Capitulo 32

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Navega, nada, pero sin caminar.
Noy hay seguridad en el cielo,
Enfilate en las raíces
y asegurate de mentir no.

Kirishima lee el siguiente verso en voz alta. La tripulación debería pensar en ella, ahora que el primer paso terminó.

—La primera parte es clara, —dice Bakugou—no te metas en el agua.

—Pero el cielo tampoco es seguro —dice Kirishima.

—Mi suposición es que habrá un túnel o cueva donde podremos llegar a la entrada adecuada. De verse desalentadora, pero también la manera más segura de ir. La mierda viene en la última línea.

Kirishima asiente. —Quizá tendrá más sentido cuando la veamos.





No tiene ningún sentido cuando lo ven. Siguen el camino de ostras hacia una pequeña cueva de la isla—y es algo bueno, pero las rocas repentinamente cortan las aguas a su alrededor, y si el sol se hubiera puesto antes de que llegaran a la bahía, habrían chocado. La pista que lo aseguró fue lo único que hizo que la nave no pudo hundirse, según lo que Kirishima pudo decir.

Pero ahora, con un túnel estrecho frente a ellos, incluso con la luz de la mañana, es tan oscuro que no pueden saber si el Crepitante podrá caber, su viaje se ha encontrado nuevamente con un obstáculo. Y Bakugou se está poniendo impaciente.

—¡¿Por qué Might no nos dijo donde mierda está el tesoro?! —gruñe, golpeando con su puño el costado de la nave.

—¡Relájate! —le grita Mina—. ¡El poema dice enfílate eso es lo suficientemente claro! ¡Subamos a los putos botes a remo y vamos!

—No sabemos lo que la última línea significa —dice Bakugou, con un hilo de voz entre los dientes—. Y no nos arriesgaremos a morir en el tercer párrafo.

Kirishima se desconecta. Realmente no llegarían a ningún lugar a ese paso, pero aunque Bakugou haga el llamado, nadie se movería. En momentos como ese, Kirishima deseaba que Mina fuera la primer oficial en su lugar. Se sienta en la cubierta con Sero, mirando el bosque frondoso que crecía a su alrededor.

—Es muy bonito —dice Kirishima en voz alta.

Sero murmura. —Aunque extraño.

—Sí, supongo —dice Kirishima.

—No hay aves.

Kirishima escucha, y descubre que tiene razón. No hay ningún graznido. Ningún chirriar de los animales. Se levanta y mira por el borde del barco, escaneando el agua. —Tampoco peces.

Sero tiembla. —¿Crees que el agua esté envenenada?

Kirishima hace un mohín. Los árboles parecen bien, pero quizá están acostumbrados. —Quizá algo los asustó.

—Mina estaba divagando sobre algo así —sonríe Sero. Kirishima le devuelve la sonrisa, asintiendo—. Como sea...

—Vamos —grita Bakugou, secamente. Mina está parada cerca, sin siquiera disimular su sonrisa. Seguramente ganó la discusión de hace un momento.

—¿Órdenes de la primer oficial? —Kirishima levanta una ceja hacia ella, mientras se dirige hacia los botes de remos.

Ella tira la cabeza hacia atrás, carcajeando. —Me gusta la manera que piensas, Kiri. A ver si Bakugou me da ese ascenso.

—Quizá debas esperar hasta que tengamos el tesoro —ríe Kirishima.

—Chico listo —asiente Mina.

Bajan los botes de remos rápido. Mina, Bakugou, Hatsume, y Shouji son los primeros. Kirishima rema tras ellos, el tranquilo y nuevo recluta Kouda está sentado junto a él. Está con Sato y Sero, haciendo nueve en el total de la tripulación, si contaban el cuervo de Shouji.

The Lost Continent [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora