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Mis pulmones se llenan del aire caliente que recorre la habitacion oscura. Puedo sentir un calor subirme las piernas escabrosamente. Siento un manoseo furioso sobre mis pechos, luego mordidas en los mismos, mis muslos se cierran ante el toque de unas manos fugitivas. Vuelvo a jadear, dejando que el abrupto sueño me domine de pies a cabeza...

Pero el placer es interrumpido por un fuerte ruido, abro los ojos, sentándome en la cama rápidamente solo para darme cuenta de que está amaneciendo. Pero cuando mis ojos se desvían hacia la parte izquierda del cuarto, me doy cuenta, con horror:

Que la puerta de mi habitación está abierta.

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¿Alguien había estado detrás de la puerta? ¿Había emitido algún sonido curioso durante la noche que llamara la atención? Mis pensamientos invaden mi mente con un aire de peligro, impidiéndome siquiera tocar mi desayuno.

—¿Estás bien?

La voz de Megan resuena en la pequeña cocina, y me vuelvo hacia ella.

—Sí, solo... ¿No escuchaste un ruido anoche? Bueno... ¿ruidos extraños?

Ella rueda los ojos, pensativa.

—No, no escuché nada.

—¿Y no sabes si alguien más oyó algo?

—Creo—se acerca y se sienta frente a mí en la mesa—que si alguien hubiera escuchado algo anoche, ya todos lo estarían comentando. ¿Por qué? ¿Tú oíste algo?

—No. Solo...—juego con la comida en mi plato—preguntaba. Mera curiosidad.

Ella asiente, pero veo que, en el fondo, no está del todo confundida.

—Pregúntale al Padre Charlie—me dice, y la vuelvo a mirar—. Él es el último en dormirse en esta casa.

Me sonrojo al pensar en la idea.

¿Será posible?

No, no es posible...

—¿Dónde está?

—En su habitación. Se duerme tarde y despierta tarde. Pero creo que ya debe andar en pie; en una hora debe estar en la capilla.

Carraspeo y me levanto con cuidado. Agradezco el desayuno y me dirijo directamente hacia el segundo piso. Camino lentamente, tan despacio que puedo escuchar los latidos de mi corazón resonando en mi pecho como manotazos.

Una vez frente a su puerta, doy unos ligeros golpes. Uno. Dos. Tres; nadie responde.

—¿Padre Charlie? Soy yo, la hermana ____....

Uno. Dos. Tres; nadie responde.

Decido abrir la puerta silenciosamente, dejando que mis ojos exploren la habitación. Para mi desgracia, no hay nadie. Abro un poco más la puerta, pero un estruendo suena al abrirse por completo. Veo que algo ha caído al suelo: una chaqueta. Maldigo entre dientes mientras entro en la habitación y recojo el pequeño desastre. Al parecer, dentro de los bolsillos había pequeñas bolsas de papel y un pequeño tubo de pastillas.

Night Sinners |Father Charlie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora