Capitulo 32 - Una Tal Marcia.

270 21 7
                                    

— Marcia... - pronuncia la mujer rubia.

— No - respondo con una sonrisa - mi nombre es Marisa.

— ¿Marisa? - alza una ceja - discúlpame es que te pareces tanto a...

— Si, una tal Marcia - asiento - todo el mundo se ha encargado de decirlo pero no, soy Marisa Jones, hija de Daniel Jones.

— Ya veo - sonríe al ver a lo lejos a Daniel después de que lo señalo - yo soy Ines - extiende su mano.

— Hola, Ines.

— ¿Ya te vió mi hermano? Seguramente se quedara perplejo a la hora de que...

— La verdad es que si - la interrumpe el hombre que logra ponerme tensa - me quedé igual que tú, Lucrecia y varios de los que conocían a Marcia - la abraza por los hombros.

— Es que se parece demasiado es imposible no notarlo - dice sorprendida.

Ambos logran incomodarme pues está bien que recuerden a una persona y que tal vez soy como ella físicamente pero es tedioso tener que escuchar que soy igual a alguien, odio que me comparen y estas personas lo hacen a cada nada. Por suerte Daniel llegó a salvarme una vez más, el resto del evento lo pasamos con los hermanos Lombardo, agradecí que no siguieran con el tema de la otra mujer a la que según me parezco, aunque la esposa de Esteban sigue sin quitarme la mirada y me incomoda tanto que si me sigue viendo más, soy capaz de hacerle notar que no me gusta lo que hace. Daniel e Ines están a gusto hablando mientras intercambio algunas palabras con Lucrecia, quien me cae muy bien, es una persona muy interesante y se ve que le encanta socializar.

— Bueno, ¿Se te perdió algo?¿Por qué me ves tanto? - finalmente estallo con la pelinegra que está frente a mi, todos voltean a verme.

— No, es solo que...

— Si - repito como por milésima vez en la noche - me parezco a una tal Marcia - ruedo los ojos - llevan toda la noche mencionando lo mismo - los que nos acompañan no se atreven a decir nada pero Daniel posa una mano en mi hombro dándome a entender que estamos en público y tengo que calmarme - una disculpa - suspiro tomando mi cartera a la par que me pongo en pie - tengo que ir al tocador.

Todos en la mesa me observan en lo que me alejo, logro escuchar a Daniel disculpándose por mi actitud y verdaderamente tiene razón en hacerlo, sabe que cuando me repiten mucho algo tiendo a estresarme y responder de esta manera. Entro al baño, me veo al espejo y arreglo mi maquillaje, solo vine para no terminar de explotar en la mesa, lavo mis manos y las seco para después acomodar mi cabello, tomo mi bolsa una vez guardo el poco maquillaje que ando para retocar y salgo del lugar.

— Perdón por haberte insistido con lo mismo.

Una voz masculina se escucha a mi espalda cuando cruzo la puerta. Esteban.

— No es necesario, mejor disculpeme usted por haber reaccionado de esa manera, no fue correcto.

— ¿Usted?¿Tan viejo te parezco? - se acerca a mi lado pues no planeaba voltearme.

— Solo lo digo en forma de respeto - giro mi cabeza para ver su rostro.

— Pues yo te pido que me tutees - sonríe de lado.

— Bien - asiento - Esteban.

— Ves, no es difícil.

— ¿Se le... te ofrece algo más? - cruzo los brazos sin dejar de verlo.

— Solo quería cerciorarme de que estabas bien, ayer no me dejaste decirte nada cuando chocamos.

— Si, no te preocupes, estoy muy bien - intento seguir mi camino pero me toma de la muñeca - ¿Qué pasa? - alzo una ceja.

— Toma - me da una tarjeta con su numero - tengo entendido que no habías visitado antes la ciudad y me ofrezco a ayudarte en lo que necesites o como guía turístico si así lo deseas.

— No creo que tu esposa esté de acuerdo con esto - veo por encima la tarjeta y la guardo en mi bolso - ahora si, me voy - me giro y sigo caminando al fin.

Esteban.

Marisa Jones. Desde ayer que la miré quedé totalmente prendido de ella, no dormí evocando cada recuerdo con Marcia, es que se parece tanto a ella pero a la misma vez es tan distinta, Mar era dulce, inocente, amigable y podías descifrar fácilmente lo que estaba sintiendo así fuera una emoción leve, pero con Marisa no, lo que llevo de la noche observandola en secreto, me he dado cuenta que es todo lo contrario a lo que era Marcia, claro esta que con Daniel se comporta distinto y con nosotros es más tajante.

El resto del evento cruzo miradas con la mujer pelirroja que no me he podido sacar de la cabeza, a pesar de tener a Marina a mi lado que lleva el mismo tiempo que yo observándola, solo que ella la ve como si quisiera aniquilarla. Todo finaliza de una manera impecable, como me gusta, me despido de la gente y Daniel se acerca con Marisa colgada de su brazo.

— Fue un honor el que nos invitaras - sonríe y su hija hace lo mismo pero un poco más leve.

— Claro, es un placer verte y poder conocer a tu hija - palmeo su hombro.

— Espero que tengas en cuenta lo del negocio que te he platicado en la mesa - acaricia la mano de Marisa.

— Mañana puedes ir a la oficina, ahí me platicas mejor y llegamos a algún acuerdo, ¿Te parece? - Marina aprieta mi brazo al escucharme pero no le pongo cuidado.

— Bien, fue un placer - se despide de ambos.

— Te veo mañana - asiento sonriendo - adiós, Marisa.

— Tengan buena noche - dice simplemente y luego se retiran.

Marina está echando humo pero es lo que menos me interesa ahorita, todos estos años intentando mantener este matrimonio y ahora estoy tirando todo mi empeño a la basura pues no puedo dejar de ver a la mujer que va saliendo del lugar, es un sentimiento que no puedo detener y es exactamente lo mismo que sentí cuando conocí a Marcia la primera vez, ese impulso de querer estar cerca de ella y hablar por horas solo con ella, no tiene la personalidad de Marcia pero si puedo notar que es una persona cálida cuando sabes llevarte con ella, Marcia era más del tipo que desde el inicio te mostraba sus buenas intenciones, Marisa es amable pero es como un escudo, tienes que derribar esa pared para poder conocerla mejor y es lo que planeo hacer.

***

Loving You, Loving Me / Loving Us Donde viven las historias. Descúbrelo ahora