Bajo la luz del Sol [Lancelotxoc]

-El rencor de Edimburgo¹-

Tristan estaba sentado mirando a su hermana comer, esta tenía un hambre voraz pues comía como si no hubiera un mañana. Las mujeres la envidiaban ya que comía y comía y no subía ni un solo gramo.

-¡Delicioso! ¡quiero más!-pidió emocionada.

Edith estaba sonriendo emocionada mientras veia su plato vacío.

-Ya se acabo, cariño, pero tu padre puede preparar más -sonrio amablemente Elizabeth.

-¿eh? ¡no! ¡no! ¡no! ¡Antes muerta que probar denuevo la comida de el enano de mi padre! ¡la última vez me quedé en cama por un mes!-Edith gritó exaltada.

El rubio enano la miró ofendido pero al final sólo sonrio, ya que nadie podía negar aquello, tanto el como la reina cocinaban veneno. La conversación en la mesa siguió normal hasta que Meliodas comenzó a sermonear a su hijo por haberse escapado.

-¿te escapaste? ¿Denuevo? ¡¿y no me invitaste!? -Edith frunció el seño.

-¡no es lo que parece hermanita! ¡fue alto imprevisto! ¡estabas dormida! y bueno y-yo -fue interrumpido por su padre.

-Aver, aver, aver, Edith, Tristan ¿entonces es verdad que se han estado escapando?-dijo con cara chibi.

Edith miró molesta a Tristan ya que por haberse escapado la había metido en problemas aunque en parte era su culpa también.

-Padre, alguien tan hermosa como yo no puede estar aquí encerrada todo el tiempo, sin más que decir me retiro, la comida estuvo deliciosa -Edith se cruzó de brazos mientras hablaba para después levantarse.

-¿de quien habrá aprendido eso? En fin ¿no tienes algo que decir Tristan?-dijo Meliodas rascando su cabeza.

-¿me dejo solo para lidiar con esto?-pensó Tristan algo sorprendido.

A la mañana siguiente los hermanos discutían por cosas sin sentido cuando Hendrickson apareció.

- ¡majestades! La reina Elizabeth esta...-no pudo terminar pues los pequeños rápidamente salieron corriendo a revisar el estado de su madre.