6 - Despertando el amor

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***

Un beso lleno de deseo. Esteban devoraba con sus labios los de María como si fuera su último alimento, buscaba su lengua con desesperación. Ambos tenían la respiración alterada. Ella le correspondía, no podía negárselo a sí misma, se estaba entregando. Al igual que Esteban ella también devoraba sus labios y exploraba su boca con deseo. Él deslizó sus manos por el pelo de María hacia su espalda acortando más la distancia entre sus cuerpos llenos de añoranza, sujetándola como si pudiera mantenerla por siempre junto a él mientras ella también lo abrazó. En el encuentro de sus senos con el pecho de él, ella se sentía completa. No querían que el beso terminara, tenían ganas de más. De repente, sin previo aviso, María se soltó y se alejó, dejando a Esteban muy confundido, al igual que ella.

_ No Esteban, esto no está bien, no debimos besarnos! – Ella dijo, todavía jadeando.

_ ¿Y por qué no? Está muy claro para mí que esta era también tu voluntad, tu también te entregaste completamente a este beso

_ Sí, la culpa también la tengo yo, pero eso no cambia el hecho de que fue un error no debió haber ocurrido.

_ ¿Culpa? - Preguntó sorprendido. – No hicimos nada malo a menos que... ¿Estás comprometida, María? ¿Estás casada?

_ No, Esteban, no es eso. Pocas cosas en la vida me han lastimado tanto como nuestra historia y la forma en que terminó. Nunca volví a confiar en los hombres y no debería abrir la puerta para que vuelva a suceder. Además...

_ No tengas miedo, María. Confía en mí, perdona nuestro pasado. – Dijo dirigiéndose a tomarla su mano, pero ella se la quitó. – Lo que sucedió entre nosotros fue muy fuerte, nunca lo pude olvidar y al parecer, tú tampoco. Desde que te volví a ver ayer no pude más tener paz. Todo en el mundo perdió el sentido para mí. El único momento en el que conseguí tener paz fue, cuando nuestros labios se unieron.

_ No, Esteban, no! Nuestra historia está en el pasado y es donde debe quedarse. Por tu bien, te aconsejo que hagas lo mismo. Olvida que me encontraste, olvidate de lo que sucedió aquí. Nuestra historia es un capítulo cerrado para mí y tú, haz lo mismo: cierra nuestra historia para evitar más sufrimiento. No es racional abrir viejas heridas. Además, el amor... – ella giró sonriendo sarcásticamente – El amor es una tontería, no comenzemos un juego sin sentido.

Esteban se sintió culpable y herido y probablemente esta era la intención de María. ¿Como era posible que ella demostrara tanto desprecio por sus sentimientos y quizá por los suyos propios? Aún después de haber compartido un momento de intimidad como fue ese beso que había anhelado por veinte años. "Tal vez le haya hecho mucho daño", se reprochó a sí mismo. Aún así, le dolía que ella se referira a los sentimientos que se tuvieron y que aún que daban restos como un "juego".

_ Realmente estás muy diferente. – expresó Esteban. – Pero el corazón que late ahí, dentro de ti todavía es el mismo de aquella niña que tanto amé.

_ ¡Qué bonita manera tienes de amar, ¿no? Si dices conocer el corazón de aquella niña ¿porque no le diste ninguna oportunidad? ¿Por qué la abandonaste? – Le reclamó dolida.

_ Por imbécil. Tal vez yo no la merecía y debido a eso he pagado un precio muy alto. Toda mi vida ha sido una oscuridad porque no solo te perdí a ti, también perdí una parte de mí.

_ Has pagado... – dijo irónicamente lanzandole una sonrisa sarcástica. Esa sonrisa que lastimo a Esteban porque le recordaba sus culpas, sus debilidades que le costaron tanto.

María camino hacia la mesa. Tomó la caja con la joya y se volvió hacia Esteban.

_ Aquí tienes tu joya! Le deseo toda la felicidad del mundo a tu hija. ¡Adios!

Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora