𝑳𝒂 𝑨𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂

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Era un día brillante en Barcelona

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Era un día brillante en Barcelona. El sol iluminaba el Camp Nou mientras Valeria Guerrera, reportera del FC Barcelona, se preparaba para cubrir un nuevo entrenamiento del equipo. Desde que Gavi había debutado en el primer equipo, había capturado su atención de una manera que ningún otro jugador lo había hecho.

Valeria entró al vestuario para hacer algunas preguntas a los jugadores después del entrenamiento. Al acercarse a Gavi, notó su risa contagiosa mientras bromeaba con Ferran Torres.

—¡Gavi, no puedes fallar esa! —exclamó Ferran, riendo mientras le lanzaba un balón.

—Solo estaba practicando mi técnica de distracción —respondió Gavi, sonriendo.

Valeria se aclaró la garganta para llamar su atención. —¿Puedo hacerte unas preguntas, Pablo?

Gavi se giró, su sonrisa se amplió. —Claro, Valeria. ¿Qué quieres saber?

—¿Cómo te sientes al haber sido elegido como titular en el próximo partido? —preguntó ella, tratando de mantener la profesionalidad.

—Es un honor, pero también una gran responsabilidad. Espero poder dar lo mejor de mí —respondió Gavi, mirándola a los ojos. Valeria sintió un escalofrío, como si hubiera una conexión más profunda entre ellos.

Después de la entrevista, Valeria salió del vestuario.

—Vamos, Pablo, no lo dudes más. Solo tienes que acercarte a ella y hacer que se enamore de ti. —dijo Ferran, con una sonrisa traviesa.

—No sé, Ferran. No quiero que Valeria se sienta utilizada. —Gavi respondió, visiblemente inseguro.

—Es solo una apuesta. No te pongas emocional. ¡Es divertido! —Ferran insistió, golpeando suavemente su hombro.

Cosa que no sabían es que había oído todo.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, no pudo quitarse el pensamiento de la conversación que había escuchado. A la mañana siguiente, decidió que debía hablar con Gavi y aclarar las cosas.

Se encontraron en el parque cercano al estadio. Gavi estaba sentado en un banco, absorto en su teléfono.

—Pablo, necesitamos hablar —dijo Valeria, acercándose con el corazón acelerado.

Gavi levantó la vista, sorprendido. —Claro, Valeria. ¿Qué sucede?

—He oído algo sobre una apuesta que hiciste con Ferran. Dime que no es verdad —su voz temblaba un poco.

Gavi se quedó en silencio por un momento, como si las palabras se le atascasen en la garganta. —Valeria, yo... no quería que te enteraras así. La verdad es que Ferran me retó a que te conquistara, pero lo que siento por ti es real.

Valeria sintió que su corazón se hundía. —¿Real? ¿Entonces todo esto ha sido una broma?

—No, no es una broma. Al principio era solo eso, pero luego... me di cuenta de que me gustas de verdad. —dijo Gavi, acercándose un poco más. —Me he enamorado de ti.

La tensión entre ellos aumentó, y Valeria no sabía qué pensar. —No sé si puedo creer eso después de lo que escuché. ¿Me estabas usando solo para ganar una apuesta?

Gavi bajó la cabeza, avergonzado. —No, te lo prometo. Ferran me dijo que podía hacerlo, y al principio pensé que sería un reto divertido. Pero en el camino, me di cuenta de que realmente me importabas.

Valeria suspiró, sintiéndose atrapada entre sus sentimientos y la traición que había percibido. —Esto es confuso, Pablo. No sé si puedo seguir adelante sabiendo que todo comenzó como un juego.

Gavi dio un paso hacia ella, su mirada intensa. —Por favor, dame una oportunidad. No quiero perderte. Quiero mostrarte que mis sentimientos son sinceros.

Valeria se quedó en silencio, sintiendo cómo sus emociones la inundaban. Finalmente, asintió. —Está bien, Pablo. Te daré una oportunidad, pero no quiero que esto se convierta en un juego.

Gavi sonrió, aliviado. —Prometo que seré sincero contigo.

Los días siguientes fueron como un sueño. Se veían más a menudo, compartiendo risas y momentos especiales. Sin embargo, Valeria no podía sacarse de la cabeza la conversación que había escuchado. Aunque había decidido darle una oportunidad, la sombra de la apuesta seguía acechando.

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Una semana después, mientras Valeria estaba en el estadio para cubrir un partido, Gavi se acercó a ella con una expresión de emoción.

—Valeria, tengo algo que decirte —dijo, nervioso.

—¿Qué pasa? —preguntó ella, sintiendo que el corazón le latía con fuerza.

—Quiero que seas mi cita para la fiesta de esta noche. Quiero que todos sepan que estamos juntos —anunció, su voz llena de determinación.

Valeria sintió que su corazón se llenaba de alegría, pero también de temor. —¿Estás seguro de que no es solo por la apuesta?

—No, Valeria. Esto es real para mí. Quiero que seas parte de mi vida, no solo como periodista, sino como algo más —respondió Gavi, tomando su mano.

Mientras se preparaban para la fiesta, Valeria no podía evitar sentirse emocionada y nerviosa. Tal vez Gavi realmente estaba siendo sincero.

Esa noche, la fiesta estaba llena de risas y música. Valeria se sentía feliz, riendo y disfrutando de la compañía de Gavi. Pero, de repente, su corazón se detuvo. Vio a Gavi hablando con Ana Pelayo. Se reían juntos, y Valeria sintió una punzada en el estómago.

Cuando Gavi se inclinó y le dio un beso a Ana, Valeria sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. El dolor la atravesó como un rayo. Todo había sido una ilusión. Gavi había vuelto a jugar, y ella había caído en la trampa otra vez.

Valeria no pudo soportarlo más. Con lágrimas en los ojos, se dio la vuelta y se dirigió hacia la salida. Justo en ese momento, Gavi la vio y se acercó rápidamente.

—¡Valeria, espera! —gritó, pero ella no se detuvo.

—¡No! No quiero hablar contigo. ¡Eres igual que antes! —respondió, su voz quebrándose por el llanto.

Gavi intentó alcanzarla, pero ella se alejó, sintiendo que el dolor la invadía. Cuando salió del estadio, la realidad la golpeó con fuerza. Había creído en él, y ahora se sentía traicionada de nuevo.

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Pasaron los días y Valeria decidió que era hora de dejar atrás todo lo que había pasado. Se enfocó en su trabajo, convirtiéndose en una reportera más respetada y exitosa. Aunque a veces pensaba en Gavi, sabía que merecía algo más que un juego.

Gavi, por su parte, se dio cuenta demasiado tarde de que había perdido a alguien especial. La diversión de la apuesta se desvaneció rápidamente, y el vacío que dejó Valeria lo consumía. Se dio cuenta de que lo que había sentido por ella era real, pero la oportunidad ya se había perdido.

Ambos siguieron sus caminos, cada uno con sus propias cicatrices, pero con la esperanza de que algún día encontrarían lo que realmente buscaban.

𝑶𝒏𝒆 𝒔𝒉𝒐𝒕- 𝑷𝒂𝒃𝒍𝒐 𝑮𝒂𝒗𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora