Rivalidad fingida

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Al día siguiente, Félix llegó al campus intentando ignorar las miradas de algunos estudiantes, todavía intrigados por los rumores. Había hecho todo lo posible para actuar con naturalidad, pero sabía que los ojos curiosos no desaparecerían tan rápido. Respiró hondo y se dirigió a su casillero, preparándose mentalmente para otro día de murmullos.

Mientras guardaba sus libros, sintió una presencia familiar a su lado. No necesitó girarse para saber quién era.

Hyunjin: "¿Dormiste bien, enemigo?"

Félix rodó los ojos y no pudo evitar sonreír. Desde el otro lado del pasillo, unos cuantos estudiantes los miraban con curiosidad, pero él y Hyunjin continuaron con su acto como si nada hubiera cambiado entre ellos.

Félix: "Claro, lo suficiente para vencerte otra vez hoy en la cancha, si te atreves."

Hyunjin soltó una risa baja, cruzando los brazos con su típica actitud desafiante.

Hyunjin: "Eso suena a una invitación, y ya sabes que no me resisto a una competencia."

Ambos sabían que lo suyo era solo una excusa para pasar tiempo juntos sin llamar la atención, pero esa "rivalidad" parecía servirles como una pantalla perfecta. Y, para los que los observaban, solo era otro enfrentamiento más entre ellos.

Durante las clases, Félix intentó concentrarse, pero sus pensamientos vagaban una y otra vez hacia Hyunjin. Aún no lograba entender del todo lo que sentía, pero cada vez que lo veía o escuchaba su voz, algo en su pecho se aceleraba. En su teléfono, recibió un mensaje de Hyunjin.

Hyunjin: "¿Hora del almuerzo en la azotea? Necesito practicar unas técnicas de voleibol."

Félix sonrió, sabiendo que era solo otra excusa para encontrarse en un lugar más privado, donde no tuvieran que actuar como enemigos. Respondió rápidamente.

Félix: "Allí estaré."

Cuando el sonido de la campana anunció el almuerzo, Félix subió discretamente a la azotea del edificio. Encontró a Hyunjin esperándolo, con la mirada tranquila pero con esa chispa que solo él podía interpretar.

Cuando Hyunjin y Félix se quedaron solos en la azotea, el ambiente entre ellos era diferente. Habían compartido ya cuatro besos, momentos robados en medio de su relación complicada y enredada. Sin embargo, cada beso había sido tan inesperado como el anterior, y ninguno había tenido el valor de hablar de ello.

Félix miró a Hyunjin y notó esa chispa en su mirada, esa misma intensidad que había visto antes. Recordó los besos previos, cada uno de ellos cargado de emociones contenidas, de esa mezcla de atracción y rivalidad que compartían. Hyunjin, sin decir nada, se acercó, acortando la distancia entre ellos. Félix sintió su corazón acelerarse, y el deseo de besarlo de nuevo creció, como si esos cuatro besos no hubieran sido suficientes.

A diferencia de las veces anteriores, esta vez no se trataba de un impulso repentino. Había algo más profundo en la manera en que se miraban, algo que los hacía ignorar su entorno. Lentamente, se inclinaron, cada uno sabiendo perfectamente lo que estaba a punto de suceder, y esta vez, ninguno se resistió.

Pero, justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, un estruendo en la puerta los hizo separarse de golpe. Los estudiantes entraron en la azotea, riendo y hablando, sin darse cuenta de la tensión en el aire que habían interrumpido. Félix y Hyunjin se miraron, ambos frustrados y fingiendo normalidad mientras los otros los rodeaban.

Hyunjin suspiró, lanzándole una mirada intensa a Félix antes de dar un paso atrás. Aunque habían tenido sus momentos a solas, cada uno de esos besos se sentía especial y único, y ambos sabían que la próxima oportunidad no la dejarían pasar.

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