La paciencia de Bill

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Me encontré tirado en algo sorprendentemente cómodo. Mi vista tardó un momento en ajustarse, y cuando finalmente lo hizo, me di cuenta de que estaba en una cama. No en cualquier cama, claro. Era inmensa, con sábanas negras y detalles dorados que parecían moverse con vida propia. Supuse que debía ser la habitación de Bill, por el aura opresiva que Ilenaba el aire.

Intenté sentarme, pero antes de que pudiera moverme, Bill apareció frente a mí. No sé cómo lo hizo. Un segundo no estaba y al siguiente ya estaba allí, con esa maldita sonrisa depredadora en su rostro.

- Extrañaba tu antiguo cuerpo, pinetree. - Su tono era juguetón, casi burlón, pero lo suficiente oscuro como para hacerme tragar saliva.

Antes de que pudiera responder, él ya estaba sobre mí. Literalmente. Se subió a la cama, acorralándome entre sus brazos, con su rostro peligrosamente cerca del mío.

-¿Qué estás haciendo? -logré decir, aunque mi voz sonó más temblorosa de lo que esperaba.

-Jugando, ¿qué más? -respondió con una sonrisa que parecía gritar "tú eres mi presa".

Intenté apartarme, pero su mano se deslizó por mi muslo, lenta, deliberada, haciendo que cada músculo de mi cuerpo se tensara. Mi cara estaba roja, lo sabía, y maldije internamente por no poder controlarlo.

-¿Qué haces? ¡Déjame en paz!- gruñí, tratando de sonar firme.

-Relájate, Pinetree. ¿No te gusta la atención? - Preguntó, con su voz suave, burlona, mientras sus dedos subían por mi pierna, deteniéndose justo antes de alcanzar un lugar demasiado íntimo.

Me removí, avergonzado, pero eso solo parecía divertirlo más. Entonces, su otra mano se deslizó por mi pecho, desde mi clavícula hasta mi abdomen, con una lentitud exasperante. Sentí cómo mi respiración se agitaba, a pesar de todos mis esfuerzos por mantener la calma.

-¿Te gusta esto, Pino?- murmuró, inclinándose hacia mi cuello, donde dejó que sus labios rozaran mi piel.

Intenté apartarlo, empujando su pecho, pero él ni siquiera se movió. En lugar de eso, su lengua rozó mi oreja, un gesto tan inesperado que un escalofrío recorrió mi columna.

-¡BASTA, BILL!- Grité, mi voz quebrándose mientras intentaba mantener la compostura.

-Pero apenas estamos empezando...-
Dijo con una risa suave, mientras su mano subía otra vez por mi pecho, trazando círculos pequeños que me hicieron apretar los dientes.

Sentí que me estaba rompiendo, mi paciencia al límite. No podía dejar que ganara. No podía permitirle seguir jugando conmigo como si fuera su juguete

-¡TE HE DICHO QUE TE APARTES! - Grité, con todas mis fuerzas, empujándolo esta vez con ambas manos. Para mi sorpresa, retrocedió un par de pasos, pero su expresión cambió. Su sonrisa burlona desapareció, reemplazada por algo más frío, más oscuro.

-¿Vas a seguir empujándome, Pinetree? -preguntó con voz grave, cruzando los brazos. Su tono era menos juguetón, y más... amenazante.

Aproveché la distancia para intentar levantarme de la cama, aunque mis piernas temblaban un poco.

-Escucha, Bill, no soy nada tuyo. Nunca lo he sido y nunca lo seré.- Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera pensarlas bien, pero sabía que eran ciertas.

En menos de un parpadeo, sentí el aire escapándose de mis pulmones. Fue tan rápido que apenas lo procesé. Un segundo estaba intentando apartarme, y al siguiente, sus dedos estaban alrededor de mi garganta, sujetándome con una fuerza imposible contra la pared. La presión en mi espalda era brutal; sentía el frío de la superficie helada, pero lo que realmente me asfixiaba era su mirada.

Sus ojos, normalmente amarillos y brillantes, estaban ahora rojos como brasas encendidas, llenos de una furia incontrolable. Esa mirada me perforaba, quemándome de una manera que me hacía querer apartar la vista... pero no podía.

El agarre de sus manos en mi cuello era tan fuerte que apenas podía moverme. Y en ese instante, algo dentro de mí cambió. No estaba aquí, no en esta habitación. Mi mente me traicionó y me llevó de regreso a otro lugar, a otro tiempo.

