Capítulo 25: Convento

9 4 0
                                    

Llegamos al convento y mi madre empezó a inscribirme. Yo me quedé afuera cuando... De repente vi al director salir del dormitorio.

Juliana: Director Karl, ¿qué hace usted aquí en un lugar solo para mujeres?

Karl: Vivo aquí. Mi madre me abandonó aquí cuando estaba pequeño y las monjas me han cuidado desde entonces. ¿Y tú qué haces aquí?

Juliana: Vengo a inscribirme.

Karl: Ósea que ya no irás a la escuela.

Juliana: Al parecer no.

Tampoco es que me iba a quedar aquí; iba a buscar cómo escaparme en la noche.

Mi madre se fue y a mí me dieron un traje de monja. Me sentía rara con esto. La madre superior me llevó a un dormitorio para pecadoras. Por lo que había hecho eso, me enojo un poco, pero tuve que ir.

Pasó una semana y cada día iba a la oficina y miraba la computadora a escondidas, ya que era prohibido, y miraba las noticias para ver si habían encontrado al verdadero asesino y si Adrián ya había sido liberado.

Ir a ver las noticias a escondidas se había hecho un hábito y nadie me había descubierto, pero esta vez al salir Karl me detuvo.

Karl: A donde vas, pequeña rarita.

Juliana: Oye, no soy rarita.

Karl era el hombre al que toda mujer buscaba, ya que era el único. Todos lo amaban, lo tenían como un rey.

Karl: Tendré que decirle a la madre superior que está husmeando una computadora sin permiso.

Juliana: No, por favor, haré lo que quieras si no lo dices.

Karl: Bueno, ayúdame a robar un postre de la cocina.

La verdad, Karl me había caído bien, era un ratero de comida y guardaba cualquier secreto, pero había algo en el que no me daba confianza, aunque muchas chicas del convento lo querían, otras le temían o algo así.

La mañana siguiente obtuve una llamada de José.

Juliana: Hola José, te extraño mucho; hace tiempo no hablo con nadie.

José: Solo ha pasado una semana.

Juliana: Ya me quiero ir de aquí, no he logrado escapar, ayúdame.

José: Eso intente varias veces y no me han dejado entrar según por qué soy hombre.

Juliana: Bueno, eso es raro, ya que aquí vive Karl.

Y aunque él creció aquí, siento que no deberían dejarlo entrar así como no dejan a otros.

Juliana: Y cómo están las cosas ahí afuera.

José: Adrian sigue con el grillete; tu madre y Jack siguen casados y Daniel está en el ejército; creo que nadie lo va a visitar así como a ti.

Juliana: Al parecer lo que mi madre y Jack querían era privacidad.

José: recuerdas los papeles que Adrián dijo que Jack le mandó a robar.

Juliana: Sí, yo iba a averiguar eso, pero se me olvidó.

José: Resulta que son unos papeles que incriminan a Jack y los traje para ti para que tú los escondas.

Juliana: Y cómo los encontraste.

José: Tu padre me había dejado una carta y no la había abierto y resulta que ahí estaba una llave de un casillero público donde estaban los papeles.

EntrelazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora