El Juego

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DAKOTA

Ya pasaron varias semanas desde que estoy en la compañía, me he dedicado a aprender todo lo que pude sobre la industria del petróleo. Varias veces si al centro del pueblo a buscar en la biblioteca libros que me ayudaran a estudiar por las noches en casa y no perder el ritmo.

Había descubierto otra sede de la compañía, era un edificio de acero que parecía un garaje grande donde se almacenaban vehículos, equipo, repuestos, maquinaria. Las oficinas eran ' el cuartel general' y el segundo edificio que se encontraba abajo era 'el taller'.

Sorprendentemente Hunter no ha sido ningún problema, me deja trabajar tranquila y en lugar de dificultarme las cosas, mas bien se ha vuelto mi profesor y yo su aprendiz como estudiante de prácticas. Me llevo al taller y me enseño todo lo que sucedía.

Aunque se encontraba una pequeña secretaria en el lugar, todo el sitio gritaba hombres. Todo el suelo estaba lleno de manchas de petróleo, las paredes salpicadas, un gran almanaque con una chica desnuda, debajo tenían una mesa con un termo de café y un cenicero lleno de cigarrillos terminados el servicio de los hombres estaba abierto y tenían revistas tiradas en el suelo.

- ¡Dios mío, este sitio es un cochinero! Porque no has hecho nada por arreglarlo-. Le dije con el ceño fruncido

-Vamos querida, intenta no soltar ese mal genio-. Sonrió. - Créeme, lo único que nunca podrás cambiar por aquí será el taller. Podrás limpiarlo y dejarlo impecable, pero una semana después lo encontraras igual. Solo hombres trabajan en él, donde la mayoría de ellos son obreros y con un nivel cultural de instituto.

-No me llames querida, ni nada por el estilo. Es algo sexista y despreciativo en un entorno profesional y... también lo son todos esos posters y revistas tiradas por todo el lugar. Quiero que por lo menos las quiten en este momento.

- Las volverán a traer mañana-. Dejo de sonreír. - Yreconozco que tu padre debió parecerte muy sexista y despreciativo, porquellamaba a todas las mujeres en la oficina ' dulzura '

- ¿De verdad?

-Si, Además las pocas mujeres que trabajaban en los pozos y en los taladros cobraban exactamente lo mismo que los hombres-. Dijo señalando un cartel en pro a la igualdad de empleo que tenían detrás de un cristal. -John creía en eso, y yo también. Es verdad eso que dicen de que mas vale obras que no palabras.

- ¿Por eso me estas ayudando?

-Si. Todavía no se si conseguirás demostrar que eres capaz de ocupar el puesto de John, pero estas empeñada en intentarlo y no seria justo que no te diera la oportunidad. Además, quiero que sepas, que, si no lo consigues, no será debido a que eres mujer y yo me interpusiera en tu camino. Será porque era una tarea excesiva para ti y no podrás echarle la culpa a nadie, será toda tuya 'dulzura'.

Me quedé totalmente sorprendida por sus palabras que lo único que pude decir fue.

-Supongo que debería darte las gracias.

- Deberías-. Insistió secamente.

-Gracias.

-De nada, ahora ¿podemos irnos de aquí y dejar el taller en paz? ¿o prefieres que pongamos una circular para que los hombres lo pasen mal?

Sentí mis mejillas calentarse, me sentía avergonzada. En el fondo sabía que tenía razón, después de todo era la naturaleza de la bestia como había dicho.

-Muy bien-. Dije- pero que sepas que enviare un calendario de un hombre desnudo y la próxima vez que venga lo quiero en esa pared-. Señale el cartel de la mujer

Salvaje AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora