El día finalmente había llegado. Valentina estaba en la cocina, tratando de organizar la casa mientras Franco estaba sentado en el comedor, revisando su teléfono. Cuando se dio la vuelta para ver cómo estaba ella, la vio tensarse, y eso fue lo suficiente para que su corazón diera un vuelco.
Valentina puso una mano en su vientre, que ya estaba considerablemente abultado, y luego apretó los dientes con una mueca de dolor.
— ¡Ay, no! —murmuró, cerrando los ojos con fuerza.
Franco la miró fijamente, pensando que estaba bromeando. Pero cuando vio la expresión en su rostro, comprendió que no estaba jugando.
— ¿Qué pasa? —preguntó, con el ceño fruncido y poniéndose de pie rápidamente, aún sin entender qué sucedía.
Valentina levantó la mano, haciéndole el gesto de que se calmara.
— Creo que... nuestro bebé va a nacer. —dijo con voz baja, casi como si no lo pudiera creer. Se le notaba la sorpresa y la angustia.
Franco parpadeó varias veces antes de reaccionar. Lo primero que pensó fue que estaba exagerando, pero al ver cómo se sostenía el vientre y cómo su rostro mostraba incomodidad, la preocupación comenzó a colarse en su voz.
— ¿De qué hablas? —frunció el ceño—. ¿Estás... por parir? ¿Ahora?
Valentina le lanzó una mirada que decía "estás completamente perdido, ¿verdad?", antes de suspirar profundamente y poner los ojos en blanco.
— ¡Sí! ¡Lo estoy! —respondió, entre risas nerviosas, sin poder evitar que el caos comenzara a apoderarse de ella. No estaba segura de qué hacer primero.
Franco hizo un gesto con las manos, mirando alrededor como si estuviera buscando algo, mientras intentaba procesar la información.
— ¿A esta hora, en la cocina? —dijo, un tanto incrédulo. Luego, su rostro cambió a un pánico evidente—. ¿¡Por qué no me avisas con más tiempo!?
Valentina levantó las cejas, como si lo estuviera evaluando.
— ¿¡Y qué querías que hiciera!? ¡Esperar un par de horas más, mientras me tomo un té de manzanilla!? —respondió, con un tono sarcástico.
Franco la miró con los ojos muy abiertos.
— ¡No sé! ¡Creo que no me había preparado para esto! —rió nervioso—. Pero, ¿realmente es el parto? ¿No es demasiado temprano?
Valentina le lanzó una mirada fulminante mientras respiraba profundamente para intentar calmarse.
— ¡Sí! ¡Es el parto! —dijo, entre risas nerviosas—. Y si no me crees, mejor anda preparando las valijas para el hospital, porque esto no tiene pinta de ser un paseo por el parque.
— ¡Voy, voy! ¡Me voy a volver loco! —se rió, mientras le daba vueltas a la cabeza, todavía sin entender lo que estaba pasando.
Valentina se tambaleó ligeramente y, antes de que él pudiera acercarse a ella, ya se estaba poniendo su abrigo con rapidez.
— ¡¿Sabes dónde están las llaves del auto!? —le preguntó, con voz algo elevada por la incomodidad.
Franco miró hacia el pasillo, luego vio la mesa del comedor y se lanzó hacia la entrada.
— ¡Obvio! ¡Las llaves están donde las dejaste, como siempre! —respondió, mientras las tomaba del bolsillo de su abrigo—. ¡Vamos, Val! ¡Tenes que calmarte!
Mientras tanto, Valentina, a pesar del dolor, parecía estar más tranquila que él. Se miraba al espejo rápidamente mientras se ataba el cabello en un moño.
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Sin Frenos - Franco Colapinto
Любовные романыFranco Colapinto es un piloto de carreras con una vida llena de adrenalina, hasta que conoce a Valentina, una mujer que transforma su mundo por completo. Juntos, descubren un amor profundo y sincero, pero el pasado de Valentina amenaza con separarlo...