Ecos de un Enigma

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Caesar regresó a su base en Moscú, aún con la adrenalina zumbando en sus venas. Las luces frías y las paredes metálicas del cuartel general de la Agencia Imperial de Inteligencia Rusa apenas le ofrecían consuelo. 

Se dirigió directamente a su despacho, un lugar donde cada rincón reflejaba su orden y disciplina. Pero esa noche, algo estaba fuera de lugar: su mente.

El beso de Zhenya seguía persiguiéndolo. No era solo el contacto, sino la audacia, la provocación que implicaba. Sabía que aquella pequeña chispa era más peligrosa que cualquier secreto que la galería de Praga pudiera albergar. Se quitó el abrigo con un gesto rápido y se dejó caer en la silla de cuero, mirando fijamente el informe vacío que debería estar llenando. En lugar de ello, un nombre recorría su mente: Yevgeny.

La primera vez que oyó hablar de Zhenya había sido durante una misión encubierta en Budapest. Rumores de un espía cuyos métodos eran tan letales como su encanto. **"El Fantasma de Occidente"**, así lo llamaban. Y ahora, ese fantasma se había convertido en su realidad más tangible.

-Monólogo interno de Caesar

*¿Por qué no disparé? ¿Por qué dejé que se escapara?*

La duda era un lujo que Caesar nunca se había permitido, pero en esa ocasión, lo desconocido lo envolvía. Sintió una mezcla de furia y anhelo que lo desconcertó.

Al otro lado de Europa, Zhenya se refugiaba en un apartamento diminuto en los suburbios de Berlín. La lluvia no había cesado y las gotas resbalaban por las ventanas como lágrimas de cristal. Sentado en el borde de una cama estrecha, su mente era un laberinto. Había cruzado un límite aquella noche, uno que no se atrevía a admitir ni siquiera ante sí mismo. El nombre "Caesar" resonaba en su mente como un eco que no encontraba salida.

Reflexiones de Zhenya

*¿Por qué lo hice?*

Las misiones eran su vida, el riesgo y la recompensa, su combustible. Pero el hombre que había enfrentado en Praga lo había desarmado en un instante, sin siquiera usar sus habilidades. Zhenya había sentido una conexión que iba más allá de la rivalidad, un fuego que lo quemaba por dentro.

Sacó de su bolsillo una pequeña figura de ajedrez, un caballo de ébano que siempre llevaba consigo. 

"En el tablero de los espías, uno siempre sacrifica primero a los caballos", le había dicho su mentor años atrás. Zhenya acarició la pieza, preguntándose si él mismo había sido sacrificado, atrapado en un juego mucho más grande de lo que había previsto.


**Los días siguientes**


Caesar comenzó a dejar pistas, pequeños mensajes codificados y símbolos que solo un agente de la categoría de Zhenya podría reconocer. Fue un juego de ajedrez en las sombras, moviendo peones en mensajes cifrados, buscando mantener el contacto sin ser descubierto.

Zhenya, en sus escondites temporales, encontraba los mensajes y respondía con la misma precaución. Lo que empezó como un peligroso intercambio se convirtió en una forma de comunicación tácita. Las palabras nunca dichas entre líneas eran una mezcla de advertencias y anhelos, de amenazas y confesiones veladas.

Caesar, en la penumbra de su oficina, finalmente recibió una señal que lo hizo sonreír por primera vez en semanas: un mensaje encriptado que decía, "Pronto, en Berlín."La cacería se convertiría en un encuentro, y ninguno de los dos estaba preparado para lo que vendría.

En La Sombra De La Obsesión. CAESAR X ZHENYA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora