La verdad

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El grupo avanzó con cautela a través del edificio en ruinas que alguna vez fue un centro de investigación. Los pasillos estaban oscuros y llenos de escombros, y el eco de sus pasos resonaba como una advertencia. La misión era clara: encontrar cualquier archivo o documento que explicara lo que la Primera había hecho con Richard y cómo podrían revertirlo, o al menos controlarlo.

Richard lideraba el grupo, sus sentidos dracónicos ahora más agudos que nunca. Podía escuchar incluso los susurros más débiles del viento a través de las grietas en las paredes y sentir el leve calor de los cuerpos de sus compañeras detrás de él. Sin embargo, también podía sentir otra cosa: una presencia familiar y amenazante que parecía observarlos desde las sombras.

Riane se mantenía cerca de Richard, su mirada alerta mientras sostenía una linterna improvisada.
—¿Qué es este lugar? —preguntó, rompiendo el silencio con un susurro.

—Un antiguo laboratorio —respondió Karen, revisando un mapa desgastado que había encontrado entre los escombros—. Según los registros que recuperé, aquí es donde experimentaron con tecnología biológica. Tal vez encontremos algo sobre lo que le hicieron a Richard... o sobre la Primera.

Lina, aunque más tranquila desde que se liberó del control, no podía evitar mirar por encima del hombro cada pocos segundos.
—¿Y si ella está aquí? —preguntó en voz baja—. ¿Y si nos está observando ahora mismo?

Richard se detuvo de golpe, levantando una garra para hacer un gesto de silencio.
—Lo está —dijo con voz grave, su mirada recorriendo el oscuro pasillo frente a ellos—. Puedo sentirla.

Las chicas intercambiaron miradas de preocupación.

Desde las sombras más profundas, la Primera observaba. Sus ojos brillaban como un par de linternas espectrales, y una sonrisa se formaba en sus labios. No necesitaba apresurarse; los estaba dejando buscar, sabiendo que cada paso que daban solo los acercaba más a ella.

—Qué curioso —susurró para sí misma—. Mi niño y sus pequeñas amigas, todavía luchando contra lo inevitable.

Se movió sigilosamente por el lugar, siempre manteniéndose justo fuera de su alcance. Aunque podía intervenir en cualquier momento, prefería dejar que se desesperaran primero. Era un juego para ella, un espectáculo que disfrutaba.

El grupo finalmente llegó a lo que parecía ser una sala de servidores. Aunque la mayoría de los equipos estaban destruidos, una consola en la esquina aún brillaba débilmente con una luz azul parpadeante. Karen corrió hacia ella, conectando un pequeño dispositivo que llevaba para intentar recuperar información.

—Esto debería darnos acceso a los archivos restantes —dijo, concentrándose en la pantalla—. Necesitaré tiempo.

Mientras Karen trabajaba, Richard y Riane patrullaban la sala, sus ojos atentos a cualquier movimiento. Lina, por su parte, no podía apartar la mirada de Richard. Ahora que la luz iluminaba sus escamas, su transformación se veía aún más impresionante... y aterradora.

—¿Duele? —preguntó Lina, su voz apenas un susurro.

Richard la miró por un momento antes de asentir.
—No como antes. Ahora... es como si estuviera dividido entre dos partes de mí mismo. Una quiere luchar. La otra... no estoy seguro.

Antes de que Lina pudiera responder, Karen habló.
—Tengo algo. Es un archivo sobre un "Proyecto Dragón". Parece que... —se detuvo, leyendo más detenidamente—. Esto explica lo que te hicieron, Richard. Este "proyecto" buscaba crear híbridos humano-dragón, soldados perfectos. Pero hay algo más... menciona a la Primera como el sujeto cero.

El aire pareció volverse más frío de repente, y Riane levantó la linterna, apuntándola hacia la entrada de la sala.
—¿Qué significa eso? —preguntó.

❤Amor Peligroso❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora