Capítulo 35

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Con la partida de Daryl de Alexandria, tuve que obligarme a no pensar en él y seguir adelante.

Rick se quedó conmigo aquel día,  se disculpó por ponerme en aquella situación y permitir que todo se desarrollara de la forma en la que lo hizo.

Me aseguró que no intentaría nada porque entendía que no estaba lista para pensar en el futuro y me daría mí espacio para descubrir si todavía quería una vida a su lado.

Mí cabeza era un gran y desastroso lío, logré entender las razones de Daryl para irse pero eso no significaba que doliera menos. Una parte de mí se culpaba por obligarlo a tomar esa desición y otra parte estaba enojada por no haberlo detenido.

No era responsable de mis sentimientos, ni tendría por qué haberse ido pero quizá él tenía razón. Me negué a ver las señales todo ese tiempo, él solo quería a su amiga y yo encontré refugio en sus brazos cuando las cosas con Rick iban mal.

Siempre supe que no estábamos destinados a estar juntos pero me aferraba a lo bien que se sentía estar a su lado y termine perdiendo a mí amigo. Nada volvería a ser igual entre los dos, al menos eso creía.

— ¿Mami? — sonreí cuando Judith me llamó sacándome de mis pensamientos, acaricie su cabello y tomé el dibujo que me ofrecía.

— Que hermoso, linda. ¿Esa soy yo?

— Si, y papá y yo. — miré el dibujo sonriendo, eso era lo que siempre había querido, una familia con Rick y sin embargo había dejado escapar esa posibilidad. El dibujo estaba incompleto, Carl era la pieza que siempre nos había mantenido juntos y ya no estaba.

— Deberíamos juntar todo, es hora de llevarte a casa. Tú papá debe estar esperando para cenar. — Judith era muy obediente y no hizo una escena, simplemente comenzó a juntar sus cosas y guardarlas.

Caminamos de la mano por la comunidad hasta su casa, no tuve que golpear la puerta ya que ella abrió llamando a Rick. Me quedé parada en la entrada para asegurarme de que estuviera en casa.

— Hola Ivy.

— Hola Rick.

— ¿Tuvieron un buen día?

— Si, pero con este clima no podemos hacer mucho. Pronto llegará el invierno.

— ¿Tienes planes para ahora?

— No, solo iba a cocinar la cena. Rosita y Eugene no están así que me iré a dormir temprano.

— ¿Quieres quedarte? — me sonreía, esa sonrisa que siempre había sido mí favorita y llevaba mucho tiempo si ver. — Cociné demasiado para nosotros dos.

— No quiero molestar.

— No lo haces. Y... me gustaría hablar contigo cuando Jude se duerma.

— ¿Pasó algo?

— No, nada. Solo... no pasa nada si no quieres.

— Está bien. — acepté porque extrañaba pasar tiempo con él y que Dios me ayudara, cuando me sonreía de aquella forma, no había nada a lo que pudiera negarme.

Judith parecía emocionada de tenernos a ambos en la misma mesa y me sentí culpable por robarle aquellos momentos al no poder elegir a Rick y el futuro que queríamos.

Toda nuestra atención estaba en la pequeña niña que no paraba de hablar y hacernos reír, hasta que se quedó completamente dormida y nos quedamos solos.

— ¿Café? — preguntó Rick cuando terminamos de lavar los platos.

— Muy gracioso — me giré hacia él cruzando los brazos sobre el pecho, hacía mucho que cosas como el café habían desaparecido y sin embargo cuando lo miré, sostenía una lata en su mano con una sonrisa en los labios.

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