18:50

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Odiaba la Navidad.

Violeta odiaba toda la parafernalia de alrededor de las fiestas; odiaba el exceso, el constante consumo y compras de más -la mayoría innecesarias- para satisfacer caprichos igualmente innecesarios; odiaba las sonrisas falsas y la sobreactuación de la gente en aquellas fechas, y el recuerdo de gente en días señalados tan solo porque era Navidad, cuando el resto del año ni les importaba su existencia.

Odiaba los villancicos.

Odiaba todo lo que acompañaba a la Navidad; odiaba la sensación de no formar parte de algo importante.

Odiaba que la gente hiciera que odiase la Navidad.

Eran 365 días al año y para ella no había diferencia, o nada especial, entre ninguno de ellos.

Desde el momento en el que la puerta se había cerrado y Chiara había desaparecido de su vista, los hombros de Violeta se habían relajado y había soltado el IPhone de forma cansada contra la superficie blanca. Había dejado caer totalmente su cuerpo en el sofá, al igual que había dejado caer aquella faceta que mantenía siempre como protección, cerrando los ojos momentáneamente.

Solo es un día más; una noche normal, vinito tinto y película. Puedo hacerlo.

Cuando Violeta volvió a abrir los ojos, se encontró con aquella funda de Ismael, de aquel vestido erróneo y bufó con rabia volviendo en sí; le tocaría arreglar otro desastre de su asistente personal. Si no fuese por Martin, el amigo en común que tenía con Chiara, jamás hubiera contratado aquel desastre con patas.

El vasco hacía cosa de unos siete u ocho meses le había pedido el favor personal de considerar a Chiara para el puesto de asistente que tenía vacante, y el resto simplemente había sido historia...

Hacia su trabajo, si, claro, eso sí. Pero a veces... era desastrosa.

Violeta quería realmente que Chiara hiciera bien su trabajo; era una buena chica, caótica, torpe, con mucha energía y felicidad desbordando por cada poro de su piel, pero sobre todo con mucho arte que dar. Y era lo que más valoraba en ella; fue el motivo por el que la contrató, simplemente. Martin solo llegó a convencerla para contratar a Chiara en el momento en el que le enseñó una demo de una de sus canciones originales; era... una muy buena canción y se merecía poder sacarla al mercado. Aquel fue el pensamiento de Violeta antes de tenderle el contrato.

Con la promesa de Martin de no contarle jamás el verdadero motivo a Chiara, aceptó sin saber en lo que su vida se convertiría con aquella asistente bajo sus órdenes en los siguientes meses. No había habido nada en su currículum que le hubiera llevado a Violeta a decir: ¡es perfecta, la pienso contratar! Y aquel era el problema; un problema que ya era demasiado pesado el que tenía entre manos. Violeta estaba llegando a su límite de la paciencia con la menorquina, sino empezaba a espabilar..., el favor se iba a esfumar.

La actriz negó con la cabeza, no quería darle más vueltas a aquel asunto, no aquella noche al menos. Ya tenía suficiente odiando la Navidad.

Violeta no lo pensó mucho más y se levantó del sofá para agarrar aquella funda de Ismael porque no pensaba dejar aquel vestido, aquella obra de arte de su mejor amigo, tirado de cualquier forma en su sofá. Así con las intenciones de subirlo a su vestidor, la granadina giró su cuerpo quedando de nuevo enfrentándose a los ventanales del ático. Y durante unos instantes no se movió, sus ojos se entrecerraron intentando focalizar mejor:

¿Es nieve...? ¿En qué momento...?

El sobresalto vino justo después, llevándose la mano libre al pecho por el casi infarto; su IPhone empezó a sonar ruidosamente, de forma constante e insistentemente, mientras vibraba sobre el sofá blanco. Incluso de pie, pudo ver el mensaje que aparecía en la pantalla, junto con la hora, las 18:50:

All I Want For Christmas Is YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora