Uno, dos, tres....
Uno, dos, tres, cuatro, siete, veinte...
Tenía miedo, estábamos ya casi en el final del curso cuando iba al colegio desesperado ya que bueno, solo lo sabía cierta gente, llegué y me encontré a todos y a todas mirándome, preguntándome si era verdad lo que dije, yo iba siempre con la verdad por delante, la cabeza me iba a estallar porque no se como reaccionarían mis compañeros, o incluso de otros cursos, aún así me extrañaba que lo supiera la gente, cosa que yo no quería pero había una persona que lo había soltado sin saber lo que se me venía encima. Encontré a mi mejor amiga, bueno actualmente, se llama Vika, para mi es una de las bellísimas personas que he conocido en mi vida, la que más me ha apoyado en momentos más difíciles, dándome consejos y ahí estaba, se caracterizaba como una chica bajita, guapa, con bastante maquillaje, ojos brillantes y su tono de voz era como los ángeles, tenía que aprovechar y seguir con esa amistad porque no podía perderla ya que desde que salí del armario me siento solo, cogiendo consejos de mis padres, de algunas charlas que tenemos, ellos veían a algunos de mi compañeros de clases aunque no recibiera acoso, como de homofobos, ya que si que era verdad que cuando estábamos en clase, siempre me lanzaban indirectas, no respetaban lo que yo pensaba y de lo que opinaba, en las clases de historia siempre me interrumpía la típica niña sevillana cerrada de mente conservadora, eso era irrelevante, pero lo que realmente me molestaba siempre, era el típico grupo de niños que no me dejaban estar con ellos porque no quieren que me "encalome" con ellos, siempre estaba la lista que cada vez que querías pedir ayuda te saltaba y te mandaba a freír espárragos, durante mucho tiempo si que es verdad que me he sentido realmente solo, aunque no del todo, tengo esa clase, aquella clase la cual estuve con ella durante toda mi vida, la que en su mayoría si me respetaban, algunos no me creían pero siempre estaban conmigo, me aceptaban y formaba en parte de su "grupo" por así decirlo, era como estar en mi casa, era hablar con ellos y ellas y realmente estar relajado y tener esa sensación de estar emocionado porque hablas con los tuyos.Llegaba el verano y estaba terminando tercero de secundaria, mi historia falsa se terminó, ahora si que realmente puedo tener la tranquilidad de decir y tener el valor de contarle a cualquiera que soy homosexual, claro eso sí, cada vez que conozca a alguien tendría que analizar como es esa persona, si era homofoba o no, aún así no era necesario decirlo porque claro, yo, no quiero llamar la atención porque siempre que lo hacía, me sentía observado. Cuando un chico o una chica, en la adolescencia, quiere salir del armario y quiere decírselo a sus mejores amigos se tiene que mentalizar de que cuando se lo contase, tiene cuatro opciones, que te acepten, que te rechacen, que te acosen o formar parte de un grupo pero recibiendo indirectas todo el santo día, por eso, yo, cuando salí del armario, lo hice pensando, porque esto es parte de tu vida privada si yo lo he contado es porque confiaba en la gente y yo soy de esas personas de las que se fían muy fácilmente. Que inocente soy. Cometí el error de decirlo, pero al menos, queda dicho.