Capítulo 4:La Pianista

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"El momento en que lo conocí fue mágico. Sus ojos penetrantes se cruzaron con los míos y en ese momento lo supe, viéndolo a los ojos lo entendí todo, lo sabía y lo sentía. Me iba a enamorar de él"- Rachel.

"Amanecer en Vancouver" escrito por Kara Danvers.

MIENTRAS EN OTRA PARTE DE MIAMI

Kara escuchaba atentamente la conversación con Lois mientras las letras de su computadora se volvían borrosas ante su vista debido a las lágrimas. Kara había intentado seguir la mentira de Mon-el con Lois que no le había creído ni una sola palabra. Su mejor amiga la conocía perfectamente. La música de fondo se escuchaba fuertemente.

Kara suspiró escuchando a su amiga. Sabía que Lois tenía razón en todo lo que decía. Pero allí estaba ella defendiendo a su marido ante su mejor amiga. Lois sabía perfectamente su historia con Mon-el. Pero lo que no comprendía es que parte de la culpa siempre había sido de Kara por no ser lo que Mon-el esperaba de una esposa. Era igual que su madre. Muchas veces era una inútil. Y entendía porque Mon-el se enojaba y perdía la paciencia.

—Lois deberías estar con tu novio y dejar de preocuparte por mí—susurró Kara con tristeza—. Yo estoy bien, estoy tratando de avanzar con mi libro. Y Mon-el está disfrutando de la fiesta.

—El idiota de tú marido se atrevió a decirme que te sentías mal—dijo Lois —. Te juro que yo trato de ver lo bueno en cada persona. Creo que todos tenemos algo de bondad dentro. Pero con Mon-el no encuentro nada bueno. No me gusta cómo te trata, no me gusta lo que te hace. Y odio que tú lo defiendas de esa forma.

—Él muchas veces tiene razón en que cometo errores—susurró Kara —. Pero no quiero hablar de esto Lois . Disfruta tú noche. Yo voy a dormir.

—No puedo creer que te dejes humillar de esta forma Kara —dijo Lois con su rostro mostrando tristeza mientras su novio le acariciaba la espalda—. Ese tipo no vale la pena. No te trata como te mereces. Es odioso y yo me siento culpable de haberlos presentado.

—No tienes que culparte de nada Lois —dijo Kara mientras suspiraba—. Las cosas son como son.

—Claro, para ti son con un esposo que te trata como...—Lois suspiró—. Tú sabes cómo te trata Kara .

—¿Podríamos dejarlo por hoy Lois ? —Kara respiró hondo—. Sinceramente no quiero escuchar que me digas lo mismo de siempre.

—No quieres escucharlo porque sabes que tengo razón—dijo Lois fríamente—. Por favor Kara , ¿Qué más pruebas necesitas que lo de hoy? No te trajo ni a su fiesta de promoción. A ti que eres una mujer exitosa y llena de logros.

—Esta es su noche y no la mía Lois —dijo Kara —.Deja que disfrute con sus amigos. Se merece una noche solo para él.

—¿Qué disfrute con sus amigos? —dijo Lois sin poderlo creer—. ¿Su noche? Kara eres su esposa. Su noche la tendría que compartir contigo que eres la prácticamente lo mantiene.

—Lois no digas eso por favor—dijo Kara rápidamente recostándose en el sofá de su salón y viendo el techo con una expresión triste. Sentía el vacío de la casa que la rodeaba. Estaba completamente sola—. Sabes que no es cierto.

—Tú marido es un hombre que no vale la pena Kara . Por favor reacciona y entiende lo que te está haciendo—su voz sonó triste—. Solo date cuenta en lo que te está convirtiendo.

—Mon-el es mi esposo, Lois —dijo Kara fríamente—. Ahora por favor regresa a la fiesta y disfruta con tú novio.

—Pues debería darte tú lugar—dijo Lois sin contenerse—. ¿Crees que eres la única esposa que es exitosa? Solo falta que sepas quien está aquí acompañando a su esposo en este momento. Un hombre que si le da su lugar y ella es muy famosa. Incluso tú la conoces es La...—Kara la interrumpió.

Amanecer en VancouverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora