BLACK MAGIC | CHESTAPPEN

Confusiones

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Max estaba de rodillas con la mano extendida al aire, Lewis le había clavado una uña en la muñeca donde se encontraban sus venas.

Veía un destello emanar de su mano con intensidad, Lewis levitaba moviendo su mano alrededor de un muñeco improvisado con la tela de la Banda que traía Sergio.

Max comenzaba a sentirse mareado pues no creía que el absorber Maná fuese tan complicado, era como cuando sacaban sangre de su organismo, solo esperaba que el moreno le diese una manzana y un jugo al terminar.

—lo tengo —susurró Lewis con la vista perdida en algún punto —abre un portal.

Max, con las pocas fuerzas que tenía, acató la orden de Lewis abriendo un rodete de luz azul en uno de sus costados.

Rápidamente, la figura de Sergio apreció en la escena y a penas cruzar el portal, Max lo deshizo corriendo a los brazos del pecoso el cual se mantuvo estático ante su tacto.

—No puedo soltarlo —argumentó Lewis —si lo hago te matará.

—No lo hará —objetaba Max.

—Créeme —su voz era seria —lo hará.

—¿Y ahora?

—Lo llevaremos al sótano, ahí veré que puedo hacer con él.

Max dudó un poco, pero realmente no sabía que tenía que hacer para solucionarlo, Lewis era su única esperanza para traer a Sergio de vuelta y desintegrar a Michel de una vez por todas.

Se encaminó siendo guiado por Hamilton mientras Sergio le seguía. Max lo cuidaba desde atrás, sus fosas nasales estaban extasiadas con volver a oler ese delicioso perfume que lo hacía desvariar.

Lewis le pidió encadenarlo con cadenas imbuidas en verbena para evitar que este pudiese usar su magia.

Max quería quedarse ahi, supervisar que todo estuviese bien, pero Lewis le pidió salir en numerosas ocasiones. Contra su voluntad, terminó por acatar la orden de Lewis y esperar afuera, no sin antes acariciar el rostro de Sergio una última vez. Le hacía sentir mal verlo en ese estado, es como si su alma no estuviese en su cuerpo. Su vista estaba fija en un punto desconocido, se mantenía serio y de pie.

Max lo abrazó buscando sentir el latido de su corazón, pero no hubo nada —¿Por qué me abrazas, bastardo?  —cuestionó Michel en voz baja.

—¿Sergio? —cuestionó separándose de él buscándole el rostro —¿Qué sucede?

—Lo mismo te pregunto yo a ti...

—Max, no —Lewis lo interrumpió.

—Lewis, Lewis —habló Michel estableciendo contacto con el moreno —¿No puedes alejarte de mi, cierto?

—No caeré en tus provocaciones —sentenció.

—¿Por qué mejor no te hincas? —ordenó.

Max volteó a ver a Lewis, las rodillas del moreno ya se encontraban contra el suelo, su mirada parecía adormecida. Algo no marchaba bien.

—Detente —le ordenó Max —Déjalo en paz.

—¿Qué? —una sonrisa comenzó a formarse —¿También te lo estás cogiendo? ¿Coge tan rico como yo?

—Sergio...

—Michel —corrigió.

—Michel —exclamó Max —Puedo ayudarte, pero déjame entrar.