Los gritos resonaban en mi cabeza como si todavía estuvieran allí. Los golpes en mi cuerpo, la presión de unas manos que no soltaron hasta que dejé de resistirme. Las palabras hirientes, las amenazas, los ojos llenos de desprecio. Cada segundo de aquella pesadilla que pensé haber enterrado comenzó a resurgir con una claridad aterradora.

Sentí que me hundía en ese recuerdo como si estuviera atrapado bajo el agua. La sensación de impotencia era exactamente la misma. El nudo en mi garganta, el dolor en mi pecho, la desesperación de no poder escapar. Bill no era ellos... pero, en este momento, no podía encontrar la diferencia.

-¿No soy nada tuyo, eh? - Su voz era un gruñido, baja, cargada de algo que no sabía si era dolor, enojo o ambas cosas. Se acercó aún más, dejando que su aliento caliente rozara mi rostro.

-Entonces dime, Pinetree, ¿por qué sigues aquí? ¿Por qué siempre vuelves a mí? - Continuó, cada palabra escupida con una mezcla de burla y algo más que no podía identificar.

Quise responder, pero no pude. El aire simplemente no llegaba a mis pulmones. Intenté apartarlo con las manos, empujar sus brazos, pero era como golpear una pared.

Y entonces, lo que ocurrió después me tomó completamente por sorpresa, como si estuviera echo para completar mi pesadilla.

Bill inclinó su cabeza hacia la mía, más cerca, DEMASIADO CERCA. Antes de que pudiera siquiera reaccionar, sentí la presión de sus labios contra los míos, un beso tan abrupto y brusco que dolió. Fue como un choque, duro, invasivo, todo mi cuerpo se tensó aún más. Esto no era dulce ni suave, no era nada como los pocos besos que había experimentado antes.

No, no fue un beso, fue una invasión, una toma de control que me dejó congelado. Mi mente gritaba que lo empujara, que me moviera, pero mi cuerpo no respondía. Ni siquiera podía llamarse un beso, era demandante, casi como si quisiera robar algo de mí, algo que no estaba dispuesto a dar.

Sentí un nudo formarse en mi pecho, uno tan grande que pensé que me iba a romper. No era solo la falta de aire, era el peso de todo. Su fuerza, su mirada, el beso, Los recuerdos... Todo junto era demasiado.

Cuando finalmente apartó sus labios, todavía me sostenía contra la pared, mirándome con esos ojos rojos que parecían perforarme. Pero ya no podía sostenerlo más. Algo dentro de mí se quebró, y antes de que pudiera detenerlo, las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro.

Primero fueron unas pocas lágrimas, silenciosas, que comenzaron a correr por mis mejillas. Intenté contenerlas, pero fue inútil. El peso de todo me aplastaba.

No era solo lo que acababa de pasar. Era lo que significaba. Todo lo que Bill había hecho en ese momento, todo lo que me había recordado, abrió de golpe una herida que pensé que estaba cerrada. Pero no lo estaba. Ni siquiera cerca.

Mi cuerpo comenzó a temblar, los sollozos escaparon antes de que pudiera detenerlos. No podía respirar, no podía pensar. Mi mente estaba llena de ellos, de sus voces, de sus manos, de su odio.

Me derrumbé.

Me derrumbé por completo. Mi pecho temblaba, y el llanto escapaba en sollozos que no podía contener.

Bill se congeló. Lo vi. Sus ojos seguían rojos, pero algo en su expresión cambió. La furia desapareció, reemplazada por una chispa de duda. Como si, por un momento, no entendiera qué estaba pasando.

-¿Pinetree...? -su voz era baja, casi inaudible.

Sentí que su agarre en mi cuello finalmente comenzaba a aflojarse, como si finalmente entendiera lo que estaba haciendo.

Pero no lo miré. No podía.

En un movimiento brusco, me soltó. Mi cuerpo cayó al suelo como si no tuviera peso, mis piernas no pudieron sostenerme. Me quedé ahí, sentado, con las manos en el cuello, respirando con dificultad mientras las lágrimas seguían cayendo.

Quizás el capítulo se os ha echo corto, ¡Prometo que el próximo será espectacular! Lo traeré lo antes posible.

Gracias por todos vuestros comentarios y votos, incluso solo tener 1 me hace sonreír. Espero que os haya gustado, bayyyy 🤍

Una OBSESIÓN (Billdipp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora