Era un fin de semana crucial para Franco, y el circuito estaba más animado que nunca. Había invitado a Valentina a acompañarlo, casi como un impulso, queriendo mostrarle una parte de su vida que hasta ahora le había sido ajena. Para su sorpresa, ella había aceptado sin dudar.
Al llegar, Valentina no tardó en notar la expectación que rodeaba a Franco. Las cámaras, los fans, los flashes... Era un mundo tan distinto al suyo, y, de alguna manera, le incomodaba verlo tan adorado por todos. A medida que avanzaban por el paddock, notó cómo cada tanto algunas mujeres se acercaban a él con sonrisas admiradoras, y Franco, acostumbrado, respondía con una sonrisa casual.
Por cada saludo que él devolvía, Valentina sentía una punzada que no lograba comprender del todo. Al principio se mordió la lengua, tratando de ignorar el malestar, pero conforme pasaba el tiempo, su paciencia comenzaba a desgastarse. La gota que colmó el vaso llegó cuando una joven se acercó a Franco, con una sonrisa demasiado amplia y un "buena suerte" que sonaba más como una invitación. Ella tocó brevemente su brazo, dejando su mano ahí un segundo de más.
Franco, despreocupado, simplemente le devolvió una sonrisa y asintió.
—Gracias, siempre es bueno tener apoyo —dijo, sin percatarse de la mirada fulminante que Valentina le lanzaba.
Cuando la mujer se fue, Valentina soltó un suspiro exasperado y, cruzando los brazos, se acercó a Franco con el ceño fruncido.
—No sabía que tenías muchas... admiradoras —dijo, cruzando los brazos con visible molestia.
Franco se encogió de hombros, divertido por su reacción.
—¿Celosa, Valentina? —le dijo en un tono tan casual que solo encendió más su enojo.
Ella bufó, intentando disimular.
—¿Yo? Obvio que no. Sólo es curioso... —murmuró, pero su mirada lanzaba dagas a cada persona que se acercaba a Franco.
La situación culminó cuando una joven, obviamente coqueteando, le deseó "suerte" con una sonrisa que duró demasiado. Valentina no pudo más. Sin pensarlo, le dio un empujón a Franco en el brazo, lo suficientemente fuerte para que él se girara, sorprendido, y con una ceja levantada.
—¿Qué haces? —preguntó, entre divertido y desconcertado.
—¡No sé cómo podes ser tan... tan... vos! —espetó Valentina, cruzando los brazos y frunciendo el ceño—. Parece que te encanta que te rodeen.
Franco suspiró, rodando los ojos con una sonrisa exasperada. No estaba acostumbrado a que lo enfrentaran así, y menos en medio de la preparación de una carrera, pero había algo en su enojo que le resultaba... adorable.
—Entonces, ¿qué propones? ¿Que ignore a la gente? —dijo en un tono irónico—. Es parte de esto, Valentina.
Valentina rodó los ojos y dejó escapar una risa sarcástica.
—Es que cada vez que alguien te mira, vos respondes con esa sonrisa... —Se interrumpió, mordiendo su labio inferior, frustrada.
Franco suspiró, mirándola con una mezcla de exasperación y ternura.
—¿Qué es lo que realmente te molesta, Valentina? —preguntó suavemente, pero con un dejo de desafío—. Porque todo esto suena más a otra cosa que a simples "incomodidades".
Ella frunció el ceño, su voz temblando de enojo.
—¿Sabes qué? No tengo por qué soportar tus juegos, Franco. Es obvio que te encanta esta atención, y a mí... a mí no me importa —dijo, aunque sus palabras parecían decir lo contrario.
—¿En serio no te importa? Porque llevas todo el día haciendo pucheros cada vez que alguien me saluda.
—¡No estoy haciendo pucheros! —replicó ella, empujándolo ligeramente en el pecho. Él ni se inmutó, y en lugar de retroceder, dio un paso hacia ella, acortando la distancia.
—Entonces, ¿por qué estás tan enojada? —preguntó en voz baja, su mirada fija en la de ella, como si intentara ver a través de sus palabras.
Valentina estaba a punto de responder, pero se quedó sin aliento cuando sintió su cercanía. Su corazón latía con fuerza, y una parte de ella deseaba seguir discutiendo, seguir encontrando razones para alejarse de él, pero otra parte, una que le asustaba, quería todo lo contrario.
—Porque... emm... —balbuceó, buscando las palabras, pero su voz se apagó ante la intensidad en los ojos de él.
Franco aprovechó ese instante de vulnerabilidad y, sin pensarlo dos veces, la interrumpió con un beso. Fue como si toda la tensión acumulada se liberara en un solo segundo. Sus labios encontraron los de ella con una mezcla de pasión y ternura que la dejó sin aliento. Valentina, sorprendida al principio, no tardó en responder, aferrándose a él como si todo el mundo alrededor desapareciera.
El beso se volvió más profundo, y cada segundo que pasaba parecía intensificar la conexión que ambos sentían. Era un beso que hablaba por sí solo, un beso que le decía todo lo que él no había dicho con palabras, que le demostraba que en ese momento no había nadie más para él, solo ella.
Finalmente, se separaron apenas unos centímetros, ambos respirando con dificultad, pero sin romper el contacto visual. Franco deslizó su mano suavemente por la mejilla de Valentina, y sus labios se curvaron en una sonrisa.
—¿Contenta? —preguntó en un susurro.
Valentina lo miró, con el ceño ligeramente fruncido y los labios hinchados.
—¿Qué... qué fue eso? —preguntó, tratando de sonar firme, pero su voz temblaba.
Franco sonrió, deslizando una mano por su mejilla.
—Eso fue para que entiendas que no tenes de qué preocuparte. Sos la única que puede volverme loco.
Valentina, aún intentando recuperar el aliento, asintió lentamente, sin poder ocultar una pequeña sonrisa.
—Sos un idiota... —murmuró finalmente, aunque esta vez su voz sonaba suave, casi resignada.
Franco rió suavemente y le dio un beso rápido en la frente.
—Y vos sos una celosa insoportable, pero... no podría gustarme más.
—Repito, sos un idiota... —murmuró, aunque esta vez su voz era suave y cargada de cariño—. Todavía no sé cómo logras que me sienta así.
Franco rió suavemente, inclinándose para darle un último beso en la frente.
—Tal vez porque en el fondo, Valentina, vos también estás tan atrapada en esto como yo.
Ambos permanecieron en silencio, asimilando lo que acababa de ocurrir. Ahora había una puerta abierta, una que ninguno de los dos estaba seguro de querer cerrar.
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Sin Frenos - Franco Colapinto
RomanceFranco Colapinto es un piloto de carreras con una vida llena de adrenalina, hasta que conoce a Valentina, una mujer que transforma su mundo por completo. Juntos, descubren un amor profundo y sincero, pero el pasado de Valentina amenaza con separarlo...