𝐒𝐊𝐘𝐅𝐀𝐋𝐋 - 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐲 𝐤𝐢𝐝𝐬

06

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Un nuevo día empezaba y para las cuatro alfas se les hizo fácil faltar al primer día si no fuera por sus nuevos vecinos especialmente por un chico que tocaba insistentemente su puerta.

- Creo que se quedaron dormidos, déjenlos en paz y vámonos - Chan hablo rodando los ojos, mirando la puerta y luego su reloj.

Su impecable uniforme rojo oscuro, con los bordes dorados que resaltaban con sutileza bajo la luz, estaba perfectamente planchado, cada pliegue y costura tan exactos como si hubieran sido trazados con precisión matemática. El escudo de la escuela, con su diseño antiguo y distinguido, colgaba en su pecho con una mezcla de orgullo y responsabilidad, como si fuera un emblema que no solo la representaba, sino que definía su identidad misma. Su cabello, cuidadosamente arreglado y brillante, caía en suaves ondas sobre sus hombros, como si cada hebra hubiera sido colocada con el mismo esmero con el que se cuida una obra de arte.

Un chico pálido con los ojos entrecerrados y su cabello largo sujetado en un moño solo gruño al abrir la puerta. Hwang Hyunjin estaba en todo su esplendor, mostrándose sin camiseta con pantalones chándal. Felix se petrifico a su lado, asombrándose al verlo así, sus mejillas rojas delataban su vergüenza, mirando hacia otro lado.

- Buenos días, deben estar listos para conocer las instalaciones en -Chan miro su reloj vio que todavía faltaban media hora para su entrada, como piensan, la puntualidad era una de sus grandes cualidades - 10 minutos

- Entonces todavía me da cinco minutos para dormir - bromeo Hyunjin mas nadie se rio con excepción de un chico que miraba avergonzado a otro lado.

- ¿Se apuran? Por favor - Han movió su pierna como si estuviera sentado fue tan raro de ver que Hyunjin frunció el ceño y luego les cerro la puerta en la cara.

- ¿va a volver? - susurro Jeongin medio confundido por lo que acaba de ver

- ¡Cinco minutos! - grito Changbin, y escucho una risa de fondo que no logro descifrar quien era.

- ¿Para esto nos despertaste temprano, Felix? - Chan suspiro sabiendo la respuesta.

- Cuando aceptaron este cambio me dijeron que tenia que hacerme cargo de ellos, eso estoy haciendo.

En tan solo cinco minutos, los cuatro salieron de la habitación, sus ropas planchadas en perfectas condiciones, como si el tiempo no hubiera sido más que una formalidad frente a su impecable apariencia. Cada uno, con su estilo único, parecía haber sido cuidadosamente seleccionado para encarnar la esencia de la perfección casual. El aliento a dentífrico fresco y limpio se les escapaba al hablar, dejando una estela de frescura en el aire, como si hubieran sido arrancados de un sueño y, sin embargo, se mantenían en esa especie de calma inalcanzable.

Sus cabellos caían, casi con despreocupación, sobre sus frentes y hombros. No era que no se los hubieran arreglado; es que esa sensación de desorden era el resultado de un cuidado tan natural que parecía espontáneo, como si no tuvieran que esforzarse por lucir tan atractivos. Había algo en la forma en que cada hebra se deslizaba suavemente, con una caída perfecta, que sugería que ni el viento podría alterar su estilo. Lo curioso era que, a pesar de que no habían hecho ningún esfuerzo consciente por arreglarse, su apariencia era tan perfecta que era imposible no notarlos.

Y es que, incluso en su más despreocupada forma, aquellos alfas irradiaban una clase de atractivo que no tenía comparación. No necesitaban pensar en su imagen, porque su presencia misma ya era hipnótica. Cada uno con una mirada tranquila pero decidida, su fuerza innata se reflejaba en cada gesto y en cada palabra, como si el universo hubiera alineado las estrellas para hacerlos destacar sin esfuerzo alguno. Era esa mezcla de confianza sin necesidad de demostrar nada, de belleza natural sin ningún tipo de artificio, lo que los hacía irresistibles. El simple hecho de estar cerca de ellos generaba una especie de magnetismo, una atracción sutil pero poderosa que dejaba a cualquiera sin palabras, como si todo lo demás fuera irrelevante frente a su presencia.