Capítulo 36

71 5 0
                                    

Mí corazón jamás había latido tan fuerte en mí pecho como en ese momento, me presionaba contra la pared buscando volverme invisible.

— ¡Ivy! — la voz de Rick retumbó en todos los espacios de la casa y sabía que tenía una muy pequeña oportunidad de escapar.

Una mirada por el borde de la puerta me dijo que tenía el camino despejado y corrí de puntillas intentando llegar a la escalera, cada paso que daba hacía que mí corazón martillara más fuerte, tanto que estaba segura que terminaría delatando mí ubicación.

El primer escalón crujió bajo mí peso y maldije internamente tratando de no volver a hacer ruido.

— ¡Te tengo! — los brazos de Rick me rodearon por la cintura y dejé salir el aire que contenía mientras la risa se apoderaba de ambos.

— ¡Otra vez! — gritó Judith aplaudiendo con sus pequeñas manitos, uniéndose a Rick que sonreía como si hubiese ganado un premio.

— Ya no es divertido, papá siempre me encuentra — tomé a mí pequeña en brazos y caminé hasta la sala para acomodarme en el sofá, Rick nos siguió y se sentó con nosotras. — Pero podemos leer un cuento.

— ¡Si! ¡Un cuento! — la vida se había vuelto tranquila, el invierno paso tan rápido que apenas lo notamos y aunque aún hacía un poco de frío, estar en casa encerrados no era necesario pero por algún motivo, seguía siendo nuestra elección. Dentro de nuestra casa, podíamos ser nosotros mismos y todo estaba bien.

Rick formó un consejo, dejó de trabajar tanto y pasábamos nuestro tiempo libre con Judith, ninguno quería perderse los momentos importantes de su vida.

Algo dentro nuestro había cambiado, éramos amigos pero al mismo tiempo eramos mucho más que eso sin serlo. Rosita y Aaron solían decirme lo estúpido que era que siguieramos negando lo que sentíamos y mientras lo miraba tomar el libro de cuentos y empezar a leer para nosotras, me di cuenta de que tenían razón.

Él había sido un perfecto caballero, respetado mí espacio personal sin mencionar jamás lo que sentíamos aunque siempre estaba ahí, latente y esperando que estuviéramos listos.

Ese día había decidido hablar con él pero sabía que debía esperar y cuando Judith cayó rendida después de almorzar, supe que era el momento perfecto.

Después de acostarla, bajé las escaleras y lo encontré guardando los juguetes que por algún motivo siempre estaban por todos lados, sin importar cuántas veces los guardara.

— No se de donde saca tanta energía por las mañanas — le dije tomando un oso de peluche que estaba junto al sofá, me senté con el muñeco en mí regazo tratando de ocultar mí nerviosismo. Él se dejó caer a mí lado y colocó las piernas sobre la mesita, sus ojos cerrados demostraban que estaba tan agotado como yo.

— Me estoy volviendo viejo.

— Eso es imposible, Rick.

— ¿Por qué?

— Por que significaría que yo también me estoy haciendo vieja.  — giro su cabeza y me sonrió, sabía que era el momento pero antes de que pudiera decir algo, él cambió su expresión a una más seria.

— Hay algo que debo decirte. — por algún motivo, no me gustaba como sonaban esas palabras pero solo asentí esperando que continuara. — Daryl vuelve hoy. — definitivamente no era lo que esperaba escuchar. Sus ojos escanearon mí rostro como si estuvieran esperando la reacción a sus palabras.

— ¿Vuelve?

— Si. Siempre supimos que su partida de Alexandria era temporal. ¿No? Decidió volver.

Dirty Little Secret Donde viven las historias. Descúbrelo ahora