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Las mañanas en Lambda eran una tortura para cualquiera que estuviera aquí, incluyendo a los trabajadores en mi opinión.
El hecho de tener que soportar experimentos, ver inyecciones y frascos que almacenaban medicinas era terrible. Los cuartos blancos y fríos llenos de luces cegadoras era lo peor que me podría pasar por las mañanas.
Pero yo ni siquiera pertenecía aquí, no había razón por la cual yo tendría que estar siendo experimentada como si de un conejillo de indias me tratara.
Yo era una Ratri, perteneciente a ese mismo clan y mi padre era nada más y nada menos que Peter Ratri.
Pero aún así, siendo hija de una persona tan importante jamás fui amada por el. Ser padre le quedaba corto, ya que en ningún momento quiso hacerse cargo de mí o si quiera verme.
Mi única razón de existir era seguir sus órdenes y preservar el clan Ratri, pero aún así, él me había mandado a este laboratorio con todos estos niños ganado.
No tenía por qué estar aquí.
No pertenecía aquí.
Quería irme a casa, quería volver a probar una comida deliciosa y que mi vida fuera tan fácil y sencilla como lo era en mi hogar.
Tal vez no tenía una vida muy agradable ni una buena relación con mi padre, pero si me gustaba pasearme por los pasillos de mi gran casa, correr por la sala y cocinar con los chefs dentro.
Me sentía sola en este lugar tan frío, solo viendo doctores pasar de un lado a otro con libretas y libros. Era tan aburrida esta vida y tan rutinaria.
Pero lo peor era que tuvieran que experimentar conmigo, que si quiera me tuvieran respeto por la persona que era, por mi apellido. Nada aquí les importaba a ellos, si eras un humano o un experimento creado por ellos.
Solía llorar todos los días sin falta, era incapaz de levantarme de la cama con alegría o energía. Las piernas me dolían y temblaban cuando caminaba, como si en cualquier momento yo pudiera caerme.
Veía a mi padre múltiples veces paseando por el lugar, inspeccionando y mandando como el jefe que era de este lugar. Cuando me miraba a los ojos que se parecen tanto a los míos, parecía como si no me conociera, como si me tratara de una desconocida más o alguien con quien experimentar.
Lloré, lloré mucho cuando pasaba de lado con ese semblante frío y distante.
Esperé que algún día él me sacara de aquí, pero ese sueño que añoraba cada vez se hacía más y más lejano. Jamás saldría de sta prisión a la que había sido metida a la fuerza.
Pero aún así, en este laboratorio triste y deprimente, encontraba felicidad cuando podía dormir en mi cama tan plácidamente.
En mis sueños, era un persona diferente, era alguien valiente que jamás podría temerle a alguna aguja o algún medicamento. Era tan diferente mi yo de la vida real a la yo de mis sueños.
Encontraba felicidad en la gente con la que soñaba, personas de mi edad con las que jugaba e iba a todas partes, corriendo con energía.
Pero entre todas esas personas, había especialmente un chico que soñaba demasiado, aparecía en todas partes con una sonrisa encantadora que me hacía tener mariposas en el estómago.
Su sonrisa me ayudaba a calmar mi llanto en las noches, me perdía en sus ojos y en la manera con la que me abrazaba, tocaba mis manos y se recostaba en mi hombro.
No me juzgaba, no me trataba como experimento o como si me tratara de una "cosa". Me envolvía en sus brazos y después dejaba un beso en mi cabeza. Y con eso me aseguraba que todo estaría bien.
Incontables veces soñé con el, en diversos lugares. Pero era tan increíble la sensación de libertad, de paz que me transmitía.
Sus labios deseaban ser míos, y los míos deseaban ser suyos. Lo sabía, pero era increíble este sentimiento que crecía cada día más. El deseo de estar a su lado, y que todo esto pudiera convertirse en realidad algún día.
Si se lo contara alguien, sabía que solo diría que era un sueño tonto, algo en lo que yo no tenía que creer que sucedería, pero a mí eso no me importaría.
Jamás supe su nombre, de dónde viene o si quiera quién era, pero eso no me impedía amarlo, y que pudiera soñar que el pronto llegaría conocerme, que llegaría a salvarme de este lugar.
Su cabello negro era lo único que quería ver todos los días, en vez de la cara de los doctores molestos porque fallé en la prueba.
Aún así, no me daría por vencida pronto, sabía que saldría de este lugar, podría verlo, conocerlo, y eso era lo más importante para mí ahora.
Y así, con el tiempo aprendí a ser valiente, a valerme por mi misma y no dejar que los doctores me asustaran más, ya no tendría miedo de ellos, no más.
Entonces, mientras mis sentimientos crecían cada vez más, él en en mis sueños se acercaba más a mí, sus labios tan cerca de los míos, como si esto se tratara de la realidad.
Sus dulces palabras hacían que me sonrojara por alguna razón, que no me molestaba en absoluto, en cambio, me hacían querer besarlo sin miedo alguno.
Entonces ese día llegó, y como siempre, se acercó a mí, luego, posó su mano sobre mi mejilla, acariciándola con una sonrisa amable que siempre tenía en el rostro.
Me acercó a él, como si quisiera que no me alejara jamás, con su cabello alborotado que cubría uno de sus preciosos ojos.
Sonrió antes de besarme, así que solo cerré mis ojos y la magia ocurrió. Besó mis labios con suavidad, aún con su mano puesta sobre mi mejilla que sentía arder.
Fue tan dulce, pero a la vez, tan efímero. Porque después de todo, desperté, claramente triste, porque a quien había besado no era nada más que un sueño.
¡Nota de la autora! ¡Holi! Ya estoy de vuelta, realmente quería escribir este fic porque tenía preparado algo, y es que este fic es un inicio a un fanfic ya más extendido sobre Ray y Amber con la historia basada en el manga, con algunos ligeros cambios.
Una personita me había pedido que hiciera una historia de Ray que tuviera que ver con el manga, así que aquí está, pero es solo el inicio de todo lo que se viene, espero que les guste tanto como a mi.!
