8 - Flores y besos

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Mientras firmaba los últimos papeles, Servando todavía parecía incrédulo de lo que le estaba pasando. Era como si la vida lo hubiera puesto repentinamente en un callejón sin salida cobrándole cada una de sus deudas y culpas que él siempre cargó muy guardadas dentro de si. Luchó por mantenerlas escondidas, no revelárselas a nadie, pero dadas las circunstancias, se dio cuenta que de un momento a otro tendría que hacer frente a cada uno de esos secretos que ingenuamente creyó que eran solo suyos.

_ María, puedes estar segura que un día pagarás por las cosas que estás haciendo. – la amenazó – No creas que vas a hacer todo lo que quieres, disponer así de la vida de otras personas y salir impunemente.

_ Servando, ahórrate tus amenazas yo ya no te tengo miedo. Tú eres muy cobarde y no tienes el valor para enfrentar a alguien que este a tu altura. Por eso me atacaste hace 20 años, por que estabas seguro que yo no haría nada, porque estábamos en condiciones muy diferentes.

_ No sé de que estás hablando. Nunca te hice nada, por el contrario...

_ ¡No seas cínico Servando! Aquí no tienes que disimular, Luciano conoce toda mi historia incluyendo la monstruosidad fuiste capaz de cometer conmigo y... Si alguien tiene cuentas pendientes con la vida ¡ese eres tú! Sé que algún día tendrás que hacerte responsable de todas las mentiras que le dijiste a la gente a tu alrededor y también por aquello. – Ella habló como si se liberara de algo que, por razones opuestas a las de Servando, también mantuvo dentro de si.

Servando se levantó aflojando el nudo de la corbata demostrando que se sentía mal, le hacía falta el aire. Para él no era nada simple enfrentarse a su mayor pecado, María era la prueba viva del tipo de persona despreciable que era.

_ Ya tienen lo que querían. Mis acciones ya les pertenecen y pueden tomar posesión de lo que han comprado mañana mismo si quieren. Creo que está todo terminado por aquí. Realmente, María, tu abogado fue muy eficiente y trajo todos los detalles preparados para no dejar ningún pendiente. Ustedes han preparado bien la trampa para chantajearme y engancharme.

_ ¡No seas ridículo Servando! Nada peor que una persona vil y despreciable como tú que juega a la víctima. Al menos podrías fingir tener un poco de dignidad. Por una vez, trata de no actuar como un cobarde. Ahora si Servando, si ya firmaste todos los papeles, no tienes nada más que hacer aquí. Lo que tú me hiciste en el pasado no tiene precio, lo único que quería de ti, eran estas acciones. ¡Ya las tengo! ¡Vete, no quiero verte nunca más!

Cuando Servando se fue, María se derrumbó, se sentó y puso su mano derecha en su frente y el codo en la mesa, lloró. Luciano se acercó a ella conmovido. Se sentó a su lado y no dijo nada, solo sostuvo su mano izquierda mostrando su apoyo, como diciéndole que estaba a su lado, a pesar de los desacuerdos que tuvieron. Después de unos minutos él la miró tomando coraje:

_ Perdona lo del otro día en tu oficina, María.

_ No, Luciano. Por favor, no me pidas perdón, no hay razones.

_ Sí, las hay. Te prometí estar a tu lado, apoyándote como amigo. No tenía el derecho a reaccionar de esa manera, cuando me contaste acerca de tu... De tus planes con respecto a Esteban.

_ Me dolió mucho sentir que no podía contar con tu apoyo, Luciano. Eres alguien muy importante en mi vida y yo daría cualquier cosa por que no tuvieras ese tipo de sentimientos por mí. Que pudieras encontraras a una mujer que te haga feliz, porque te lo mereces.

_ Y tú también. También mereces la felicidad aunque digas no creer más en ella, María.

_ Para mí, la felicidad es solo ganarme el amor de mi hija. Si lo consigo, estaré completamente satisfecha, es todo lo que necesito. Créeme, no tengo ningún otro interés que no sea este. Quiero una oportunidad para estar cerca de ella y no hay otro camino más que vivir en su casa.

Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora