𝑳𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒅𝒊𝒋𝒊𝒎𝒐𝒔

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Pedri había organizado una reunión en casa, solo para algunos amigos cercanos

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Pedri había organizado una reunión en casa, solo para algunos amigos cercanos. Nada de extraños, solo gente que conocíamos desde hace tiempo. El tipo de reunión que normalmente disfrutaría sin problemas, rodeada de risas, chismes y alguna que otra broma absurda.

Cuando entré a la sala, la primera cara que vi fue la de Gavi. Ahí estaba, como siempre, con esa sonrisa de chico de 18 años que parece saber cómo hacer que todos a su alrededor se sientan a gusto. Es imposible no notar cómo brilla en una habitación llena de gente. A veces me pregunto si tiene idea de lo mucho que ilumina todo cuando está cerca. No, no lo sabe.

Lo que sí sabía, o al menos intuí, es que hoy no íbamos a estar solos. Había algo diferente en su actitud, algo... cambiado. Y no me equivoqué.

—¡Valeria! — Gavi me saludó con un abrazo rápido. — ¡Qué bueno verte!

Me sonrojé, como siempre que él me saludaba de esa manera. ¿Por qué sigue siendo tan fácil hacerme sentir nerviosa?.

— Sí, lo sé — respondí, con una sonrisa que intentaba ser natural.

Entonces, lo vi. Ella.

Emilia.

Mi corazón dio un vuelco, como si me hubieran dado un golpe en el estómago. La chica que Gavi había mencionado tantas veces en los últimos días. La chica de la que había hablado con un brillo en los ojos, que tenía una sonrisa perfecta, un cabello que caía en ondas suaves sobre sus hombros, y unos ojos que, francamente, parecían mucho más interesantes que los míos. Al lado de Gavi, Emilia parecía... perfecta.

Una parte de mí quería acercarme a ella, sonreír y decirle lo mucho que me alegra que estén juntos, pero otra parte de mí, la parte que preferiría ocultar bajo una piedra, sentía un nudo en el estómago. Me sentía pequeña, nada, completamente invisible.

— Valeria, te quiero presentar a Emilia — Gavi dijo, con una sonrisa que irradiaba felicidad mientras me miraba a los ojos. ¿Por qué siempre hace eso? Me hace sentir como si el mundo se detuviera cuando me mira, como si todo el resto de la gente no existiera.

Emilia extendió su mano, que era suave, cálida, todo lo que yo no era. Yo la tomé con cierto temor, y sonreí, de manera tensa, de esas que se hacen cuando intentas mantener la compostura pero por dentro te están pasando un camión de emociones.

— Encantada de conocerte — me dijo con una voz tan suave que casi me hizo sentir mal por tener la mía tan rasposa.

La gente alrededor parecía estar disfrutando de la charla, pero yo no podía dejar de observarlos a ambos. Gavi y Emilia, una pareja perfecta. El contraste entre ella y yo me hacía sentir como una sombra.

— Valeria, ¿todo bien? — me preguntó Pedri, mirándome con cierta curiosidad, como si hubiera notado mi repentino silencio.

No sabía cómo responderle. ¿Todo bien? ¡No, nada bien! Mi mejor amigo tiene novia, y no solo eso, tiene una novia increíblemente hermosa y perfecta.

𝑶𝒏𝒆 𝒔𝒉𝒐𝒕- 𝑷𝒂𝒃𝒍𝒐 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora