Este one-shot tal vez no tenga tanto sentido pero mi cerebro no está trabajando bien.
•——————•°•✿•°•——————•
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Desde que tengo uso de razón, siempre he estado rodeada de fútbol. No es que me moleste, al final, tener a Pedri como hermano tiene sus ventajas. Pero lo que realmente no soporto es tener que lidiar con los egos de sus compañeros. En especial con Gavi. No sé qué es lo que más me molesta de él, si su constante necesidad de hacerme rabiar o su actitud arrogante que parece que nunca desaparece.
—Otra vez tú... —dije en cuanto lo vi entrar en la sala con esa sonrisa de autosuficiencia.
—Yo también me alegro de verte, princesa —respondió él, lanzando el mismo comentario irritante de siempre.
Me cruzo de brazos y lo fulmino con la mirada, mientras Pedri y Ferran observan desde el sofá, intercambiando miradas como si disfrutaran de esta escena que se repite a diario. Qué fácil lo tienen ellos, sentados ahí, como si estuvieran viendo un show.
—Deja de llamarme princesa, Gavi. No estamos en un cuento de hadas, y definitivamente no eres ningún príncipe —le espeté.
Pero claro, Gavi solo se encogió de hombros con su sonrisa habitual.
—Entonces, ¿qué te molesta más? ¿Que no sea un príncipe o que tú no seas la princesa?
Era imposible. ¿Cómo alguien podía ser tan irritante y disfrutarlo tanto? Me fui de la sala sin dignarme a responder, pero mi paciencia ya estaba en los límites.
•——————•°•✿•°•——————•
Unos días después, estaba en la cocina, cuando noté que todos comenzaban a actuar raro. Pedri, Ferran, y hasta Sira se comportaban de manera sospechosa. Estaban armando algún plan, pero no sabía exactamente qué. Como si no tuviera suficiente con Gavi, ahora mis propios amigos se unían a la fiesta.
El día que todo explotó fue en un entrenamiento. Además de que juntaron los entrenamientos del barça femenino y masculino "vallan se bien a la mierda no?".Todos decidieron tener "asuntos pendientes" justo cuando tocaba hacer un ejercicio en parejas, y por supuesto, me quedé emparejada con Gavi. Sentí el impulso de patear el balón en su cara.
—¿De verdad tengo que hacer esto contigo? —le dije con un tono que no dejaba lugar a dudas de lo mucho que me desagradaba la situación.
—A mí tampoco me hace gracia, pero al menos intenta no ser un desastre —respondió con esa maldita sonrisa que parecía permanente en su cara.
La tensión era palpable. Pero, sorprendentemente, entre gritos y quejas, empezaron a suceder cosas extrañas. Había momentos en los que nos quedábamos en silencio, mirándonos más de lo necesario. A veces, cuando me insultaba, podía ver algo diferente en sus ojos, como si estuviera jugando con una línea que ninguno de los dos estaba dispuesto a cruzar, al menos todavía.
•——————•°•✿•°•——————•
Fue en una tarde en casa de Pedri cuando todo comenzó a desmoronarse. Todos estábamos jugando videojuegos, bromeando como siempre, hasta que Gavi hizo uno de sus comentarios.
—Te apuesto que ni siquiera sabes jugar de verdad —dijo, retándome.
—¿Ah, sí? —me giré hacia él, completamente dispuesta a ponerlo en su sitio—. ¿Y por qué no lo demuestras? A ver si eres tan bueno como crees.
Lo que no esperaba era la respuesta de Ferran.
—Yo digo que deberían hacer una apuesta real. Si Valeria gana, Gavi tiene que pedirle perdón por todas las veces que la ha molestado.
Me gustó la idea, pero claro, Gavi no iba a quedarse callado.
—¿Y si yo gano? —preguntó él, visiblemente interesado.
—Si tú ganas, Valeria tendrá que ir contigo a una cita —Ferran respondió sin pensarlo mucho.
—¡¿Qué?! —casi escupí lo que estaba bebiendo—. Ni en sueños.
—¿Qué pasa? —Gavi me miró con una sonrisa burlona—. ¿Tienes miedo de perder?
Mi orgullo estaba en juego, así que, aunque sabía que era una mala idea, acepté. El ambiente en la sala se tensó, y comenzamos a jugar al FIFA como si fuera una final real. Al principio iba bien, pero justo cuando estaba a punto de ganar, cometí un error fatal y... perdí.
—No puede ser... —susurré, incapaz de creer lo que acababa de pasar.
Gavi, por supuesto, estaba encantado con su victoria. Se acercó y, con esa sonrisa que tanto odiaba (o quizá ya no tanto), dijo:
—Nos vemos mañana a las ocho, princesa.
Intenté inventar excusas para no ir a la cita, pero Sira y Ferran se aseguraron de que no tuviera escapatoria. Así que, la noche siguiente, Gavi apareció puntual, con una chaqueta que parecía demasiado elegante para él.
—No lo arruines con tus comentarios idiotas —le advertí antes de salir.
—Tranquila, princesa, será la mejor noche de tu vida —me respondió con su tono confiado, que ya no me irritaba tanto... o eso intentaba convencerme.
A pesar de todo, la noche fue diferente. Seguimos peleando, claro, pero ahora había algo más. Las bromas no tenían la misma carga de siempre, y por momentos, la tensión habitual entre nosotros parecía transformarse en algo que no quería admitir.
•——————•°•✿•°•——————•
Los días pasaron, y, aunque nos seguíamos peleando, había una chispa que no se apagaba. Un día, estábamos en la casa de Pedri, rodeados del equipo, pero de algún modo, Gavi y yo terminamos solos en la cocina.
—Siempre me caíste mal —le dije, más como una costumbre que como una verdad absoluta.
—Lo sé —me respondió—, pero, por alguna razón, disfruto verte enfadada.
Intenté no sonreír, pero no pude evitarlo. Era un idiota, pero un idiota que, por alguna razón, me hacía sonreír.
—Eres insoportable —le dije, pero mi tono ya no tenía la misma dureza de antes.
Gavi se acercó un poco más, hasta que nuestros cuerpos casi se tocaban. Mi corazón latía más rápido, pero no me alejé.
—¿Y eso te gusta? —preguntó en un susurro.
—No —respondí, pero ni siquiera me creí mis propias palabras.
En ese momento, sin pensarlo demasiado, Gavi me besó. Y lo peor de todo fue que no lo aparté. En vez de eso, cerré los ojos y le devolví el beso. Sentí cómo mi corazón latía a mil por hora y cómo todo lo que nos había llevado hasta ese punto tenía sentido.
Cuando nos separamos, lo miré, tratando de recomponerme.
—Esto no significa que me caigas bien —le dije, intentando mantener algo de dignidad.
—Ni tú a mí —respondió, sonriendo como siempre.
Desde el otro lado de la puerta, escuché unas risas contenidas. No tuve que voltear para saber que Pedri, Ferran, Sira y el resto del equipo estaban espiándonos.
"Que chismosos"
—Sabía que esto iba a pasar —dijo Pedri entre risas.