XVI

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Abrí los ojos con mucha molestia. Había mucha claridad. Demasiada como para iluminar una triste habitación. De repente un dolor intenso recorrió mi espalda. No había colchón bajo mi cuerpo, sino asfalto. ¡Me había quedado dormida en una acera! Como una vagabunda. No acertaba a comprender este hecho, pero como siempre, le echaba la culpa al alcohol. No recordaba demasiado de la noche anterior. Bueno, recordaba lo peor, por supuesto.

Regresar a casa me avergonzaba demasiado, por la cara que pudiera ponerme Freddie y lo mucho que me juzgaría con la mirada. Pero es que yo no había tenido nada de culpa, ni siquiera le había dicho algo que no fuera verdad. Alex ya no formaba parte de mi vida desde que él había aparecido, con su pose de semental y su cabello precioso. Ya no habría hombre que pudiese ocupar mi mente que no fuese él mismo. Ni siquiera podía creer que él me amase, por el amor de dios.

No tenía más remedio que volver. Me levanté, con un dolor de cabeza espectacular que casi impedía moverme y traté de orientarme.

Cuando por fin encontré la calle, la bajé, deseando llegar a mi casa y darme un baño relajante. Pero como siempre tiene que salirse un eslabón, encontré tirado en la acera frente a mi casa a Alex. Aquella noche casi todos habíamos dormido en la calle. Le di una o dos patadas (no fueron flojas) hasta que reaccionó.

-Rose, h-hola - se levantó del suelo.

-Qué demonios haces aquí tirado - refunfuñé.

-Quería hablar contigo - respondió con ternura.

-Podías haber esperado hasta la mañana. No había necesidad de dormir en la acera - crucé los brazos y evité cruzarme con sus ojos.

-Bueno, no lo pensé. Vi que la mejor idea era sentarme en la acera hasta hoy, pero quedé dormido...

-No eres el único que ha dormido a la intemperie. Yo también amanecí en un callejón.

No pudo evitar reír el muy hijo de puta.

-No le veo la gracia puesto que a ti te pasó exactamente lo mismo. ¿Y cómo demonios conseguiste encontrar mi casa?

-Seguí a tu queridísimo.

-Oh okay. Bueno, di lo que tengas que decir, no quiero perder más el tiempo - dije muy seria.

-De acuerdo, lo siento - trató de ponerse serio también y suspiró - Siento el comportamiento de anoche. Es que no pude evitar decirte y hacerte esas cosas porque... aún estás en mi cabeza. noche y día. Y me jode tanto verte con el tío ese de los dientes grandes... es un gilipollas controlador.

-El tío ese de los dientes grandes es mi novio y te exijo un respeto para él.

-Es que de un beso puede arrancarte toda la boca - dijo, ya en tono de broma.

-Mira si has dormido toda la noche en la calle para decirme todas esas estupideces mejor te marchas.

-Vale, lo siento. Lo que quiero decirte es que te amo y quiero que me des otra oportunidad, porque creo que me la merezco.

-¿Otra más? ¿Cuántas te he dado? ¿Y crees de verdad que las mereces? Porque dudo que un tío que se preocupa por volver con una chica vaya ligoteando con todas las chicas habidas y por haber.

-Bueno, digamos que ese tal Freddie tampoco ha sido trigo limpio en ese campo... - frunció ligeramente el ceño-

-Freddie ligoteaba fuera de la relación, a diferencia de tí. Tú no tienes respeto por nada ni por nadie - alcé mi tono de voz.

Alex se quedaba sin defensa y calló.

-Ahora márchate y fóllate a las chicas que te dé la gana, porque no pienso volver contigo.

Joven Bulsara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora