-sentimientos confusos-

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Edith no quería dejar ir a Lancelot, ella quería seguir viajando con el, pero eso jamas lo admitiría en voz alta, ya que después de todo también era algo orgullosa, tenía días sin poder dormir, no solo por el hecho de que tenía hasta el tope sus deberes como princesa, si no también que algo invadía su mente.

Y lo peor de todo es que era un hombre, y para su mala suerte ese hombre era Lancelot quien no dejaba de aparecer en su mente y la hacía sonreír como una tonta, Edith sentía que su corazón se aceleraba cada vez más al recordar aquel incidente en el cual en su momento se moría de vergüenza pero ahora sentía que su corazón saldría de su pecho.

—ese tonto...—murmuro Edith para después golpearse en la cabeza irritada.

¿Porque se sentía así?

La respuesta era simple, admiraba mucho a Lancelot tanto que no podía pensar en algo más que en el.

Era una noche tranquila en el castillo de Liones. La luna llena iluminaba suavemente la habitación de Edith, donde ella se encontraba sentada en su escritorio, concentrada en sus deberes de princesa. La luz de una lámpara de aceite parpadeaba, proyectando sombras danzantes en las paredes.

Elizabeth, su madre adoptiva, entró silenciosamente en la habitación, notando la expresión pensativa de Edith.

—¿Aún despierta, querida?— dijo Elizabeth con una sonrisa, acercándose a Edith.

—Sí, madre. Solo estoy terminando algunos deberes— respondió Edith, levantando la vista de sus papeles.

Elizabeth se sentó en el borde de la cama de Edith, observándola con cariño.

—Pareces tener algo en mente. ¿Quieres hablar de ello?— preguntó Elizabeth, su voz suave y comprensiva.

Edith suspiró, dejando su pluma a un lado.

—Es sobre Lancelot. Últimamente, no puedo dejar de pensar en él. Cuando estamos juntos, me siento… diferente. No sé cómo explicarlo— dijo Edith, mirando a su madre con incertidumbre.

Bajo la luz del Sol  [Lancelotxoc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora