueda encontrar al otro lado. Pero, antes de que pueda girarlo, unas manos frías y fuertes envuelven mi cintura desde atrás, clavándose en mí con un agarre desesperado y posesivo. Siento el pánico subir por mi garganta, pero antes de poder gritar, algo cubre mi boca: un pañuelo blanco con un olor fuerte y dulzón. Casi parecido al sabor del té de margaritas.

Night Sinners |Father Charlie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora