La luz del sol atravesaba las rendijas de la ventana, iluminando la habitación de Karen y Lina, que estaban sentadas frente a la vieja televisión. El sonido de la noticia llenaba el aire, mientras los rostros de los reporteros se sucedían rápidamente, destacando una vez más el nombre del General Ferrer.
"En las últimas horas, las autoridades han confirmado que el General Ferrer continúa con su búsqueda incansable de los fugitivos, quienes están implicados en varios crímenes graves. La presión aumenta sobre ellos, y la región está en alerta máxima. Se insta a la ciudadanía a permanecer alerta y reportar cualquier información relacionada con el paradero de los sospechosos."
Karen frunció el ceño, apretando los puños sobre sus rodillas. Cada palabra del informe sobre Ferrer hacía que su piel se erizara. En cuanto la noticia terminó, Lina la miró, sabiendo lo que pasaba por su cabeza. Pero antes de que pudiera decir algo, una ráfaga de risas y charlas provenientes de la cocina hizo que Karen y Lina se giraran.
A través de la puerta abierta, pudieron ver a Richard y Riane en plena acción, rodeados de ollas y sartenes. Richard, aún con la mirada cansada pero decidida, preparaba algo de comida mientras Riane, con su actitud siempre decidida, se encargaba de darle indicaciones. La cocina estaba llena de humo, pero había una atmósfera relajada en contraste con el caos externo.
"¿Por qué no me sorprende que estés aquí cocinando en vez de... ya sabes... escapar?" dijo Lina en tono burlón, pero sin ocultar su preocupación.
Karen la miró, claramente conflictuada. "No es el momento para bromas, Lina. Ferrer está más cerca de lo que pensamos. Cada vez se acerca más."
Lina asintió con seriedad, pero su mirada no pudo evitar moverse hacia Richard, quien parecía más tranquilo de lo que cualquier otra persona en su situación podría estar. ¿Cómo podía él estar tan tranquilo mientras el general los buscaba?
Ambas mujeres se quedaron observando un momento, mientras la televisión seguía transmitiendo las noticias. Cada uno de ellos se encontraba en una dirección diferente, pero el destino les unía en un torbellino de decisiones difíciles y momentos cruciales. La pregunta en el aire era clara: ¿Qué harían ahora?
Richard terminó de servir los platos, colocando con cuidado la comida sobre la mesa. A pesar de la calidez de la cocina y el pequeño momento de tranquilidad, su rostro no podía ocultar el agotamiento que aún lo pesaba. No solo el cuerpo, sino su mente, que parecía estar al borde de colapsar después de los días de constante huida, tensión y la sombra del General Ferrer persiguiéndolos.
Con una sonrisa cansada, Richard se sentó en la silla más cercana a la mesa. No podía evitar frotarse la frente, como si ese pequeño gesto pudiera aliviar el peso que sentía sobre sus hombros. Lina, que ya había comenzado a comer con gusto, lo miró y, a pesar de su naturaleza irónica, pudo notar el agotamiento que lo rodeaba.
"¿Seguro que no te quieres sentar un rato, Richard?" preguntó Lina con un tono menos burlón, casi preocupada.
Richard levantó la mirada y, por un instante, se encontró con los ojos de Karen. Ella no dijo nada, pero su expresión lo decía todo. Sabía que el cansancio mental de Richard no era solo físico. Estaba luchando con algo mucho más grande que su cuerpo cansado.
"No, no puedo. No es el momento de descansar," respondió Richard, su voz firme, aunque su mirada traicionaba el cansancio acumulado. "Pero gracias, de todos modos. Solo... necesitamos estar listos. Esto no ha terminado."
Riane, que también estaba sentada, no pudo evitar mirarlo con algo de preocupación, aunque no dijo nada. Sabía que, en momentos como este, las palabras no ayudaban mucho. Sin embargo, ella también podía sentir la presión que los rodeaba. Se limitó a observar en silencio mientras Richard tomaba un respiro profundo.
