23 - ¡Tempestad!

1.2K 91 7
                                    

***

Esteban se asustó, sería una mentira si dijera que no tenía miedo en ese momento. María y sus hijos observaban la escena desesperados e impotentes. Para Esteban era difícil hacer frente a una situación como esa en frente de las tres personas que más amaba en la vida, a las que se sentía obligado a proteger. Servando tenía un aire de burla en su cara. El cinismo era parte de su personalidad retorcida y disfrutaba viendo la cara de terror de Esteban y su familia, sobre todo a él. La envidia hacia Esteban ocupó la mayor parte de su vida, desde que lo conoció. Incluso antes de que Esteban iniciara su romance con María, Servando ya sentía esa molestia por la persona que era y del efecto que su presencia provocaba en la gente. Siempre se sintió delegado inferior por Esteban. Lo que había dicho Esteban era correcto: siempre vivió bajo su sombra. Siempre quiso ser como él, tener lo que él poseía, o incluso, quería ser mejor que él.

Sin embargo, el despecho de Servando creció aún más cuando María llegó a la vida de Esteban, desde el momento en que el la vio, se enamoró de ella, la deseaba, pero él sabía que ella estaba enamorada de él, la, chispa, que salía de la bella mirada de ella al ver a Esteban, su imponente presencia, pensó que con dinero podía comprarla pero se equivocó con ella se dio cuenta que hay cosas que el dinero no puede darte, por eso él la tomó a la fuerza, para saciar su ego. Ver a Esteban en su casa, sacando tantas verdades en su cara, consciente de su mezquindad lo hicieron tomar esa actitud extrema de apuntar el arma hacia Esteban en ese momento. Fue la única forma que encontró, para sentirse por una vez en su triste vida, superior a Esteban.

_ Baja el arma, Servando. – Dijo Esteban moviendo las manos delante de él.

_ Ahora no soy "nada", ¿verdad? – Exclamó Servando con una leve sonrisa cínica en su rostro.

_ Tío, ¿estás loco? ¡No vas a hacer eso! – Héctor se replico desesperado. .

_ Por favor, tío, baja el arma. – Estrella dijo señalando y acercándose a ellos.

_ ¡No lo hagas! – Servando gritó. – ¡Estrella quédate quieta no te muevas, no te metas en esto! – Dijo con cierta preocupación en la voz.

_ Servando, baje el arma, ¿Qué más quieres? – Preguntó María siempre altiva cuando se trataba de ese hombre.

_ Esteban entró a mi casa, casi a las 4 de la madrugada, haciendo acusaciones imprudentes y falsas, María y qué curioso... – bromeó – ¡tienen que ver contigo! Estoy en mi casa, defendiéndome de un invasor que me gritó calumnias en la cara, me pegó. Tenemos en esta sala tres abogados y los tres sabemos que no va a ser difícil caracterizar como ¡legítima defensa!

_ ¡Tío! estás loco. ¿Qué estás diciendo? ¿Vas a matarle a mi papá? – Héctor se preocupó al escuchar sus palabras.

_ ¡Fue él quien habló de matarme! ¡Fue él quien me dijo que yo no era nada, me difamó, diciendo varias calumnias sobre mí!

_ Servando no te dije ninguna calumnia! ¡Eres un cobarde un miserable! ¡Pon fin de una vez a este circo y baja esa arma! – Dijo Esteban, dando dos pasos cortos.

_ Yo no seguiría avanzando si fuera tú. – Gritó Servando moviendo el arma interrumpiendo el movimiento de Esteban. – ¡Quédate quieto ahí si tienes alguna intención de seguir vivo!

_ No, Servando, ¡no! No lo hagas – María rogó y no pudo evitar llorar.

_ ¿Así que, lo amas? ¿Sufrirías mucho si yo disparara esta arma ahora, María? ¿Esas lágrimas son de temor de perder a Esteban?

_ ¡Por favor Servando! ¡No lo hagas! – Suplicó María de nuevo con desesperación.

_ ¿Qué me lo impediría? Ambos jugaron con mi vida. Pensaron que yo no era más que un idiota, siempre pensaron eso de mí, todos estos años. Esta es la oportunidad que tengo de terminar todo y demostrar que yo soy un ganador. Dispararte ahora mismo es lo mínimo que te mereces por todo lo que has hecho en mi contra, ¡Esteban!

Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora