🖤Primer Día

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Era una mañana fresca en Gotham cuando el coche negro se detuvo frente al edificio del kínder. El sol apenas comenzaba a asomar entre las nubes, pero la calidez de sus rayos no lograba aliviar la tensión que ___ sentía en su pequeño pecho.

—Llegamos–dijo Bruce con una sonrisa, volteando desde el asiento del conductor hacia su hija, que estaba sentada en su asiento infantil en la parte trasera.

Pero ___ no se movió. Sus grandes ojos, llenos de miedo, miraban el edificio a través de la ventana, como si fuera un lugar aterrador que deseaba evitar. Al ver la preocupación en su rostro, Bruce sintió un nudo en su estómago.

—___, cariño, ¿estás lista?–preguntó él con suavidad, abriendo la puerta del coche para ayudarla a salir.

Ella negó con la cabeza, las lágrimas comenzando a acumularse en sus ojos. A medida que su papá la levantaba en brazos, ___ se aferró a su cuello con fuerza, escondiendo su carita en su hombro.

—No quiero ir, papá...–sollozó, su vocecita temblando mientras intentaba contener el llanto–No quiero que te vayas.

Bruce la abrazó con ternura, apoyando su barbilla sobre la cabeza de su pequeña. Podía sentir cómo temblaba ligeramente en sus brazos, y eso le rompía el corazón.

—Hey, tranquila, ___, estoy aquí –le susurró, acariciando su espalda en círculos suaves–Sé que es un lugar nuevo y que hay muchas personas que no conoces, pero te prometo que va a ser divertido. Harás nuevos amigos y aprenderás cosas geniales.

Pero ___ no parecía convencida. Las lágrimas ya habían comenzado a rodar por sus mejillas, y sus manos se aferraban al traje de su papá como si temiera que él desapareciera en cualquier momento.

Bruce suspiró, buscando la mejor manera de calmarla. Entonces, recordó algo que había guardado en su bolsillo esa mañana. Con una sonrisa, se inclinó hacia el coche y sacó un pequeño peluche: un murciélago que ___ adoraba.

—Mira, traje a tu amigo –dijo, mostrándoselo–¿Sabes por qué lo traje?

___ levantó la cabeza, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano mientras miraba el peluche.

—¿Por qué? –preguntó con un sollozo ahogado.

Bruce se agachó hasta ponerse a su altura y le puso el peluche en las manos.

—Porque quiero que lo lleves contigo hoy. Cada vez que te sientas asustada o me extrañes, abrázalo fuerte y recuerda que yo estoy contigo, aunque no puedas verme —explicó–Es como si este pequeño murciélago tuviera un pedacito de mi amor para que te acompañe durante el día.

___ miró el peluche y luego a su padre. Sus grandes ojos, aún llenos de lágrimas, se iluminaron un poco con la idea. Abrazó al peluche contra su pecho y, aunque todavía tenía miedo, se sintió un poco más segura.

—¿De verdad, papá? —susurró–¿Estarás conmigo, aunque no estés aquí?

Bruce asintió con firmeza, sonriendo.

Sonriendo por la inocencia de la bebé, eso y por qué Bruce le había metido cámara y micrófono al peluche, solo para vigilarla siempre y saber que estaba a salvo.

—Siempre, pequeña. Estoy en tu corazón, y tú estás en el mío–le dijo, dándole un beso en la frente.

Finalmente, ___ tomó aire, intentando armarse de valor. Con el peluche apretado entre sus brazos, se giró hacia la entrada del kínder. Bruce tomó su mano y caminaron juntos hacia la puerta.

Al llegar, una de las maestras, con una sonrisa amable, se acercó para recibirla.

—Hola, ___, estamos muy emocionados de tenerte aquí–dijo la maestra, extendiendo la mano.

___ miró a su papá una vez más, buscando la confirmación de que todo estaría bien. Bruce le devolvió una sonrisa cálida y se inclinó para darle un último abrazo.

—Serás valiente, ¿verdad?–le susurró al oído.

___ asintió con un pequeño sollozo, pero esta vez, su rostro reflejaba más determinación que miedo.

—Te amo, papá–le dijo, abrazando su cuello por última vez.

—Yo también te amo, ___–respondió él, soltándola con delicadeza y viendo cómo la pequeña caminaba con la maestra hacia el interior del edificio.

Antes de que desapareciera dentro, ___ se giró una última vez, levantando su peluche y agitando su manita en un adiós silencioso. Bruce, con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de orgullo, agitó la mano en respuesta.

—Nos vemos más tarde, pequeña–murmuró para sí mismo mientras la puerta se cerraba.

One Shots Batfamily Vol.3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora