Soy Jeon Jungkook, Alfa y gran rey de las cuatro naciones, pero mi alma está inquieta. Han pasado más de cuatro años desde que alcancé la mayoría de edad, y sigo sin encontrar a mi Mate, la pareja destinada que parece siempre fuera de mi alcance. Ca...
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AUTOR POV
El bosque al norte del territorio estaba cubierto de una niebla espesa, como si la misma naturaleza quisiera ocultar lo que allí se reunía. Félix avanzaba con dificultad entre los árboles retorcidos, y el viento traía murmullos que no pertenecían a las hojas.
No era la primera vez que buscaba a los clanes renegados, pero esta vez se sentía diferente. Había algo en el aire, algo oscuro que incluso él, acostumbrado a la presencia de su amo, podía percibir.
Mientras corría usando su velocidad vampírica, sus pensamientos volvieron a Lara. Esa chica era una incógnita. Había escuchado los susurros de su amo sobre su linaje, sobre su importancia, pero él nunca daba todos los detalles. Era su juego favorito: mantenernos al borde, con suficiente información para ser útiles, pero no para entender completamente sus planes.
"Elegida", la había llamado una vez, como si esa palabra llevara un peso que solo él comprendía.
Pero ¿por qué? Lara parecía una chica común, aunque su aura tenía un toque peculiar, una chispa mágica que no se veía a menudo. Si era tan importante, ¿por qué no simplemente tomarla ya? ¿Qué lo detenía?
Una risa seca escapó de mis labios. "Porque él nunca hace nada sin un propósito mayor," pensó. Para él, todo era un tablero de ajedrez, y cada pieza debía moverse en el momento exacto.
El sonido de un cuerno interrumpió sus pensamientos. A lo lejos, luces parpadeaban entre los árboles. Había llegado al campamento de los renegados.
En el campamento renegado
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El olor a sangre vieja y humo llenaba el aire mientras los renegados emergían de las sombras. Sus ojos brillaban con un hambre peligrosa, y sus cuerpos, marcados por cicatrices, hablaban de las batallas que habían librado contra sus propios clanes. Eran bestias desterradas, lisiadas por el odio y la necesidad de venganza.
Un hombre alto, con un parche en el ojo y un brazo cubierto de tatuajes que parecían pulsar con una energía oscura, se acercó a mí.
-Félix. El perro del hibrido. ¿Qué te trae por aquí esta vez? -su voz era grave, rasposa, como si cada palabra le costara esfuerzo.
