capítulo 15

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El bullicio en la ciudad era inconfundible. Las calles estaban abarrotadas de comerciantes, nobles y plebeyos que se habían reunido para disfrutar de uno de los eventos más esperados: el gran torneo de justa y combate singular. Era un espectáculo que congregaba a toda la población, desde los más humildes hasta las familias nobles más poderosas. Los estandartes de las casas ondeaban al viento, llenando el aire de color y orgullo, mientras los gritos de entusiasmo resonaban por toda la arena.

 Los estandartes de las casas ondeaban al viento, llenando el aire de color y orgullo, mientras los gritos de entusiasmo resonaban por toda la arena

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En el centro de la ciudad, la arena principal estaba a reventar. Los gritos y aplausos de la multitud eran ensordecedores mientras los caballeros se preparaban para los últimos enfrentamientos. Las justas, con sus caballos galopando y las lanzas chocando con fuerza, capturaban la atención de todos. En la arena, dos nombres resonaban entre los espectadores: Julius, el joven y prometedor heredero de la casa Argent, y Sir Kevan el Alto, un caballero experimentado de la casa McLean, conocido por su imponente presencia y su habilidad con la lanza.

La final del torneo de justa

El anunciador, con voz potente, declaró el enfrentamiento final:
—¡Damas y caballeros! ¡La final está aquí! ¡Julius Argent de Silverlanding contra Sir Kevan el Alto de las Montañas del Dragón!

La multitud rugió de emoción mientras los caballeros tomaban sus posiciones. Julius, montado en su corcel blanco, lucía confiado y elegante. Su armadura plateada, adornada con el emblema de su casa, brillaba bajo el sol. Por otro lado, Sir Kevan, en un corcel negro, proyectaba una figura intimidante. Su estatura y fuerza eran evidentes incluso desde lejos.

El primer choque fue brutal. Ambos caballeros lanzaron sus monturas al galope, las lanzas se cruzaron en el aire, y el impacto resonó en toda la arena. Las lanzas se astillaron, pero ambos permanecieron firmes en sus monturas, demostrando su habilidad. La multitud estalló en vítores.

—¡Vamos, Julius! —gritó una voz femenina desde las gradas. Alana, observando con atención, no pudo evitar sentirse impresionada por la destreza de Julius. Su porte y determinación eran innegables.

El segundo enfrentamiento fue aún más intenso. Julius inclinó su cuerpo con precisión, su mirada fija en el centro del escudo de Sir Kevan. Con una fuerza y técnica impecables, Julius ajusto su lanza en el momento adecuado, golpeando con tal precisión que el impacto hizo que Sir Kevan perdiera el equilibrio. Con un estruendo, Kevan cayó al suelo, levantando una nube de polvo.

La multitud enloqueció. Los gritos y aplausos se escucharon por toda la arena. Julius desmontó de su caballo con gracia y avanzó hacia el centro de la arena, quitándose el yelmo para revelar su rostro juvenil y seguro. Sus ojos buscaron entre el público hasta que se encontraron con los de Alana. Con una leve sonrisa y un movimiento de cabeza, dedicó su victoria a ella.

La arena vibraba con los aplausos mientras Julius festejaba tras su victoria. Alana y Mary observaban desde las gradas, cada una sumida en pensamientos distintos. Julius inclinó la cabeza en dirección a Alana, dedicándole una sonrisa encantadora que no pasó desapercibida.

La luz del ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora