ɴᴜᴇsᴛʀᴏ ᴄᴀᴄʜᴏʀʀᴏ

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Diosa Luna, la deidad que habita el planeta Sigma, es la que escucha los deseos más profundos y otorga tu destinado, especialmente en el mundo de las jerarquías y las conexiones intensas que definen este planeta. En un lugar donde las dinámicas de poder y atracción son regidas por las complejas leyes de los alfas, betas y omegas, Luna se erige como la figura suprema que orquesta el destino de cada ser, guiando sus caminos a través de la luna, las estrellas y la naturaleza misma.

Con su imponente belleza, la diosa es el centro de adoración y reverencia en Sigma, y su influencia se extiende a través de generaciones, pues su luz y poder no conocen fronteras. A lo largo de los siglos, ha sido venerada por todos, especialmente por aquellos que buscan entender su lugar en este sistema social tan marcado por el dominio y la sumisión, el deseo y la voluntad. Cada generación la ve como la guía eterna, la que escucha las súplicas y deseos de sus habitantes.

Tsubaki terminó de leer y levantó la vista, observando a sus estudiantes. Los omegas lo miraban en silencio, algunos con disimulo, como si temieran ser atrapados. Cada uno robaba una mirada furtiva, incapaces de evitarlo. Él, un alfa imponente, estaba tan acostumbrado a esa atención que casi podía sentir el peso de las miradas sobre él. Su presencia llenaba el aula, fuerte pero serena, y aunque nadie decía nada, los suspiros ahogados no pasaban desapercibidos.

-¿Alguna pregunta? -preguntó Tsubaki, su voz grave llenando el aula.

Los omegas, no podían evitar fijarse en el anillo de casado en su mano. Un leve suspiro escapaba de sus labios, un suspiro que hablaba de celos, de un deseo reprimido, o tal vez de la envidia de saber que el profesor pertenecía a alguien más. Tsubaki, ajeno a las emociones que causaba, aguardó pacientemente la respuesta.

-Sí -respondió un joven alfa, levantando la mano, su voz se oyó firme.

Justo cuando el chico estaba a punto de hablar, la puerta del aula se abrió de golpe, interrumpiendo la calma. El sonido de la puerta siendo empujada hacia atrás resonó en todo el salón, haciendo que todos volvieran la vista al mismo tiempo.

-Profesor Tsubaki, su esposa... -dijo la voz apresurada de un asistente, interrumpiendo la atmósfera.

Tsubaki, al instante, sintió una sacudida en su pecho, como si algo helado le hubiera atravesado el cuerpo. No necesitaba más. El miedo se instaló en su corazón con la rapidez. Sin pensarlo, agarro sus cosas que están sobre la mesa y salió corriendo, sin siquiera mirar atrás.

El lobo que habitaba dentro de él comenzó a rugir con fuerza, el instinto de protector desbordando sus sentidos. El enlace con su esposa, su omega, se hizo presente en su mente de inmediato. Podía sentir el miedo y la desesperación a través del vínculo que compartían. Ella estaba asustada, más que asustada, aterrada.

-¡No...! -murmuró Tsubaki, el miedo apretándole el pecho. Sintió la angustia de su omega como un dolor punzante. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué ella sentía tanto miedo? Un sinfín de pensamientos oscuros nublaron su mente, imaginando lo peor.

Corrió lo más rápido que pudo, pero cada segundo que pasaba era un martillazo en su pecho. El hospital estaba lejos, y el tiempo parecía desmoronarse ante sus ojos. Las emociones de su omega lo alcanzaban con fuerza, y podía escuchar su voz en su mente, llamándolo con desesperación.

El corazón de Tsubaki latía desbocado. Su cachorro había adelantado su fecha de parto, y el miedo de que algo estuviera mal lo invadió por completo. El pensamiento de un aborto, de perder a su familia, lo destrozaba por dentro. No podía permitirlo. No podía.

Tsubaki subió al vehículo y aceleró con todo su ser, el miedo y la ansiedad apoderándose de él. A pesar de sus esfuerzos por llegar a tiempo, cuando finalmente llegó al hospital, la doctora lo condujo rápidamente hasta la habitación donde su esposa, Sumire, lo esperaba.

Al entrar, la vio, y su rostro se iluminó al instante. Ella, cansada pero sonriendo, lo miró con cariño.

-Llegaste tarde, cariño -dijo con voz suave, mientras destapaba la manta que cubría a su cachorro.

Tsubaki se acercó y vio al pequeño cachorro, en sus brazos, tan perfecto. Sumire levantó un poco al pequeño y, con una sonrisa, lo miró.

-Míralo, salió igualito a mí, excepto por esos ojos azules... y su cabello castaño..eso lo sacó de ti -dijo, mirando a su esposo-. Nuestro cachorro es hermoso.

Tsubaki, con los ojos llenos de emoción, se acercó y, con cuidado, Sumire le pasó al cachorro. Lo tomó en sus brazos, con ternura, admirando a su hijo. El pequeño tenía el color de sus ojos y el cabello castaño igual al suyo.

-Es perfecto... -susurró Tsubaki, mirando al cachorro en silencio, sintiendo una paz inmensa.

-Quiero que tú le coloques un nombre -dijo Sumire, mirando a Tsubaki con una sonrisa suave.

Tsubaki la miró sorprendido, pero luego sonrió.

-Está bien -dijo, mirando al pequeño cachorro en sus brazos. Respiró hondo y, para calmar a su esposa y a su hijo, dejó escapar unas feromonas suaves. Se acercó un poco más al cachorro y, con ternura, dijo:

-Tu nombre será Haruki.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠 [Freezer x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora