10 - Lágrimas de amor

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María lo miró con incredulidad y sorpresa después de que él le dijo esas palabras. ¿Sería posible que hubiera logrado lo que quería en tan poco tiempo? Solo se habían vuelto a ver hacía una semana, había utilizado muy poco de "sus encantos", como tenía planeado. ¿Cómo, tan repentinamente, escuchaba esa propuesta de Esteban? O era muy eficiente en dejar loco a un hombre, o la vida y la suerte estaban de su parte. Aunque confiaba mucho en sí misma, creyó que la segunda hipótesis era la más posible.

Al mismo tiempo, sentía una extraña felicidad. No felicidad por su plan o por su hija como quería creer, pero felicidad porque Esteban, que había sido el amor de su vida, por primera vez le propuso matrimonio. De repente se sentía una adolescente, como una joven que sueña con su príncipe y él hace la propuesta tan esperada sacudiendo su corazón. Corazón que estaba tan fuertemente envuelto en una coraza que ella propia había creado hace muchos años para defenderse de los sufrimientos y que con mantenerlo así, sin duda no la alcanzarían. Este sentimiento atemorizó a María. Por primera vez ella vaciló en su plan.

¿Estaré haciendo lo correcto?, se preguntó. Quizás Camilla tenga razón y con este plan solo salga lastimada. ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte como para jugar con los sentimientos de Esteban y los míos propios? y ¿El amor? El amor, dejo un largo suspiro. Este tipo de sentimiento de duda era atípico en María. Siempre muy determinada y confiada, no dejaba que nada la asustara, no se acobardaba delante de nada ni de nadie y mucho menos cuando se trataba de recuperar a su hija.

_ Yo entiendo tu desconcierto. – Él rompió ese largo silencio sacándola de sus pensamientos provocado por su propuesta de manera repentina. – Fue inesperado, no tenía planeado decirte esto, pero...

_ ¿Qué dijiste? – María preguntó todavía incrédula.

_ Te pregunté si te quieres casar conmigo. Cuando tu quieras, mañana mismo si es tu voluntad, en una semana, un mes, sólo quiero que me digas sí. Te debo esta propuesta desde hace 22 años. – Dijo con una pequeña sonrisa de pesar.

_ Esteban me sorprendiste con esto. ¿Te das cuenta que me estas proponiendo matrimonio?

_ ¡Sí! Y como no has dicho que no hasta ahora, no me has pegado, no me gritaste, no te quejaste como siempre haces, entenderé que la idea te agradó.

_ Esteban, la idea me... me... yo no sé qué decirte.

Él sostuvo las dos manos de ella sonriendo y mirándola a los ojos de manera seductora.

_ No es tan difícil, mi amor. Sólo tienes que decir "sí". Sólo son dos letras una palabra "Sí" – destacó aumentando la sonrisa y besándole la mano.

María se soltó de él confundida y caminó hasta la silla en donde había colocado su bolso durante la discusión que tuvieron. La abrió, sacó una tarjeta, se dirigió a la mesa, cogió una pluma y comenzó a escribir en su reverso. Después de unos segundos, se volteó a entregarle la tarjeta.

_ Aquí están todos mis teléfonos y mi dirección. ¿ Te das cuenta que le propusiste matrimonio a una mujer de la que ni siquiera conoces el teléfono ni en donde vive? – Le preguntó sonriendo.

_ Y que me des estos datos significa ¿Que aceptas? – Le preguntó sonriendo.

_ Quiere decir que acepto... cenar contigo esta noche! – Ella respondió con otra sonrisa, divirtiéndose con la expectativa que le provocó. – Te espero a las 8. Creo que tenemos mucho que hablar, pero de una manera más tranquila, sin discusiones.

_ ¿Y sin tantos besos apasionados?– pregunto malicioso

_ Esteban! – Ella lo reprendió.

Se acercó a ella sosteniendo su rostro con la mano izquierda y acercando su boca a la oreja derecha de ella.

Innegable VinculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora