Era una tarde común en la Mansión Wayne, donde el caos usualmente tenía un apellido. En el centro de la sala, ___ jugaba con bloques mientras Dick, Jason, Tim y Damian intentaban relajarse después de un largo día.—¡Damian, dame el bloque rojo!–dijo la pequeña con autoridad, apuntando con su dedo.
Damian, que estaba sentado cerca, la ignoró deliberadamente mientras leía un libro.
—No estoy aquí para cumplir tus órdenes, duendecilla.
El comentario fue suficiente para que ___ se levantara y caminara hacia él con determinación. Antes de que Damian pudiera reaccionar, la niña le dio un golpe en el brazo.
—¡Te dije que me lo des!
Damian soltó el libro, sorprendido, y frunció el ceño.
—Eso dolió.
—Te lo merecías–replicó ella, cruzándose de brazos con aire desafiante.
Tim, que estaba en el sillón revisando su tablet, soltó un suspiro.
—¿Otra vez? Creo que hoy es la tercera vez que golpea a alguien.
Jason, que estaba recostado con un libro en la cara, se quitó la lectura improvisada y miró a Damian con una sonrisa burlona.
—Bienvenido al club, hermano. Me dio un codazo en las costillas esta mañana porque no le alcancé su jugo.
—A mí me pateó en la espinilla cuando no quise prestarle mi teléfono–agregó Tim, sin apartar la vista de su pantalla.
Dick, que acababa de entrar con una bandeja de galletas, levantó una ceja.
—Y yo terminé con un rodillazo en el estómago porque me senté en "su lugar" en el sofá.
—¿Y por qué no hacen algo al respecto?–preguntó Damian, masajeando su brazo.
—Porque si le decimos algo, ¿qué pasa?–preguntó Jason, mirando al techo.
—Llora–respondieron los tres al unísono.
Desde la cocina, Alfred observaba la escena con una mezcla de paciencia y exasperación. Caminó hacia la sala con un aire de autoridad y se aclaró la garganta, haciendo que todos se callaran.
—Jóvenes, puedo ver que han desarrollado una política de tolerancia excesiva hacia la joven señorita.
Dick le lanzó una mirada nerviosa.
—Es que... no queremos que se sienta mal, Alfred.
—¿Y por eso permiten que se comporte como una pequeña matona?–preguntó Alfred con tono severo, mirando a ___.
La niña, ajena a la reprimenda, estaba armando una torre con los bloques y tarareando para sí misma.
—Creo que es hora de intervenir antes de que la situación empeore–continuó Alfred–el amo Bruce debe ser informado.
Jason dejó escapar un suspiro.
—Oh, genial, llamen al jefe.
Unos minutos después, Bruce llegó a la sala con el ceño fruncido, seguido de Alfred.
—Me dijeron que has estado golpeando a tus hermanos, ___–dijo Bruce, cruzándose de brazos frente a su hija.
La pequeña levantó la vista con una sonrisa inocente.
—Solo un poquito, papi.
Bruce se agachó para estar a su altura, su rostro serio.
—Golpear a las personas, incluso si son tus hermanos, no está bien.
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One Shots Batfamily Vol.3
FanfictionHistorias basadas en mi imaginación, películas o series sobre los chicos de Ciudad Gótica